Nada es lo que parece

#SaludMental

Siguiendo con la temática del post anterior, acerca del estilo de vida actual a máxima velocidad, voy a agregar un fenómeno que tiene que ver con esto y es el tema de la desatención.

No es casual que este tan de moda el Síndrome por Deficit de Atención con o sin Hiperactividad (ADHD, ADD), un cuadro característico de los niños (los invito a ver el post que trata este tema) que en los últimos años es diagnosticado con frecuencias también en los adultos. En este sentido comentaré una película que está actualmente en cartel “Nada es lo que parece”, plantearé mi visión acerca de la relación entre la dispersión y el deseo y por último mencionaré un cuento muy interesante sobre este tema.

Nada es lo que parece

Fui el fin de semana al cine a ver la película “Nada es lo que parece” o “Now you see it”. No les voy a contar el argumento y les recomiendo que la vean. Lo que si diré es que me resultó interesante respecto de la desatención, que antes mencionaba. Y es que trata sobre el engaño, las trampas en las que caemos fácilmente y cómo lo que es obvio se nos escapa de las manos. El director nos despista, nos distrae con diversos recursos visuales y nosotros, telespectadores atentos, ya curtidos del suspenso, después de ver “Sexto sentido” desconfiamos de todo y al final oh sorpresa, ¿cómo no se me ocurrió? Se nos escapó algo importante y caemos en el truco de magia.

Algo parecido nos ocurre en la vida diaria: se vive en un estado de dispersión, saltando de rama en rama, de estímulo en estímulo, sin posarse en nada en particular. Hay un ir y venir de un lado al otro e incluso haciendo cosas simultáneamente sin poder parar.

Si este hecho fuera una cuestión meramente anecdótica de la descripción del estilo de vida postmoderno, nos perderíamos de entender que lo central es que este tipo de conductas lleva finalmente a desatender lo importante, con la consiguiente insatisfacción y angustia que esto provoca.

Lo importante es…

Ahora bien, ustedes preguntarán, ¿Qué sería lo importante? ¿No es acaso fundamental abarcar la mayor cantidad de cosas para una vida más completa en un sano equilibrio entre lo saludable y el disfrutar?

Es un buen argumento. Al menos es el libreto de la mayoría de las publicidades y slogans de productos de consumo. Entonces se pude pasar de la comida vegetariana al restaurante afrodisíaco, de trabajar 12 hs. diarias a pasar 4 hs. frente a la TV, de una noche continuada de series a un día de spa etc. etc. Ahora bien, como se dice “el que mucho abarca…poco aprieta”. Porque podemos concluir que en esta dispersión algo se pierde. La frase “Más vale pájaro en mano que 100 volando” versión postmoderna sería: “Más vale atender a 100 pájaros volando que atrapar a uno.”  ¿Qué cosa se desatiende en este proceso? Seguramente el deseo.

 

No es eso

Freud menciona “El cuento de los 3 deseos “en sus “Lecciones Introductorias del Psicoanálisis” que resulta interesante en este sentido:

Un hada bondadosa promete a un pobre matrimonio la realización de sus tres primeros deseos. Encantado de la generosidad del hada se dispone el matrimonio a escoger con todo cuidado, pero la mujer, seducida por el olor de unas salchichas que en la cabaña vecina están asando desea comer un par de ellas, y en el acto aparecen sobre la mesa, quedando cumplido el primer deseo. Furioso, el marido pide que las salchichas aquellas vayan a colgar de las narices de su imbécil mujer, deseo que es cumplido en el acto, como el segundo de los tres concedidos. Por supuesto que esto no es nada agradable para la mujer, y como, en el fondo, su marido se siente unido a ella por el cariño conyugal, el tercer deseo ha de ser el de que las salchichas vuelvan a quedar sobre la mesa.

De esta forma se pierden el sentido por atender estímulos del momento.

Por otro lado hay que aclarar que el objeto de deseo siempre es evanescente: cuando se cree haberlo encontrado rápidamente se fuga y la persona se percata de que “no es eso lo que quería”, entonces se pone en búsqueda de otra cosa en un circuito que se reactiva nuevamente con cada estímulo que se presenta. La distancia entre lo anhelado y lo obtenido pareciera ser corta pero no se logra la satisfacción. Este fenómeno, tan viejo como la humanidad, sin embargo en los últimos años se ha hecho cada vez más acelerado gracias a la ciencia y técnica y el malestar aún mayor.

¿Cómo se alivia este malestar?

Es necesario localizar las coordenadas del deseo en cada uno. No hay manera de hacer generalizaciones en este sentido. No existe ni la pastilla, ni la receta mágica, ni un libro de autoayuda: es un trabajo personal y un desafío que lleva a cada quien a encontrar un trayecto posible y no 100 imposibles. Como he dicho en otros post, es un trabajo con todo lo que ello implica (tiempo, esfuerzo, disposición a perder ciertos lugares para ganar otros).  Si alguien se siente identificado con esta dispersión y la angustia que esto genera mi consejo es apostar a tratarlo en un análisis.

 

Lic. Marisa Fenochio

mfenochio@yahoo.com