El final de “Farsantes”: La presencia de los ausentes

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los farsantes

Lloraron ellos y lloramos todos. Fue un mar de lágrimas, un cierre de historia colmado de emoción y reflexión. No hubo desenlace rosado porque el galán de Guille (Chávez) estaba muerto y el de Gabriela (Siciliani), preso, aunque el público bien sabía que Pedro (Vicuña)  iba a aparecer a lo “Sexto sentido” y “Beto” (Arana) no porque se fue enojado con Chávez.

Sin embargo con maestría, oficio y maremotos de sensibilidad, los autores de “Farsantes” cerraron magistralmente una ficción que tuvo todo para ser una obra maestra y se pinchó en la recta final por las visibles ausencias y enojos de sus protagonistas.

Aún así, hubo un esfuerzo notable por transformar las ausencias en presencias y funcionó muy, pero muy bien. Por cierto,  nadie podrá decir que Alberto no estuvo porque fue mencionado todo el tiempo; por Gabriela, por Guille, por Fabián (Chino Darín). Fue el motor que condujo la decisión crucial de Gaby, que le puso llave a su tierna e inocente relación con Antonio (Lamothe), a quien, aún lejos,  querrá con todo el corazón siempre.

Fue también la palabra justa, “Alberto”, que utilizó  Guillermo para abrirle los ojos y contarle, como si ella no supiera, que no soportaría la linealidad de un matrimonio basado en “las pequeñas cosas de la vida”; que a ella le gusta el quilombo, la adrenalina, que la dejen plantada, que le corten la cara.

“Te casás y a la semana vas a estar pidiendo que te caigan chistes del cielo”, le dijo tan certeramente para describir lo que sería su vida diaria junto a su novio de toda la vida.

Y por Alberto es que Gabriela decidió cortar con Antonio. Y por Alberto decidió que va a esperar los 15 días que restan, aún pensando que capaz el pelilargo ya no quiere saber nada con ella y podría llegar a romperle el corazón. No sabremos nunca qué pasará y es lo malo de la ficción, que el futuro no existe más allá de los cierres.

¿Qué decir de Marcos e Isabel? O mejor dicho, ¿qué decir de la dupla que supieron forjar Alfredo Casero y Vivian El Jaber?  Exquisita, genial, increíble. Risas, con ellos todo risas. Se distanciaron, se amigaron, se engañaron y se terminaron queriendo con pasión.

En el medio, una gran decisión autoral porque el día que Marcos decidió dejar a Isabel para escaparle a la rutina matrimonial de años y vivir de la lujuria con una mujer mucho más joven, la mujer no se tiró en una cama a llorar y a reprocharse qué había hecho mal; se levantó, se vistió, se cambió el look y hasta se animó a coquetear con otro hombre.

Entonces Marcos la extrañó y quiso volver, y ella se hizo la exquisita y él la tuvo que “festejar” como hacía 30 años y la platea femenina la aplaudió fuerte, muy fuerte.

Por eso es que en su escena final, Marcos usa la comparación y le muestra a Gabriela la foto de su matrimonio, hoy muy feliz, con sexo a dóquier y fantasmas en el olvido para decirle que el verdadero amor es eso, pasión a perpetuidad, además de cariño incondicional.

Claramente la postal más esperada era el reencuentro, aunque sea ilusorio, entre Pedro y Guille; pedido al hartazgo por los fanáticos y necesario para cerrar la historia de amor más renombrada de 2013.

Nos quedamos contentos pensando que ahora sí Guille se va a animar a estar con José sólo porque Pedro lo habilitó, le dijo que fuese feliz y que solamente los separaba un plano.

Y como con Gaby, no sabemos que pasará después, pero sentimos que el personaje de Vicuña liberó al del Chávez, le dio el visto bueno, le pidió que siga adelante hasta que vuelvan a encontrarse.

Si alguien que no hubiese visto la serie, se hubiera puesto a mirar este final, nos diría: “los protagonistas son Julio Chávez y Griselda Siciliani”. No podríamos contradecirlo porque fueron ellos los que se llevaron las miradas de este cierre de libro. No solo por sus historias personales, sino por la que los encuentra unidos desde que eran profesor y alumna.

Y entonces, cómo no aplaudir a rabiar a los autores que debieron labrar el final más insólito de la historia de las telenovelas argentinas: dos héroes sin amores presentes.

Pero como en la ficción todo vale, los que no están, estuvieron, y los vimos en pantalla, o los imaginamos dentro de 15 días, los soñamos dentro de unos años y lloramos porque lo fue, es y será.

Sentimos lástima por el final de la novela; pero no por el magnífico final que vimos ayer, colmado de frases célebres, sino por las bajas del elenco que trastocaron todos los caminos posibles de una historia interesante, distinta y querible.

Después de ver este final,¿deberíamos seguir diciendo que la vida solo se construye de presencias? Yo creo que no. O que sí, porque hay ausentes que han calado tan hondo, que se harán presentes siempre.