Conspirando en tu contra

#SimpleMente

Afligida pensaba en por qué mis hijos son tan dependientes, el hecho de que lo fueran hacían mi tarea de madre cansadora. Mientras reflexionaba sobre el tema sacaba el hollejo de la mandarina que iba a comer mi hijo mayor, a continuación puse hojas de repuesto en la carpeta de otro de ellos deseando que tuviesen otra personalidad. Eran las 6 am, faltaba poco para que tuviera que ir a trabajar, y fue justo en ese momento, mientras que leía el temario del trimestral de mi hijo menor para elaborar algunos ejercicios que lo ayudaran a estudiar cuando pude entender.
Este claro ejemplo puede servir para ilustrar situaciones que ocurren en diferentes ámbitos, algunas simples y cotidianas como la mencionada y otras mucho más complejas. El resultado es el mismo en cualquiera sea el caso, sentimientos de angustia, malestar, enojo, hartazgo. Lo interesante es intentar darse cuenta no sólo de lo que ocurre sino también de qué hago yo para que eso suceda. Cuando nosotros podemos hacer contacto con el papel protagónico que tenemos en cada escena de la obra llamada “Mi vida” vamos a poder comenzar a accionar en función a nuestras necesidades. Muchas veces resulta más fácil sentir autocompasión por lo que nos pasa cómo si alguien desde alguna torre de control digitara cada uno de nuestros días. Sin ánimo de subestimar que somos seres sociales y dependemos tanto de los otros como de nosotros mismos, es también responsable saber que mucho de lo que nos sucede ocurre porque nosotros de alguna manera hacemos y permitimos que eso suceda.
Ya sea de manera activa como cuando nuestro accionar provoca respuestas que lamentamos o también cuando de manera pasiva permitimos que los otros, que lo externo se imponga a nuestra voluntad de manera permanente provocando el mismo sentimiento desapacible, SIEMPRE y son muy pocas las veces que utilizo esta palabra categórica, exceptuando impedimentos relacionados a la salud, podemos hacer algo para revertir o modificar dicha situación que no nos gusta para nuestra vida. Creo que acostumbrarse al malestar y no hacer nada para cambiarlo define a la mediocridad.
Una vez más nos topamos con la dura tarea de tomar las riendas del caballo desbocado, nosotros somos los protagonistas del cambio. Puede pasar mucho tiempo donde nos lamentamos, la pasamos mal, sufrimos, nos hacemos amigos íntimos de nuestra desdicha hasta entender que la realidad es un ente estático y que somos nosotros los Geppetto, quienes podemos si queremos darle vida a nuestra vida. Seguramente tome el mismo tiempo encontrarle la vuelta al “cómo”, tarea difícil si las hay porque ahí estás vos con vos mismo, con tus recursos y tus limitaciones para hacer con lo que hay algo mejor. Sin embargo no deja de ser en algún punto interesante empezar a probar, buscar, usar toda tu creatividad para descubrir un lugar mejor donde quieras poner la carpa hasta que necesites, cuando nuevamente te encuentres sacando hollejos, ponerte una vez más en movimiento.