En el nombre del té

[Por Doménico Masci] #ComunidadDelTé

“El nombre es arquetipo de la cosa”
El Golem, Jorge Luis Borges

Antes que nada confieso que mi relación con el té no es la mejor, yo soy del café, es mi debilidad, pero admito que el té me merece admiración y respeto.

Tomo un té de vez en cuando, mal preparado y de mala calidad seguramente; lo hago si no hay café, si estoy enfermo o si me invitan, y reconozco que esto no habla mal del té, habla mal de mi.

A pesar de eso percibo cierta magia alrededor del té, algo misterioso, que con sólo escucharlo nombrar se me representan imágenes y estados de ánimo placenteros. Su nombre me remite al sosiego de rituales milenarios llevados a cabo con calma, ceremoniosamente, en ambientes adecuados, con la vajilla apropiada, con el tiempo que haga falta.

Lo escucho e imagino una familia china sentada sobre esteras en una habitación en penumbras, rodeando finas teteras de porcelana, sorbiendo lenta y ruidosamente de finos tazones sin asas.

Imagino en Japón invitados ingresando a la estancia del té, al maestro del ritual colocando en un cuenco dos cucharadas de té verde por cada invitado, al invitado principal bebiendo tres sorbos y pasándole el recipiente a los demás, una segunda ronda, siempre en silencio

Imagino marroquíes en un palacio o en una carpa en el desierto, agasajando a un recién llegado con té, preparado con hojas de menta y azúcar, en teteras de metal decoradas con arabescos y servido en vasos de cristal y oro, acompañado de dulces, miel, dátiles y almendras.

Rusos de Moscú o de Siberia, con su samovar, en cualquier lugar y tiempo, en la calle, en un tren, en un hogar, antes y ahora, compartiendo el té caliente que además de estimulante les resulta un amigo incondicional para paliar el frío.

E imagino ingleses distinguidos, vestidos para la ocasión, tomando el té de las cinco en un jardín inglés, soleado, bucólico, prolijo, charlando de cosas sin importancia, despreocupadamente; lo sirven sobre una mesa tan elegante como ellos, donde no faltan una jarrita con leche y rodajas de limón y lo acompañan con torta de ciruelas, scones y muffins.

Y a veces al sentir nombrar el té ya no imagino, recuerdo, por haberlo vivido, un grupo de amigos argentinos reunidos en noches de invierno que, mientras juegan a las cartas, cuentan historias, cantan y se divierten, sin el ritual de los japoneses ni la elegancia británica, comparten un “chupe y pase”, un té común preparado en una jarra cualquiera con una bombilla de la que todos beben gratificantes sorbos.

En Japón, el Tíbet o Inglaterra, de maneras refinadas o simples, en todos los casos el nombre del té me remite al culto de lo compartido, y esa es su magia.

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Si la taza de té hablara…

[Por Lis Barreto] Sommelier de Té #ComunidaddelTe

Tantas cosas en la historia pasaron taza de té de por medio que si la taza de té hablara nos contaría, por ejemplo, lo que la Reina Elizabeth II realmente pensaba de Lady Di; o lo que Lady Di realmente pensaba de la Reina Elizabeth II. Aunque prefiero no ahondar en ese tipo de detalles…

Quizás nos contaría qué fue lo que llevó a Gran Bretaña a consumir más té negro que verde. Cuenta la historia que para el año 1777 era muy común la adulteración del té, que incluía ingredientes de lo mas bizarros.

Entre ellos se utilizaban productos químicos para teñir el té de color verde, como el carbonato de cobre y el cromato de plomo. En comparación con esos ingredientes tóxicos, la frecuente inclusión de estiércol de ovejas en los tés adulterados parecía relativamente inofensiva.

Entonces fue en parte para evitar la posibilidad de tomar estos tintes tóxicos que el té negro se hizo más popular que el verde a finales del siglo XVIII.

¿Y qué tal sobre cómo fue que se inventó el saquito de té? En 1903, Tomas Sullivan, un importador de Nueva York tenía que enviar muestras de té a sus clientes y como las latitas de metal eran más costosas, se las ingenió para crear unas bolsitas de gasa para dividir las hebras.

Originalmente, la intención era que las hebras fueran retiradas de sus envoltorios, pero como los clientes se sentían confundidos al ver los paquetitos, los introducían en las tazas dando nacimiento a los mundialmente famosos saquitos de té.

Ni hablar de las ironías que nos contaría sobre, por ejemplo, el Boston Tea Party, el muy conocido acto de protesta de los colonos americanos contra los impuestos que Gran Bretaña gravaba a las importaciones de té, que es considerado un precedente de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Resulta que, irónicamente, dicho acto fue en gran parte responsable por la explosión del consumo de café en Estados Unidos, volviéndola una nación consumidora de café por encima de té.

En fin, la taza de té nos podría contar tantas, pero tantas cosas… Si pudieses, ¿qué le preguntarías?

Ginger Rogers… ¿tomaba té?

ginga4No sabemos si la actriz, bailarina y cantante estadounidense Ginger Rogers tomaba té pero sí que fue una de las modelos de una serie de propagandas del Té Lipton en 1947. 

De ascendencia escocesa y galesa, nació el 16 de Julio de 1911 en Independence, Missouri, y su nombre real era Virginia Katherine Mc Math.

Su nombre artístico surgió de su sobrenombre “Ginga”: así le decían sus familiares y amigos por el color de sus cabellos (en inglés “ginger” significa “jengibre” y es como llaman a los pelirrojos naturales de Escocia y Gales).

Al “Roger” lo tomó prestado del apellido de su padrastro.

Esta gran compañera de Fred Astaire en tantas comedias musicales de la época de oro del cine de Hollywood trabajó en 73 películas y compartió más de 10 con Fred Astaire. La primera de ellas fue “Volando hacia Río de Janeiro” en 1933. Entre ese año y 1939 hicieron juntos 9 musicales: “Roberta”, “Sigamos la Flota”, “Swing Time”, “Ritmo Loco” , “Sombrero de Copa” y“Amanda”, entre otras.

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Una buena taza de té… según Orwell

Vernon Richards, 1945.Al escritor británico George Orwell le gustaba el té. Tanto que en 1946 publicó un ensayo sobre el arte de preparar una buena taza de té: “He aquí mis propias once reglas, cada uno de los que considero de oro”, escribió.

Estas “normas” abarcan desde cuestiones como la conveniencia de usar el agua hirviendo hasta lo que él llama “los puntos más polémicos de todos” que consisten, entre otras cosas, en poner la leche antes o después que el té o si es mejor agregarle o no azucar.

George Orwell es el seudónimo que usó Eric Arthur Blair (1903-1950, Reino Unido) un escritor y periodista británico cuya obra lleva la marca de su posición contra el imperialismo británico, a favor de la justicia social y contra los totalitarismos nazi y stalinista.

Fue uno de los ensayistas en lengua inglesa más destacados del siglo XX, reconocido mundialmente por dos novelas críticas con el totalitarismo que fueron publicadas después de la Segunda Guerra Mundial: Rebelión en la granja y1984. En ésta última crea el concepto de «Gran Hermano».

Hoy el adjetivo “orwelliano” es usado para hacer referencia al universo de vigilancia imaginado por el escritor. “En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”, fue una de sus frases célebres.

Leé el ensayo completo.

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