Tengo dos amigos que llevan sus vidas por carriles absolutamente diferentes. Uno se la pasa cuidándose, al otro le importa poco o nada todo. Uno es de esos que está todo el día tomando agua como si necesitase purificar su cuerpo continuamente. Además, procura comer toda clase de frutas y verduras y va todos los días al gimnasio o a correr. Todo sano, todo legal. Está claro que le tiene pánico a la muerte, al paso irremediable del tiempo, a volverse viejo. El gordo, no. El gordo sale todas las noches y va al laburo sin dormir. Come mal, siempre comida industrial. Tuvo toda su vida trabajos duros, con esfuerzo físico, peligrosos y con jornadas de más de doce horas. No hace nada de deportes, solo invierte su energía en levantarse minas. Nada más.