Por: Inma Serrano Esparza
Es mi tercer año en Río y realmente estoy sufriendo mucho el calor. Este verano está siendo un infierno, con muchos días de 50° de sensación térmica. Lo de que en Río hay dos estaciones, verano e inferno (verano e infierno), es tal cual.
Nunca en mi vida usé tanto saias (polleras/faldas) y vestidos. Los pantalones, cuanto más cortos, mejor. Si pudiera ir en bikini todo el día, lo haría. Por eso cuando ayer vi la foto de André Amaral Silva en Facebook vistiendo una pollera le entendí perfectamente.
André trabaja como ilustrador sin aire acondicionado en el Centro Administrativo do Estado do Rio (Centro) que prohíbe a los hombres ir de corto pero permite a las mujeres ir de saia o de vestido. Es una norma general en Río y se aplica tanto en las oficinas públicas como en la mayoría de las privadas. El calor perjudica el rendimiento y es una medida injusta, ¿por qué mujeres sí y hombres no? Poder trabajar con comodidad es un básico, hacerlo en igualdad de condiciones, un derecho.
Tras años de sufrir el calor e intentar llegar a una solución con el administrador del edificio, André tomó la decisión de usar una pollera para ver qué pasaba. Al verle llegar semi-travestido, el portero del edificio se azoró, no le quiso dejar pasar y le pidió que hablara con el administrador, que es policía militar. Para su sorpresa el todo-pinta-que-esto-termina-mal militar le dijo al portero: “De pollera le puede dejar pasar”. Surrealista, ¿no? Un hombre de bermudas les parece poco elegante pero semi-travestido con pollera (y zapatillas) es Coco Chanel.
Quién sabe, igual el verano que viene se impone la moda del kilt-toalla y vemos a todos los cariocas a la escocesa, bien machotes.
