Uruguay. Punta del Diablo. Te llena el alma de sensaciones.

 

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay.

 

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Uruguay. Punta del Diablo. La furia del mar subyuga al granito. Fotos: Marta Paoli.

 

Había recorrido unos 40 kilómetros de la ciudad Fronteriza del Chuy. Las agujas de mi reloj marcaban pasado el mediodía y llevaba con orgullo el clásico cosquilleo de la hambruna en el estómago. Muy de refilón vi el cartel: “Punta del Diablo” Gire sin pensarlo y enfile hacia la Playa. Este es un lugar que siempre quise visitar, la tiranía de la falta de tiempo me lo postergaba. Invariablemente acaparó mi atención cuando curioseaba algún mapa del Uruguay.

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Uruguay. Punta del Diablo. Pequeñas embarcaciones que se meten en alta mar. Fotos: Marta Paoli.

 Ya pasaron algunos años desde que el Capitán de un barco de Pesca de altura de Mar del Plata. Gran compañero de aventuras, se ocupaba de entusiasmarme. Me lo señalaba porque según su experiencia allí había Peces de pico – marlín, Pez espada- Según sus conocimientos y observaciones. Lo que si me aseguraba que era un lugar de pesca único. Tenía un gran inconveniente era muy difícil de operar con redes por la cantidad de restingas- sedimentos de arena y piedras- Su fondo rocoso es el que atrae especies menores y detrás de ellas las más grandes

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Uruguay. Punta del Diablo. Las dunas bravías no quieren dejar su lugar junto al mar.

Vivía un día muy lindo y soleado, esta circunstancia me aseguraba buenas fotos, estaba dispuesto a disfrutarlo. Poco viento. Unos grados más y ya era un veranito. El plan me pareció interesante. A medida que iba entrando en el pueblo la aparición de algunas dunas me entusiasmaban. Entre ellas asomaban casas muy pintorescas y pintadas de variados colores. Los rebuscados nombres de muchas de ellas y algunos muy originales me pusieron de buen humor. Subí el volumen de la radio. Baje las ventanillas. Y mi imaginación hizo el resto… me parecía verano…si alto verano.

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Uruguay. Punta del Diablo. Los boliches muy cerca del mar.

Al acercarme a la costa el aire del mar me acercaba ese clásico olorcito a felicidad. Mi coche avanzaba y era evidente que la cercanía de la playa era una realidad. Una curva importante y un gran médano con arenas suaves y rubias. Mostraban su majestuosidad y su rebeldía. Parece que te gritan correme que vuelvo al lugar cuando quiero. Por sobre ellas la cabellera blanca de la espuma de un mar empecinado en acercarse a la costa. Revelaba su carácter como si estuviera embravecido. Me fui acercando a él y encontré un lugar para estacionar. Ya de a pie, lo fui haciendo muy despacio disfrutando el momento, buscando el agua.

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Uruguay. Punta del Diablo. La fuerza del mar le gana a las piedras. Fotos: Marta Paoli.

Las piedras y las grandes moles de granito demostraban la resistencia que le hicieron durante muchos años al embate del agua. Sus aristas redondeadas y sus caras arrugadas como lo humanos. Exhibían su tiempo inamovible de sol, arena y agua. Grandes estrías marcaban sus panzas gordotas que parecían disfrutar del sol. Entre ellas las crestas blancas y juguetonas que tozudamente iban a golpear con todas sus fuerzas a las moles de piedras. La eterna lucha desigual, algo tan etéreo como el agua, contra esas moles que parecen inamovibles. El resultado parece cantado. La paciencia y la persistencia del mar al final logran lo que quiere. Este era un desafío que provocaba que el agua explotara en miles de estrellas. A su vez estas salían disparadas hacia el cielo en una lluvia blanca de mar encrespado.

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Uruguay. Punta del Diablo. La punta de la Bahía defendida por el granito.

La máquina de fotos se recalentaba de tanto disparar y yo atacaba con ella distintos ángulos, porque el mar encaprichado cambiaba los matices de acuerdo a la fuerza que traían las olas cuando se acercaban a la orilla. Estaba casi en la punta de esta fortaleza de grandes piedras que forman una punta de la bahía. Más allá en el centro de esta, el mar que se debate y se acerca a la playa de rubias arenas. Poco a poco se va deshilachando en plata dándole a este desembarco un hermoso efecto.

