A veces es difícil #SerMadres

Reflex

Foto: Kambrosis

A veces es difícil ser madres.

A veces tenemos ganas de llorar a gritos o gritar a llantos.

A veces la responsabilidad es demasiada y el cansancio agobia.

A veces es demasiado domingo para levantarse a las siete.

A veces tenemos cientos de preguntas sin respuesta.

A veces gritamos cuando no queremos gritar.

A veces un comentario ácido nos clava una duda amarga.

A veces no estamos seguras del camino elegido.

A veces simplemente queremos una palabra de aliento.

Sí. A veces se hace cuesta arriba.

#SerMadres es también todo eso.

Probablemente no todos entiendan que algunas veces sólo necesitamos una palabra amable y menos cuestionamientos.

Por eso hoy les escribo a ustedes, a esas madres que eligen respetar y acompañar con amor a sus hijos, desoyendo consejos desafortunados y escuchando a su corazón. Con aciertos y desaciertos, pero siempre con la convicción de apostar a un futuro mejor. A todas ustedes: GRACIAS, LO ESTÁN HACIENDO MARAVILLOSAMENTE BIEN.

La infancia es para explorar

correr

 

Los chicos se mueven. Corren, saltan, desordenan, ensucian, bailan, ruedan y la lista podría seguir. Sí, a veces me agoto de sólo pensarlo. Es aburrido secar baños inundados y quitar pegotes del sofá. Es agobiante levantar del suelo juguetes una y otra vez, como autómata. Nos pasa a todas las que tenemos hijos aún pequeños, ¿no?

La gente suele destacar cuánta energía tiene mi hijo, cuánto se mueve. “¿No estás cansada?” -me preguntan. Y no sé bien qué responder. A veces estoy cansada pero mayormente aprendí a convivir con esa energía que me conecta a 220 sin pedir permiso. Es intenso.

Andaba cavilando sobre estos temas, pensando sobre la “hiperactividad” y otros temas espinosos, preguntándome si no se suponía que todos los niños sean así, activos, curiosos, investigadores… Y justo en ese momento me encontré con la reflexión de una mamá luchadora que tiene dos hermosos hijos, un nene y una nena, ella diagnosticada con TGD. Sin duda quiero compartir con ustedes sus palabras porque me pusieron la piel de gallina.

“Siempre leo sobre discusiones con familiares porque los nenes tocan cosas. A mí me entristece. Cuando Valen era chiquita todos me decían como si fuese algo bueno que ella jamás tocaba nada, ibas al super, a una juguetería y ni miraba. Yo intuía que no era bueno. Y el diagnóstico lo confirmó. Ella se perdió una parte importante en su desarrollo, no pudo descubrir el mundo con sus manitos, tuvo que aprenderlo todo en sus terapias. Cuando alguien les diga algo si sus nenes tocan todo, cuéntenle lo triste que es que un niño no explore. ¡La infancia es para explorar!“.

Gracias Karina por recordarme que a veces perdemos el rumbo en las pequeñas cosas y nos olvidamos de apuntar al norte. Ojalá nunca el árbol me impida ver el bosque.

Infancia y violencias invisibles

Foto: Kambrosis

Foto: Kambrosis

María y Juan tienen un altercado en la calle. Discuten. Elevan la voz. Él se ciega de ira, no la escucha, la deja llorando sentada en la vereda y se aleja unos pasos, esperando que ella lo siga. Al ver que su estrategia no funciona regresa y la toma del brazo con fuerza. La obliga a caminar a la rastra, apretando su antebrazo con bronca, mientras le grita y la amenaza. Es humillante. ¿Creerían que esto es violencia doméstica, verdad?

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Buenas Madres Social Club

Foto: Kambrosis

Foto: Kambrosis

Descubrí hace poco tiempo que existe un blog donde se celebra ser “mala madre”, que no sólo es un blog difundido por la mayor compañía de medios de comunicación y entretenimiento del mundo, sino que también ha devenido en un grupo multitudinario en redes sociales. Pensé al principio que el título era irónico y que con humor aquel espacio virtual buscaba burlarse (como éste) de los mandatos maternales y sus pesadas cargas.

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Mi cuerpo es perfecto

Foto: Aleksey Tugolukov

Foto: Aleksey Tugolukov

Hoy dedico este texto que escribí hace un tiempo a todas esas madres que, como yo, aprendieron durante años a criticar demasiado sus cuerpos, a ponerlos bajo la lupa hasta el cansancio, a maltratarlos e incluso a odiarlos. Leí hace poquito este post y no pude dejar de pensar en los cientos de miles de mujeres que somos víctimas de esta cadena de injustos mandatos estéticos. Todavía tenemos mucho por desaprender. Ojalá podamos hacerlo por nuestros hijos.

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