¿Vivimos a Máxima Velocidad?

#SaludMental

Este post trata sobre un tema que genera malestar en la época actual pero pasa desapercibido: el acelere en el que estamos inmersos cotidianamente y que se manifiesta en una “vida hiperactiva”. Comenzaré hablando de un ejemplo de la vida cotidiana para continuar con un caso clínico y seguir con una reflexión acerca del avance de la tecno-ciencia y finalizar introducir algo acerca del “Movimiento Slow

Los valores actuales ubican al aprovechamiento del tiempo “el tiempo es oro” como un deber absoluto. El famoso “Carpe Diem” de la película “La sociedad de los poetas muertos” es interpretado en la actualidad como una obligación de  “no dejar para mañana todo lo que puedas hacer hoy”. Se observa cada vez más gente opta en sus tiempos libres en realizar actividades que se plantean como saludables en las cuales la velocidad es protagonista: Maratones, carreras de bicicleta, spinning, etc. ¿hacia dónde estamos yendo?

 

El empuje a la hiperactividad

Esta es la descripción de una mañana de una persona cualquiera:

Necesita estar al tanto de la información de último momento, del estado del tránsito y del clima antes de salir de casa mientras se desayuna rápidamente (en el mejor de los casos), se corre un colectivo o en auto y se escucha en la radio otras cosas que hay que saber, se va al trabajo o la escuela, gimnasio etc. Todo esto en medio de una impresionante contaminación visual de anuncios y auditiva de bocinazos. Así arranca el día del promedio de la gente. Más tarde hacer compras rápido, comer comida rápida, mirar la tv haciendo zapping, leer a los chicos un “cuento para contar en 3 minutos”. Cada vez somos más eficientes, más previsores, más calculadores. ¿Estaremos emulando a las máquinas?

La trampa del que mucho abarca…y poco aprieta

Una característica de la vida actual que suele presentarse respecto del tiempo es la rapidez y las ganas con el que se tiene la iniciativa de comenzar alguna actividad: dieta, gimnasio etc. y como “el saber no ocupa lugar” realizamos múltiples cursos y capacitaciones o una carrera profesional y es asombroso comprobar la velocidad con la que esto cae en saco roto. Y de esa forma se pasa de una cosa a otra sin detenerse a ver qué se está haciendo y para qué.

El otro día vi una publicidad de un auto muy conocido en la que una mujer conversa con su amiga mientras maneja acerca del entusiasmo por un nuevo trabajo, que le darán cremas, luego gira en una esquina y habla de la posibilidad de trabajar temporariamente con el padre, otro giro con el auto, y habla de trabajar independientemente en algo ecológico, nuevo giro y habla de que hace un master, y por supuesto un auto que te sigue a donde vayas. La pregunta sería ¿somos libres o esclavos de ese entusiasmo, desencanto y nuevo entusiasmo?

Si la publicidad apunta a vender el producto será porque puede generar en el público la impresión de que la velocidad y el cambio permanente son un valor del que no se puede prescindir para vivir en el mundo de hoy. ¿Será así?

Tener todo bajo control

La pregunta sería ¿cuándo frenamos? ¿Alcanzan las horas de sueño para reparar tremendo exceso de velocidad?

La respuesta la encontramos en el malestar de la gente en general, en los síntomas que padecen los pacientes que asisten a los consultorios médicos y psicológicos y en el estado de angustia generalizado que presentan.

Pongo un ejemplo de una paciente que es madre soltera, trabaja 9 hs, diarias, realiza las tareas del hogar, saca a pasear a su hija
los fines de semana, la ayuda en las tareas y es excesivamente organizada, todo lo tiene previsto y no descuida nada. La misma, un día tiene un episodio: yendo al trabajo en un tren repleto de repente se siente paralizada, no puede mover las extremidades y no puede hablar. Algo la frenó de golpe sin ningún sentido. La bajan del tren y llaman a emergencias. Mientras transcurría el hecho pensaba muy preocupada que tenía que avisar urgente en el trabajo el motivo de la llegada tarde porque de ahí se iba a tomar un taxi para no faltar. No se permite faltarle al otro. La cuestión es que luego de chequeos clínicos concluyen que lo de ella es estrés y la derivan a un psicólogo. Una agenda completa, sin pausas y de repente algo imprevisto entró en su vida, algo inmanejable impactó en el cuerpo y la obligó a consultar y desde ahí la oportunidad de ver qué se hace con aquello que se presenta y sorprende.