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Uruguay. Punta del Diablo. Sobre la playa descansa la flota pesquera.

Sobre sus playas descansa la flota pesquera. Pequeñas embarcaciones que demuestran la valentía y baquía de su tripulación para meterse al mar. Es su tarea, en la diaria y sacrificada búsqueda de su sustento en aguas enriquecidas de peces. Muchos tiburones para luego salarlo y que seguramente van enriquecer magníficos guisos. Un camino lateral que bordea la playa y las paquetas casas, humildes pero muy pintorescas que emergen al costado de él. El automóvil recorre este trayecto prácticamente metido en el mar.

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Uruguay. Punta del Diablo. Las artesanías adornan la playa.

No pude dejar de recordar en mi país Argentina, a nuestra Villa. Sí. Villa Gesell la pionera… la de sus comienzos. Cuando para arribar a ella se debía recorrer un difícil camino. Era de tierra. Muchas veces barro y que no te dejaba avanzar. Fue una protección para la invasión del turismo. Era solo para valientes y era un verdadero desafío llegar. Era el premio a los intrépidos que se aventuraban a descubrir su belleza entre los medanos. Así me pareció Punta del Diablo. Me gusta. Si me gusta mucho este lugar. Me imagino a los más pequeños disfrutando, jugando con sus fantasías y gozando de sus playas.

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Uruguay. Punta del Diablo. Dicen sus enemigos que cuando empezó a cantar era blanco.

No me quería despegar de este itinerario pero se hacía tarde y era un día de semana de cualquier mes. Los pocos restaurants abiertos en cualquier momento me cerraban y tuve que recordar que entre allí porque el hambre me devoraba. Volví al principio. Y empecé la pequeña recorrida gastronómica. Fui atraído por el sonido de una guitarra que sonaba muy provocativa y a su vez era atractiva como un talismán. Allí estaba él que me atraía con esa melodía pegadiza de los setenta. Seguí la curva y casi me lo llevo por delante. Daniel Correa parado en el medio de la calle y a pleno sol, entonaba pegajosas melodías. Lo hice mi ídolo. Busque una mesa frente a él y me dispuse a disfrutarlo. Un morochazo subido de tono. Un auténtico uruguayo. Dicen sus enemigos que cuando llegó a la Punta del diablo era blanco. Pero de tantos recitales al sol quedo de ese color ¡Grande ídolo!

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Uruguay. Punta del Diablo. Las casas desafían a los médanos.

Qué lindo la estaba pasando. Una clásica Patricia la rubia cerveza uruguaya que estaba encaprichada en salir a bailar. ¿Qué van a comer? La tradicional pregunta de una moza muy joven y atractiva. Mariscos por supuesto. Fue mi rápida respuesta. Alguno en especial. No. De Todo. Le replique demostrándole que teníamos un interesante vacío estomacal. Una rápida variedad paso a ser parte de nuestros cuerpos. A su vez escuchando una selección de temas agradables a nuestros oídos. Melodías que se aprovechaban de los más sensibles y nos inundaban de magníficos recuerdos. Me llamo la atención que la juventud presente participaba cantando sus letras. Un verdadero hallazgo. ¡Qué lindo la estaba pasando!

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Uruguay. Punta del Diablo. Las aguas llegan mansas a las playas.

 No quería que se me pasara el tiempo ni tampoco me quería ir. Di una recorrida por el coqueto local “Lo de Olga”. Así se llamaba el Restaurant. Su dueña muy preocupada comenzó a contarme de sus pesares por los aires modernos que corren por estas playas y que ella hace muchos años habita. Fue una de las adelantadas y colaboro mucho para que este lugar se conociera. Hoy paga la consecuencia de su poco egoísmo. Quieren voltear toda esa belleza y traer la modernidad. Cemento y más cemento. El turismo es así lo llamamos para hacer del lugar un emporio. Pero requiere de todos el gran sacrificio. Compartir nuestros placeres diarios. Nos obliga a pasar de lo personal a lo general. El progreso también destruye estas cosas. Que no dejan de ser maravillosas. La nostalgia me asalto pensando nuevamente en aquella Villa Gesell… me invadió con todo su egoísmo.

