Por: Pablo Adriano
Calzarse las zapatillas no significa para todos lo mismo. Existen tantos motivos como corredores.
Técnicamente se le atribuye la sensación de bienestar a la producción de endorfinas por parte de la glándula pituitaria y el hipotálamo inhibiendo el padecimiento e incrementando la euforia y la excitación.
Por mi parte puedo decir que desde que descubrí el mundo del running (amateur) encontré corredores con motivos completamente distintos para calzarse las zapatillas. Algunos corren para superarse a si mismos, otros para demostrarle a alguien más que pueden, otros corren para adelgazar, por moda o para superar las frustraciones y el estrés. Cada persona corre por un motivo diferente que hace de este deporte una experiencia única.
Creo que hay un momento para encontrarse – o no – con el running. Me inicié por casualidad y mis primeros kilómetros fueron desprolijos y agotadores. Seguí corriendo sólo por la extraña y extrema sensación de bienestar y placer que sentía luego de cada entrenamiento. Hoy corro por el antes, por el mientras y por el después.
Cuando comencé a correr cometí el error de creer que en unos pocos kilómetros y unos varios rodajes ya había descubierto todo acerca de esta pasión. Tiempo después me sumergí, con poca información y aún sin entrenador, en mi primera carrera. Los 10k nocturnos de la Fundación Leandra Barros en Pergamino (Provincia de Buenos Aires, Argentina) fueron el sacudón que necesitaba para reconocer que había descubierto una revolución que no sólo yo sentía, sino miles y miles de personas.
Esos 10k tal vez se sintieron eternos en comparación con los fondos semanales que uno suele correr cuando ya está más entrenado. Sin embargo los recuerdo con emoción y adrenalina. Era un noche despejada y fría, en una ciudad que no conocía. Ese fin de semana doy fe de haber cumplido con cuanta premisa y recomendación había encontrado online. Los momentos previos a la largada me deslumbraron. Desconocía la sensación de estar entre miles de personas con sonrisas de oreja a oreja entonando una cuenta regresiva que los llevaría primero al esfuerzo y luego al placer. La experiencia de correr de noche es única, y más aún cuando se trata de recorrer un sendero desconocido. Los últimos 1.000mts fueron cruciales para reconocer que “esto de correr” se trata más de superación personal y de vencer los propios límites que de una competencia.
