La gota

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Solteros en crisis

Llovía. Era un sábado a la noche de esos que sabés que no vas a salir. Cada uno de nosotros se había pedido el plato del delivery que más le gustaba. Por alguna razón, los seres humanos creemos que podemos superar la depresión con kilos de comida. Algo nos dice que mientras más comemos, más rápido se nos va. Entonces, el gordo, con unos palitos de queso en la boca, dijo: “¿Cómo puede ser? Si parecía que esta vez iba todo bien”, y yo, en ese instante, me di cuenta que estaba cayendo en los tres estadios de la superación del fin de una relación. Tres períodos que todos en algún momento pasamos y que son parte de las mecánicas defensivas que uno emplea para tratar de curar rápido la herida que dejó una partida.

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Un cuarto kilo de tramontana

Los sábados me cuestan. Es el día de la semana en que uno aprovecha para salir y, cuando estás soltero, muchas veces pasa que tus amigos tienen algún casamiento, cumpleaños, asado con compañeros del trabajo y es ahí cuando te das cuenta que estás realmente solo. Muchos sábados a la noche me quedo encerrado en mi casa pensando que son mucho más dolorosos que los domingos, porque si un sábado a las nueve de la noche no te estás preparando para salir, quiere decir que, probablemente, aquel día sólo te acompañará tu soledad, pero los domingos… los domingos están naturalmente destinados a la depresión (si hasta a Dios le pintó el bajón). Sin embargo, como la necesidad tiene cara de hereje y perfume de mujer, desarrollé una estrategia para estos días en los que intento apagar desesperadamente las brasas que hacen arder mi corazón. Un procedimiento tan sutil que ni al mismísimo Napoleón Bonaparte se le hubiese ocurrido imaginar: me compro un cuarto kilo de helado de tramontana y me miro una peli tirado como un cerdo en la cama.

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Intensidades amorosas

Confieso que tengo el “te amo” fácil y estoy seguro que una de las mayores cuentas pendientes que aún conservo en mi vida es la de no saber manejar muy bien las intensidades amorosas. Quiero decir que, en verdad, creo que todo se trata de saber sincronizar el amperaje del amor. Esto es tener claro cuándo se debe ser intenso con alguien demandante, o cuándo ser distante con alguien independiente. Bueno, la cosa es que yo siempre fui a contrapelo de las personalidades de las minas con las que estuve, lo cual me otorgó un título con las mujeres que todavía no sé si es virtuoso o si evoca un defecto a tratar con mi psicólogo: siempre soy el anteúltimo hombre de sus vidas.

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