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Uruguay. Punta del Diablo. Daniel Correa seguía deleitándonos con sus canciones.

 

 

 

 

 

 

Ecuador. Un paraíso Pesquero. Debería ser explotado Turísticamente.

 

 Recuerdos de mis Viajes por Ecuador

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Ecuador. Puerto Santa Rosa. El tiburón muestra su artillería.

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Muy pocos kilómetros separan al Puerto Pesquero de Santa Rosa de Salinas la más importante Playa del Ecuador. Pocos y cuando digo pocos es hablar de menos de tres kilómetros. El Visitante se lleva la gran sorpresa y si es un Pescador deportivo como en mi caso, soporta una rara sensación. Impotencia. Ganas súbitas e irrefrenables de pescar y de encontrar una infraestructura adecuada que le permita practicar una excursión y volver con los ejemplares que ve allí. Sobre todo cuando identifica las mejores especies deportivas a nivel mundial, inertes y directamente pescadas para el consumo, no deja de exclamar. ¡Qué desperdicio!

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Ecuador. Salinas. La Pesca de los Grandes.

La mejor galería de trofeos, descansaban en el suelo listos para su venta, limpieza y transporte para luego ser consumidos en un restaurant o apretujados en una lata en la góndola de un supermercado en cualquier lugar de la tierra. Allí tiesos estaban los peces estrellas que iluminan las Galerías de Fotos de los Pescadores Deportivos del mundo. Allí están los muy elegidos, aquellos que tuvieron la feliz oportunidad de Pescar, exhibir y fanfarronear con uno de ellos… conocen muy bien de que les estoy hablando.

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Ecuador. Puerto Santa Rosa. ¡Los Atunes! Esperando la mayonesa.

La lista de especies deportivas que vi allí es interminable. Cada uno de ellos por su tamaño y por su nombre artístico merecen estar presentes en el living de cualquier pescador deportivo del mundo. A saber y luego de una pequeña recorrida, estos famosos encabezaron la lista: Marlín, Yahoo, Pez espada, Pez Vela, Dolphin, Atunes, Tiburón majo, tintorera, martillo etc., etc. La riqueza ictica que contienen estas costas y su calidad es una joya preciosa…un diamante en bruto. Sobre todo para nosotros los Deportivos que en forma inmediata somos capaces de reconocerlos.

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Ecuador. Puerto Santa Rosa. Los pelikanos felices con tanta comida.

Con sinceridad debo expresar que no me parece real que las autoridades Turísticas del país hermano no tomen cartas en el asunto  y realicen un plan de acción para promocionar la Pesca Deportiva. No solo a nivel interno sino también a nivel Mundial, con seguridad que esta riqueza ictica se debe extender en toda la Costa Ecuatoriana. Me pareció muy raro que en tantos kilómetros que recorrí, solamente vi una caña empuñada por un Deportista.

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Ecuador. Puerto Santa Rosa. Un tiburón martillo.

Lo que no deben dudar los Ecuatorianos es que los Pecadores Deportivos, tal como ha ocurrido en mi país, argentina y en el mundo son los grandes embajadores de las excursiones del ocio y el deporte. Y en su afán de realizar su actividad preferida, recorren muchísimos kilómetros e invierten mucho dinero para disfrutarlo. Luego llevan a sus familias y a sus amigos, así se convierten en grande colonizadores del Turismo sin olvidarse que son los grandes difusores de las bondades de la región, clima, bellezas naturales y si no son tan buenas y hay buena pesca, la mejoran… mienten. En su afán de poder practicar su deporte predilecto.

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Ecuador. Puerto Santa Rosa. El pez espada muy codiciado por los deportivos.

En forma gratuita difunden y pasan sus datos de continente a continente. Con solo consultar en Internet nos daremos cuenta de ello. En nuestro país en algún momento hemos manejado una cifra de 10 millones de Pescadores deportivos y siempre la consideré exagerada. Es por ello que cuando debía convencer a algún funcionario, le respondía: Usted suponga que los Periodistas de Pesca estemos mintiendo como lo hacemos con los tamaños de los peces. El Doble. Y considere que en la Argentina hay cinco millones de Pescadores Deportivos, multipliquemos esta cantidad por un consumo mínimo. Un gasto anual por cada uno de ellos y el número final me parece importante para cualquier autoridad de Turismo y para cualquier país.

