Nunca, lo que se dice, nunca, me dediqué de lleno a ningún deporte. Pero no hacer deporte en Rio es como vivir en Buenos Aires y no tomar mate. Primero vino el vóley playa y ahora, correr. Es que no es lo mismo jugar al vóley en una pista que en la playa, ni correr en un gimnasio en vez de alrededor de un lago o junto al mar. Así que, coincidiendo con mi reciente adicción a las endorfinas que produce correr, The Color Run me vino como caída del cielo: 5 km de pura diversión, sin agobio por ganar o quedar en buena posición. Es considerada la carrera más democrática que existe -la realizan desde gente en silla de ruedas hasta niños y ancianos-. Así que el pasado domingo me levanté a las 5.00 a.m., desayuné unos riquísimos chipás (pão de queijo) en compañía de mis gatos y me encaminé al Aterro de Flamingo. El día era perfecto para correr, nublado y sin mucho calor. Según los diarios, corrimos unas 10.000 personas ese día. Había gente con peluca, disfrazados y, sobre todo, con muy buena onda. La sensación de salir todos juntos con los brazos en alto fue indescriptible. Había muchos grupos de amigos que animaban a los que veían que corríamos solos. A lo largo de la carrera los voluntarios nos lanzaron pintura en polvo de colores. En ciertos puntos era difícil hasta respirar, pero nos reímos mucho. A más enchastre, más diversión. Como siempre, les dejo un video de la experiencia. Y, si algún día The Color Run va a Buenos Aires, no duden en correrla.
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Deportes en Rio: vóley playa
Tanto si se vive en Rio como si se está de visita todo anima a practicar algún deporte. De la amplia gama de posibilidades -que va desde correr hasta hacer stand up paddle- yo elegí el vóley playa (vôlei de praia) por dos motivos: soy muy alta y quería que fuera un deporte que se practicara en la arena. Esto último hace que los entrenamientos sean duros pero, al mismo tiempo, se reducen las lesiones ya que saltar o caer de rodillas en la arena es mucho más liviano. Tres días por semana, de 8:00 a 9:00, entreno y juego con el sonido del mar de fondo y el Morro Dois Irmãos como escenario. La sensación es indescriptible. La mezcla de endorfinas y belleza visual es un cocktail adictivo, créanme. Aunque se requiere mucha práctica para controlar la bola -y, como suelen decir los que saben, el vóley es 20% suerte y 80% estilo-, mi sueño es poder jugar un domingo cualquiera con otros cariocas y no parecer una “gringa novata”. Los brasileños en general y los cariocas en particular se enorgullecen de sus deportistas profesionales de vôlei de praia, ya que fueron medalla de oro en la categoría masculina y de bronce en la femenina en los Juegos Olímpicos Londres 2012. Hay muchas escuelas para aprender, tanto en Copacabana como en Ipanema o Leblon. Algunas de ellas, como la mía, ofrecen la primera clase gratis y el precio por clase ronda los 20 o 25 reales (unos AR$58). Merece la pena probar, no se van a arrepentir. Les dejo un video de la dupla Larissa-Juliana (de amarillo), consideradas las mejores jugadoras de Brasil.