“Ámame suavecito”: El beso de “Farsantes”

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Más un beso en la frente que un “chape” pasional. Una caricia en la mejilla más que un “chupón” inolvidable. Un acto de ternura. Un “piquito” inocente. El primer paso de un amor; no, me retracto porque amor ya había, las cartas ya estaban sobre la mesa, Pedro (Benjamín Vicuña) ya le había dicho a Guille (Julio Chávez) que pensaba todo el día en él, que no podía más con lo que le pasaba.

Entonces el beso fue una consecuencia natural de un amor que comenzó a cocinarse en el primer capítulo de “Farsantes”, cuando estos dos abogados comenzaron a trabajar juntos, a acompañarse, mirarse, aconsejarse, ayudarse, reírse y desearse.

Desde la semana pasada se sabía que ayer se iba a concretar el gran momento, seguramente como contra propuesta a la final de “Celebrity Splash”, aunque lejos de convertirse en un “momento épico”,  se presentó como pieza indicada para completar un rompecabezas, cuyo esqueleto estaba configurado desde hacía semanas, y al que sólo le faltaba un engranaje.

No fue entonces “la escena más importante de ´Farsantes´”, sino la esperada, la que debía ser, la que ya no podía hacerse esperar más. Y llegó con algunas sorpresas para asombro de la platea cautiva y también de los curiosos que ayer se asomaron a ver “¿qué onda?”, tal vez motivados por la difusión y el boca a boca de los días antecedentes.

Y así fue que, respondiendo a la estructura que viene presentando la ficción, el capítulo de anoche no comenzó en la instancia en que se había abandonado el día anterior, que en este caso hubiese sido la casa de Graziani, con Pedro mojado y aturdido y Guillermo, amanecido, tratando de comprender qué estaba pasando y disfrutando -sin poder hacerlo- de lo que su socio le estaba confesando.

No, no largó ahí. Comenzó en la casa del matrimonio Beggio, con Pedro incubando una gran gripe después de haber atravesado una tormenta nocturna para confesarle suavemente su amor a Guillermo, sin siquiera mencionar la palabra amor, y su mujer, Camila (Julieta Cardinali), indignada por su curioso acto y su conducta indescifrable.

Lo que había ocurrido entre esta escena y la anterior, unidas ambas a través de una elipsis, se supo luego mediante un flash back y, para sorpresa de muchos, el beso no había sido, o no había tenido que ser en la casa del abogado maduro tras la confesión del penalista principiante. Todavía faltaba. Y sólo Mario Segade y Carolina Aguirre, geniales guionistas de la historia, iban a decirnos cuándo.

Antes hubo que sacar a Camila del medio, y amparados en la histeria de la mujer y utilizando como excusa el estado gripal de Pedro, ella desapareció del departamento rumbo a la casa de su papá por miedo a contagiarse y afectar su embarazo.

Entonces, una vez más Pedro sintió el vacío que siente cada vez que se aleja de Guillermo; a pesar de la sobreprotección de su esposa, a pesar de que ella es un amor con él,  a pesar de que, hasta ahora, se auto-repetía sin cesar que era ella el amor de su vida y no él.

Un vacío que obviamente desapareció cuando Guille cruzó esa puerta para venir a cuidarlo, a mimarlo -aunque con distancia-, demostrarle que lo quiere, aunque le moleste que se le note lo que siente por Pedro.

En medio de esa pieza, semi acostados en su cama matrimonial, y para venir a contradecir los “mandatos futuristas” de espectadores -entre los que me incluyo- que pensábamos que la posta la iba a tomar Guillermo, el homosexual asumido y experimentado, el que dio el puntapié para el beso “suavecito” fue Pedro, un hombre que nunca intimó con hombres, pero se está enamorando de su socio, si es que ya no está enamorado.

Y fue un beso, sólo un beso. Mucho menos romántico que el de Gaby (Griselda Siciliani) y Alberto (Facundo Arana) mientras caía el sol en un atardecer rutero. Mucho menos sexual que el de Ana (Ingrid Pellicori) y Miguel (Mario Pasik) en una noche de pasión. Un simple choque de labios con una gran dosis de amor.

Al fin de cuentas, fue el beso que le correspondía a este amor grande, tímido, cálido, tierno y prohibido. Un beso chiquito. Ya habrá tiempo de más…