Un Motta, en el Día Mundial del Arte

#TeMuestroLaPlata

Hablan de Arte, en las enciclopedias, como esas producciones realizadas por el ser humano que tienen un fin comunicativo y, a la vez, estético, en las que se expresan ideas y sentimientos. Pero, hablar de arte, es como hablar de amor o de felicidad, siendo que esos conceptos, al ser producidos desde las arterias más sensibles de cada individuo, pueden variar tendiendo al infinito, porque el arte es también un estímulo, como lo es el amor y la felicidad. Es decir, nadie puede globalizar qué es lo puede entenderse por amor, qué es lo que puede definirse como felicidad o qué es lo que realmente puede ser considerado arte.

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Tal vez, lo mágico de estas experiencias, radica en la mismísima dificultad de encapsularlas, de entenderlas de igual manera entre unos y otros, porque el amor, la felicidad y el arte trascienden cualquier tipo de prácticas sociales y de costumbres culturales. El arte, entonces, podría estacionarse ahí, en ese lugarcito de la metafísica donde descansan las cosas que no pueden ser definidas por el hombre, como la idea de Dios, de alma y de mundo.

Por todo esto, conmemorar un Día del Arte puede ser tan extraño como creer que todos los demás días puedan ser obviados del arte, como del amor, o de la felicidad, porque el arte está ahí, dispuesto a presentarse ante el individuo para embellecer un momento, como el amor o como la felicidad, o como la fusión de los tres elementos.

Pablo Motta, quien firma bajo el seudónimo de Motteka, vive en City Bell. Dicen que pisó los 40 no hace mucho tiempo, pero, si uno lo mira caminar de espaldas, podría notar en su andanza relajada y distraída a un joven universitario, de esos que van con la cabeza cargada de ideas. Pablo es Artista Plástico, y tiene la proyección visual de un mediocampista, porque sabe dónde va a poner las líneas antes de dibujarlas, qué figuras van a representar mejor eso que quiere contar y qué colores van a poder expresar los sentimientos que promulga sacar al exterior. Eso es algo así como un artista completo, como un técnico del mensaje, como un constructor de universos paralelos, como un pensador contemporáneo de lo estético.

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Desde hace unos días, en muchas esquinas de la ciudad de La Plata, se está hablando de Motta. Es que el tipo ganó un concurso para producir una obra en el acceso central del Ministerio de Economía de la Provincia. Se trata de un par de paneles que se exhiben inmensos en la fachada del edificio, en pleno centro urbano de la ciudad, en ese lugar del mundo bonaerense por el que todos pasan.

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No es posible, cuando uno circula por la Avenida 7, entre 45 y 46, evitar levantar un cuarto la cabeza, porque la contundencia de los colores de esos murales genera una armonía imperceptible a la conciencia humana, pero no a sus ojos. Porque cuando la técnica, el sentimiento y la comunicación se unifican en un mensaje dan nacimiento a una obra, facultad productiva de la especie humana que  termina de completarse cuando un espectador la absorbe. Es decir, sin espectador no hay obra.

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El 15 de abril de 1452 nacía, en Italia, Leonardo Da Vinci, uno de los máximos representantes de la historia del arte. La Asociación Internacional de Artes Plásticas estableció que la fecha de su natalicio es motivo para celebrar, todos los 15 de abril, el Día Mundial del Arte. En #TeMuestroLaPlata elegimos festejarlo con un Motta. Parte de la obra de este artista platense puede disfrutarse en http://www.motteka.blogspot.com.ar/  (motteka@gmail.com).