¡Guerra al inglés!

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“Lanzo un llamado a hacerle huelga al inglés”, anunció el filósofo Michel Serres que, a los 83 años, sigue ejerciendo la docencia universitaria en Stanford, Estados Unidos, por lo que es evidente que el dominio del inglés no es un problema para él.

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El filósofo y escritor Michel Serres llama a resistir la invasión del inglés

 

Sus motivos son otros. Provocativo, asegura que “hay más palabras en inglés en los muros de Toulouse que lo que había de palabras alemanas durante la Ocupación”. Y pregunta: “¿Quiénes son entonces los colaboradores?”

“Estoy harto de que la SNCF [Ferrocarriles] nos haga ‘smiles’, dice también Serres, en referencia a que la compañía estatal de trenes creó un sistema de acumulación de puntos bautizado “S’Miles” (juego de palabras entre millas y sonrisas) que los pasajeros pueden usar luego en los restaurantes self service (perdón por la palabra) de la cadena Casino, cuyo menú “Crok’O Kid” ofrece nuggets. Toda una provocación.

smiles

“Estoy hasta la coronilla con este asunto –dijo Serres en una entrevista concedida al diario regional La Depêche. Estoy de acuerdo con que hay una lengua de comunicación, siempre hubo una. Pero este tipo de cosas empieza a poner en peligro el idioma francés y eso es dramático.”

Serres es también historiador y escritor. Su libro, Petite Poucette, del que se vendieron 200.000 ejemplares y del cual está preparando un segundo tomo, evoca el futuro y sus posibles evoluciones. Según La Depêche, este libro “está concebido como un manual de  savoir vivre en un período en que todo va muy rápido: Peitte Poucette, la heroína que recibe su nombre por su capacidad para escribir SMS con el pulgar (pouce) se pasea en nuestra nueva realidad con una facilidad desconcertante”.

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Serres lanzó recientemente un grito de alarma sobre la invasión del inglés. Consultado acerca de si es posible resistirla, responde: “Depende de ustedes, depende de nosotros. Lo que yo quisiera es invitar a los franceses a hacer huelga: cada vez que una publicidad esté en inglés, no compremos el producto, cada vez que el título de un film no esté traducido en la marquesina, no entremos al cine. Ni a un negocio o boutique. Y, ni bien los publicitarios y comerciantes tengan 10% menos de ingresos, no se preocupen, volverán al francés. La clase dominante nunca habló el mismo idioma que el pueblo. Antes, ellos hablaban latín y nosotros francés. Ahora la clase dominante habla inglés y el francés se ha convertido en el idioma de los pobres; y yo defiendo el idioma de los pobres. Es por eso que pido que hagamos huelga.”

Por mucho tiempo los franceses fueron terriblemente orgullosos de su idioma. ¿Hablarles en inglés? Vaya atrevimiento… Más aún, tenían la manía de pronunciar todo a la francesa, al punto que uno no podía reconocer lo que estaban diciendo. Pero, de pronto, con la globalización, todo cambió. Ahora, no hay negocio, bar, restaurante, museo, donde no se pongan automáticamente a hablar en inglés apenas perciben una leve vacilación o un acento, por mínimo que sea. Es horroroso. Y lo más probable es que terminen un francés y un extranjero no anglófono hablando en un horrible inglés. Mucha gente que conozco se frustra porque luego de algunos semestres de francés en Extensión Universitaria en la UBA o en la Alianza Francesa y, tras practicar las frases de rigor, apenas hacen una pregunta, les contestan en inglés. Vuelven frustrados por no poder practicar el idioma…

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¿Qué les pasa a los franceses? El mundo entero adora su idioma y ellos quieren hablar inglés, por motivos básicamente mercantilistas, digámoslo claramente. Hay que vender, no sólo productos, vender a la misma Francia, a los turistas y a los estudiantes.

Como comenté en un post anterior, el actual Gobierno socialista, por ejemplo, hizo aprobar un proyecto de ley de enseñanza superior cuyo artículo 2º habilita el uso del inglés en las universidades francesas para el dictado de clases, los exámenes, los concursos y la investigación, con el argumento de atraer estudiantes y de facilitar acuerdos de cooperación –y de financiamiento- con otras instituciones del mundo.

Pese a la polémica, la Ley fue votada, aunque con algunas enmiendas a su polémico artículo 2º, como que el uso del inglés esté justificado “por necesidades pedagógicas” -algo bien ambiguo, desde ya-, la obligación de que aprendan francés y la consideración de su nivel de francés para el otorgamiento del diploma, entre otras.

Aún así, muchos hablaron de un “suicidio lingüístico”.

Lo llamativo es que la ley fue impulsada por la izquierda y resistida por la derecha….