En el caso anterior podemos pensar que la omnipotencia con la que se manejaba hasta ese momento quedó conmovida. ¿Se puede tener cubierto y previsto todo con una agenda apretada?

La carrera tecnológica

Hoy en día asistimos a un escenario que nos muestra diversos avances tecnológicos y científicos a un ritmo devastador: Smart TV, teléfonos inteligentes, autos sofisticados. Esto fuerza a no dormirse como por ej. en las nuevas actualizaciones de software que hay que descargar sino no andan los programas, los dispositivos que acumulan cada vez más información, en fin todo queda obsoleto en cuestión de meses e incluso días.

Por supuesto que este progreso impacta en nuestra vida y nos lleva a no quedarnos atrás. Nos automatizamos, llevamos el ritmo acelerado de la tecnología, pero ¿somos más felices por ello?

Movimiento Slow

Quisiera brevemente introducirlos en un fenómeno que se está dando en varios países y que, si bien no tiene mucha prensa considero interesante difundir.

El movimiento Slow (lento en inglés) es una nueva forma de pensar al ser humano que intenta rescatar el valor de cada momento. Apunta a tomar el control del tiempo, más que someterse a su tiranía. Sostiene que si bien la tecnología puede ser beneficiosa en cierto sentido, es necesario no tener prisa en cuanto a las cosas importantes de la vida y retornar al disfrute de actividades como un paseo o compartir una comida con alguien.

El movimiento slow comenzó en 1986, en Roma, en una protesta contra la americanización de Europa por la apertura de una tienda, la más famosa marca de comidas rápidas. Esto llevó a la creación de la organización “Slow food”.

Uno de los máximos exponentes es el periodista escocés, Carl Honoré, quien escribió varios libros al respecto, entre ellos se destaca “Elogio de la lentitud”.

Para finalizar les dejo el “Decálogo” que Carl Honoré propone :

(Leerlo con tiempo y detenimiento para luego reflexionar sobre ello, de eso se trata)

• No dejes que tu agenda te gobierne. Muchas cosas que te planteas ahora son postergables. Prueba y verás.

• Cuando estés con tu pareja y tus hijos o con tus amigos, apaga el celular y desconecta el teléfono.

• Tómate tiempo para comer y beber. Comer apurado genera males digestivos y si la comida es buena y está bien sazonada, no la apreciarás como se debe. Este es uno de los placeres de la vida, no lo arruines.

• Pasa tiempo a solas contigo mismo, en silencio. Escucha tu voz interior. Medita sobre la vida en general. No tengas miedo al silencio. Al principio te será difícil, luego notarás los beneficios.

• No te aturdas con ruidos o mires televisión como si fueras una medusa petrificada. Escucha música con calma y verás que es bellísima. No te quedes frente al televisor porque sí.

• Escribe un ranking de prioridades. Si lo primero que escribiste es trabajo, algo anda mal, vuelve a redactarlo. El trabajo es importante y debemos hacerlo, pero medita y notarás que no es lo más importante de tu vida.

• No creas eso de que en poco tiempo das amor. Escucha los sueños de la gente que amas, sus miedos, sus alegrías, sus fracasos, sus fantasías y problemas. Es una estupidez pensar que se puede amar una hora por día y basta con eso.

• No creas que tus hijos pueden seguir tu ritmo. Sos vos quien debe desacelerar e ir al ritmo de ellos. Recuerda que la conversación y la compañía silenciosa son los medios de comunicación más antiguos que existen.

• El virus de la prisa es una epidemia mundial. Si lo has contraído, trata de curarte.

 

Lic. Marisa Fenochio

mfenochio@yahoo.com.ar