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Ecuador. puerto Santa Rosa. La costa atestada de compradores y vendedores.

…Absorto con mis pensamientos, parecía embrujado, con la mirada perdida. Fija en algún ejemplar que me hubiese sacado el sueño por las ganas de pescarlo, empuñando una caña. Me llevaban por delante, cuerpos transpirados por el trabajo y alguna cola de un ejemplar que era transportado sobre los hombros. El fuerte olor a pescado invadía mis narices. Mis fantasías volaban sin contención y me imaginaba en plena acción. Con cada uno de ellos colgados de mi línea. No podía faltar la gastada mientras fanfarroneaba con mis amigos. Me veía abrazándolo con el rostro desfigurado por el esfuerzo de sostenerlo ayudado por dos o tres de ellos. Poniendo a su vez la mejor cara de satisfacción para la foto, Nuestras sonrisas por supuesto más grandes que el pescado y luego devolviéndolo al mar. Estaba en ese trance cuando sentí en mi espalda un fuerte golpe. Un atunazo que me puso en órbita. El operario se deshacía en disculpas. Pero en realidad el que estaba mal estacionada en la pista de maniobras como un… ese era yo.

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Ecuador. Puerto Santa Rosa. La flota descansa merecidamente.

El puerto de Pescadores de Santa Rosa, Ecuador era un hormigueo incesante de personas que iban y venían en un deambular nervioso y rápido, propio de la actividad.  Una importante cantidad de gente y muchos de ellos con afilados cuchillos a la cintura que usan en el trabajo que desarrollan, me resulto al primer instante un poco intimidatorio. Pero desde el momento que saque la maquina de fotos e intente sacar la primera, fui invitado a acercarme y entrar al recinto para enfocar mejor. Inmediatamente se ofrecieron para levantar las piezas y asesorarme sobre sus nombres y formas de pesca. Me di cuenta que seguía estando en Ecuador y su gente solamente lo que desea es agradar, por lo tanto me moví por allí como si fuera mi propia casa.

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Ecuador. Puerto Santa Rosa. Para algunos la pesca fue muy buena.

 La flota estaba anclada a 100 metros y hasta allí los compradores eran transportados en botes a remo en los denominados taxis o fletes, antes de que el pescado recién llegado tocara tierra firme ya había sido vendido. Se hacia evidente que hasta allí se trasladaban los mas poderosos y comprarían lo mejor y mas barato y el resto recién lo hacia cuando este llegaba a tierra. Movida similar que se hacía para los grandes. Se repetía para los pequeños peces.

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Ecuador. Puerto Santa Rosa. El pez espada y todo su esplendor.

 Para estos últimos los más económicos, sus compradores me dieron la sensación de que eran los dueños de casas de comida, entre ellos se encontraban algunas mujeres. A los costados de la calle lateral, innumerables puestos con alimentos, de pescados, ceviches y arroz que en general son los ingredientes que están en todos sus platos típicos. Todos acompañados por los clásicos jugos de frutas, con el agregado de agua, el vino prohibido por su precio. No tienen producción propia y se consumen Chilenos en su mayoría y muy pocos argentinos… muy pero muy caros.

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Ecuador. Puerto Santa Rosa. Los botes listos para ir a donde esta la flota.

 La flota está compuesta por pequeñas embarcaciones de fibra de vidrio, tipo trackers de 6 m de largo, con motores fuera de borda de 75 caballos de fuerza, recorren 60 millas -un solo motor- y la velocidad es de 15 millas la hora. Realizan su pesca en el día, si no se da en forma inmediata se quedan una noche en el lugar, como máximo dos días hasta lograr su objetivo, a la intemperie sin usar ningún cobertor, todo se hace al aire libre, es una pesca totalmente artesanal.

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Ecuador. Puerto Santa Rosa. El dolphin un clásico.

El Puerto de Santa Rosa es un puerto que está muy cerca de Salinas, esta tiene en frente a hermosas playas y con aguas muy complacientes. Haciendo honor a su nombre…El pacifico. Sus aguas con una población ictica seleccionada. Las fotos son elocuentes de la riqueza Pesquera que contiene el mar que moja las playas del Ecuador, está cubierto de escamas de Oro… deben visitarlo.