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Geneviève Fioraso, ministra de Enseñanza Superior e Investigación, defiende su proyecto de ley en el Parlamento

Precisamente, un diputado de centroderecha, Daniel Fasquelle, dijo, dirigiéndose a la ministra que impulsó el proyecto: « Usted no mide el alcance de su reforma. Hay (que) lanzar un debate sobre las razones por las cuales las universidades francesas pierden atractivo. ¡Pero no es volcando la universidad al inglés que la haremos atractiva, sino defendiendo el multiculturalismo y el plurilingüismo!”

El objetivo es atraer estudiantes en especial de países emergentes, como China, Brasil, India, Indonesia o Rusia, que, según los impulsores del proyecto, no optan por Francia por la barrera del idioma. Es curioso que a los que elaboraron esta ley no se les ocurra pensar que muchos estudiantes eligen Francia justamente por el idioma; porque quieren aprenderlo y, además, leer las muchas contribuciones de la cultura francesa al conocimiento en su lengua original.

“¿Qué pueblo es éste que tiene vergüenza de su propio idioma?”, estalló Jacques Myard, otro diputado contrario a la ley. Y Fasquelle citó precisamente al filósofo Michel Serres quien dijo que, cuando la lengua francesa ya no pueda “decir todo”, estará “virtualmente muerta”.

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Michel Serres

Y no pensemos que estos debates sólo conciernen a Francia. Entre nosotros, no falta quien se jacta de haber mejorado la educación por la imposición del inglés como obligatorio desde primer grado. Primero, la calidad de la enseñanza de idiomas en los colegios sigue siendo lamentable en general. Segundo, habría que promover el inglés menos que otras lenguas porque el inglés se vende solo; tarde o temprano, todos se ponen a estudiarlo. Como dije en un post anterior, los niños deberían estudiar otro idioma que no sea el inglés, en especial en sus primeros años de escuela.

Por otra parte, ya sabemos que no hubo fin de la Historia. La geopolítica no ha muerto. El mundo será multipolar. Por algo estudiar chino se ha puesto de moda. Por algo nuestros vecinos brasileños se han volcado con todo al estudio del español.

Comentando la iniciativa de Serres, Christopher Howse, un columnista del Daily Telegraph la llama “gracioso boicot”.

El autor de la nota aclara que Serres tuvo la astucia de no usar la palabra boicot, pese a que era la correcta, sino huelga, porque boicot (boycott) es una de las palabras inglesas que el francés ha adoptado. Y no quedaría bien convocar a la resistencia contra el inglés usando una palabra de ese idioma, ironiza Christopher Howse.

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Sin embargo el columnista agrega: “Estoy absolutamente de acuerdo con el profesor Serres. Nosotros, los británicos, amamos Francia porque es diferente de Gran Bretaña y en muchos aspectos la consideramos superior. Soñamos por ejemplo con esa forma que tienen los franceses de tener verdadera comidas alrededor de una mesa. De hecho, nos gusta todo de su cultura. Amábamos a Francia incluso en los tiempos en que sus baños no eran más que un agujero entre dos gruesos apoyapiés, sobre los cuales había que acuclillarse”. Obvia referencia a los excusados y a la precaria infraestructura que, en la materia, solían tener las casas francesas (han mejorado pero quedan resabios).

El autor dice entender el enojo de Serres con los “S’Miles” dela SNCF. “Es revulsivo”, admite.

“Lo que me choca –agrega- es que el idioma está aquí vaciado de su contenido y utilizado como una marca de moda. Otro ejemplo es la tendencia que lleva a los jóvenes japoneses a usar tee-shirts con frases en inglés que no entienden necesariamente: I feel happiness when I eat a potato [Me siento feliz cuando como una papa], Socio-economic conditions, o “Rock your body” [sic] [Sacude tu cuerpo]”.

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Está claro que todos los idiomas toman palabras prestadas de los otros. Así como los franceses dicen week-end y nunca “fin de semaine”, o sandwich o hotline, entre tantas otras, hay muchos vocablos franceses que se han diseminado por el mundo e incorporado a otras lenguas como champagne, déjà-vu, trompe l’oeil, champiñón… Algunas de estas palabras están tan asimiladas que se olvida su origen. Siempre cuento la graciosa anécdota de cuando un amigo me preguntó: ¿Cómo se dice paté de foie en francés?

pate de foie de canard

Salvo las lenguas ya muertas, los idiomas van evolucionando y es natural que se sumen nuevas palabras así como que otras caigan en desuso.

Dicho esto, Howse pone en duda la eficacia del llamado de Serres, recordando que ninguna Academia de Lengua puede controlar la aduana lingüística y evitar la importación de extranjerismos.

No puedo menos que estar de acuerdo. Pero eso es una cosa y otra la tilinguería de algunos que los lleva a no tener más creatividad en los nombres que ponerlos en inglés.

Además, hay cosas que los Estados sí pueden hacer, tanto en defensa de su idioma, como en contra del mismo. Un ejemplo de esto último es la Ley universitaria comentada más arriba…