¿Qué nos pasa cuando nuestros hijos duermen?

#SerMadres
Foto: Kambrosis

Foto: Kambrosis

Hoy te volvió loca. Sí, sí, admitámoslo. Te volvió (o te volvieron) loca. Estuvo quejoso, corrió por toda la casa, rompió algo, hizo pedazos las zapatillas nuevas, pintó la pared con ketchup, trajo una mala nota, le pegó a la hermana, saltó por todos los sillones -a pesar de que le dijiste cuarenta veces que no lo haga-, no quiso bañarse y no te dejó escribir ni un mensaje de texto de tres líneas.

Te volvió loca. Pasa. Pero al final se durmió. Por fin, a Dios gracias, el angelito cerró sus ojitos y apoyó su cabecita en la almohadita (¡cuán de madre es esto de los diminutivos!). Y por fin te relajás.

Pero no. No es tan sencillo. Porque ahí mismo, como si fuera un hechizo de La Bella Durmiente, tu hijo -que tal vez ya tiene 13 años y está cambiando la voz (qué miedo) se convirtió de nuevo en un bebito de días. En ese bollito envuelto en una manta que apenas se movía y al que querías acurrucar para siempre. En esos cachetes perfectos y suaves. En esa parte tuya que no podés creer que ahora respira por su cuenta.

Sí, cuando nuestros hijos duermen algo nos pasa a las mamás. Es como una nostalgia cursi que se clava en el pecho. ¿Les pasa?