San Pedro, lleno de señuelos

#Pesca

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Al iniciarse la primavera tuve el gusto, no solo de pescar en San Pedro, sino y, fundamentalmente, de compartir una clínica de pesca con señuelos, gracias a la invitación del Gonzalo Castagnola de Gran Paraná, el organizador. Un nutrido grupo de participantes, la gran mayoría procedente de la ciudad de Buenos Aires y los alrededores, se acercaron a las magníficas instalaciones del Apart Club y Puerto Manso en el camino que va hacia Vuelta de Obligado.

Juan Pablo Gozio, de Tech, dio algunas charlas sobre señuelos ante un activo grupo de unos sesenta participantes, que hasta tuvieron la oportunidad de “diseñar” un señuelo en grupos, fundamentando las elecciones. Ariel Robledo, secretario de redacción de la revista El Pato, nos habló sobre sus experiencias en la Orinoquia colombiana con los tucunarés, mientras que tuve a mi cargo una charla con proyección de fotos sobre la pesca con señuelos en Amazonas.

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Al día siguiente fuimos a pescar tarariras con algunos de los participantes más otros que se integraron para esta salida. Unos treinta pescadores nos dirigimos hacia el norte ingresando al mundo de islas entrerrianas por el arroyo González para luego recorrer el Sepultura, el Bobo y, finalmente, intentar la pesca detrás de los poquísimos terraplenes que el agua no había superado, dada la gran inundación que aqueja toda esta zona: desde el 15 de julio, el hidrómetro local no baja de los dos metros, medida ya considera alta para pescar tarariras, un pez que vive en lugares playos, de aguas calmas y cálidas, es decir, lo opuesto a lo que nos presenta el delta del Paraná en la actualidad.

La marca sampedrina llegó a un pico de tres metros. En nuestra salida marcaba 2,46, pero el fuerte viento sur del día anterior había hecho crecer el río ¡10 centímetros! en unas pocas horas. De todas maneras, bajo un sol abrigador pero con bastante frío, navegamos para intentar prender las primeras tarariras de la temporada.

La única manera en que se podía pescar era usando señuelos con anzuelos protegidos, como las clásicas ranitas blandas con antienganche. Las tarariras se encuentran muy metidas dentro de los campos notablemente inundados, pero algunas acciones tuvimos en lugares muy específicos.

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Ya sea por el agua aún fría que hace que el metabolismo de estos peces no esté en su punto máximo, o por el escaso cono de visión que poseen al acechar en lugares rasos y con mucha vegetación, todos sufrimos (es la palabra adecuada) muchos ataques errados, como si se le tirara al señuelo antes o después de la pasada. Mi compañero Lisandro Borgo, que debutaba en este lugar, tuvo exactamente en un mismo punto ocho arremetidas de una misma tararira a la cual no pudo clavar. En otros lugares consiguió algunos piques y clavadas, gracias al tesón de su búsqueda y la eficacia de una Tech Frog paseante.

Otro episodio que ilustra la experiencia que vivimos los pescadores en este Spa Taruchero, como lo denominó Gonzalo: en un desborde, una tararira de poco más de un kilo se le tiró dos veces a mi “gomita” (así llamamos a estos señuelos blandos). Algunos amigos que también habían desembarcado en esta costa firme tiraron sus artificiales y tuvieron otros ataques en el mismo punto. Incluso podíamos verla perfectamente cómo se movía con el lomo y la cola afuera a no más de dos o tres metros de nuestra posición.

Para ver si lograba clavarla mejor coloqué una ranita Spinit en un anzuelo off set que trabaja también con la punta protegida para no engancharse en los yuyos. Al segundo ataque, dejé que engullera el engaño (enorme ventaja que dar los plásticos blandos pero que hay que saber usar teniendo paciencia, sin apurarse) y clavé fuerte, pero soltó. Pensando en que ya no tomaría más e, incluso, podía haber cambiado de posición, intenté un último cambio de artificial: coloqué un Highlander con la punta del off ser un poquito más libre. En el primer ataque capturé esa hermosa tararira, tan cabeza dura como los muchos pescadores que estuvimos constantemente desafiados por las dificultades para esta pesca que nos puso la naturaleza en estos días y, específicamente en esta jornada, ya que un viento regular del sudeste complicó un poco más la gestión, pues la tararira, que consume bajísimos niveles de oxígeno, se aletarga, cuando el viento eleva este gas disuelto en el agua.

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Quienes gusta de estos desafíos ya pueden llegarse a San Pedro, pues cuesta pescarlas pero las tarariras están y, seguramente, en octubre o noviembre, no bien el hidrómetro baje de los dos metros, habrá un verdadero festival de piques con buenos tamaños. Solo es cuestión de elegir.

El encuentro de pescadores con señuelos, entonces, se coronó con esta salida de pesca que incluyó un magnífico asado en las islas. El esfuerzo de Gonzalo valió la pena, porque hubo un gran entusiasmo por aprender y compartir. Se pudieron testear cañas Tech, hacer pruebas de lanzamiento en un lago pequeño del apart, consultar dudas y, sobre todo, pasar un día de gran camaradería entre fanáticos por “los muñecos”. Valió la pena, sobre todo, porque confío en que no será el último sino el primero.

Para contactarlo sobre pesca en San Pedro, altura del río, equipos y demás detalles, te dejo los datos de Gonzalo: 03329-423810, Fan Page Facebook: Gran Parana Pesca.

 

Néstor Saavedra
para TurAireLibre

 

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