La interactividad en las comunidades virtuales sigue estando en pañales

#TeleTrabajo

136_herlaynne_seguraHace más de una década conocí a Luis Ángel Fernández Hermana, un periodista científico malagueño radicado en Barcelona. Era el creador de la consultora En.red.ando. Una empresa pionera en servicios de comunicación digital que ofrecía asesoría sobre gestión de conocimiento en red y contenidos digitales, entre otros servicios relacionados con la Tecnologías de Información y Comunicaciones. Adicionalmente, semanalmente En.red.ando publicaba una revista online que llevaba el mismo nombre.

Tuve la oportunidad de estar con él y su equipo de trabajo durante algunos meses participando de su dinámica de trabajo. Mucho de lo que aprendí allí, actualmente se presenta como “novedad”, pero sin duda, Luis Ángel lo visionó desde hace más de 20 años.

Durante el tiempo que estuve allí veía que Luis Ángel siempre recalcaba y, aún en estos días, considero que sigue siendo un tema por resolver: la interactividad es “el coco”, ese con el que nos damos en las narices todos los días. Él no lo dijo con estas palabras, pero en mis términos definitivamente lo es.

La interactividad sigue siendo este asunto que no acaba de consolidarse, que sigue generando dificultades y que sigue subutilizándose a pesar de su enorme potencial.

Los sitios web corporativos tienen habilitadas direcciones de correo que les permiten recibir mensajes de sus usuarios. Los medios periodísticos cuentan no sólo con estos correos, sino también con espacios para comentar las notas publicadas. Ambos incorporan las redes sociales.

Basta con echar un vistazo para darse cuenta que los comentarios no son moderados, o por lo menos intervenidos con algún comentario institucional y los correos casi nunca cuentan con la suerte de ser respondidos.

La interactividad es un valioso tesoro, es lo que permite identificar qué sabe el otro, qué está pensando y cómo se puede poner a favor del aprendizaje. Es ese saber experiencial que aún no está “impreso” en ningún lado y que sigue siendo parte del capital intelectual de los individuos que día a día se relacionan entre sí.

De ahí la importancia de estructurar la forma en que esos comentarios y esos aportes serán gestionados para depurarlos y recibir ese conocimiento “sin costo” que aportan los usuarios. Sin duda, esto requiere de un equipo gestor de conocimiento en red, pero los medios digitales difícilmente cuentan con uno y si tienen un cargo similar, lo confunden con un community manager que se dedica exclusivamente a las redes sociales, y con ellas, ya tiene bastante.

Educación virtual

El otro escenario, que pareciera contrario al descrito anteriormente, es el de la educación  virtual. En estos espacios tendrían que ser, por excelencia, donde se propiciara la generación y formalización de nuevo conocimiento.

Curiosamente, desde mi experiencia como docente virtual, me encuentro con que la participación está ligada a prácticas coercitivas. Si aportar en un foro temático virtual del curso, está ligado a la calificación, los estudiantes participan activamente, de lo contrario sus mensajes son casi nulos.

¿Las razones? Difícil llegar a un acuerdo para explicar claramente lo que sucede. Para esto consulté a profesionales expertos en comunicación digital, que se han formado en la virtualidad y que trabajan como docentes virtuales.

Lina Ceballos, periodista y emprendedora digital que se ha desempeñado en diversos cargos relacionados con la virtualidad es enfática en afirmar:

“Si no participan es porque no sienten la necesidad de hacerlo, porque el tema de un foro particular no los moviliza. Quien gestione una comunidad debe saber qué tipos de usuarios estarán participando en un foro, identificar, por ejemplo, el nivel de participación que puede tener cada uno. A partir de esta acción se puede empezar a crear dinámicas que permitan la participación directa e indirecta de los usuarios, lo importante es que sea un espacio que permita el compartir conocimiento y construir. Es necesario entender que no todos participan de la misma manera”.

Lina, acude a la teoría de “Desigualdad Participativa”, formulada por Jakob Nielsen en 2006  la cual estipula que todo sitio que precisa de la colaboración de una comunidad para su funcionamiento, sufre una desigualdad en dicha participación, la cual se representa por, aproximadamente, las siguientes proporciones:

  • El 90% de los usuarios son “mirones” (lurkers). Se dedican a observar, pero nunca aportan contenido alguno.
  • El 9% de los usuarios contribuye ocasionalmente y de manera fortuita, representando el 10% del contenido de la plataforma.
  • El 1% de los usuarios se atribuye más del 90% de las participaciones y de otras actividades del sistema. Este 1% recibe el nombre de “superusuarios” (Heavy Contributors), ya que su actividad supera por mucho a la del resto de integrantes de la comunidad.

Por su parte, Lida Ximena Tabares, magíster en Comunicación Digital y docente virtual en la Universidad Pontificia Bolivariana, considera que hay algunas razones de la cotidianidad y de la personalidad para que sea difícil obtener una participación activa en los foros virtuales:

  • Falta de motivación: los estudiantes no tienen ni el deseo ni el interés.
  • La falta de tiempo para escribir: están interesados, pero muy ocupados para hacer un aporte elaborado en un foro.
  • La exigencia de escribir y argumentar: no es lo mismo cuando se expone una idea oralmente a cuando tengo que dedicar un tiempo a escribir un texto y justificarlo en forma tal que los compañeros  y docentes puedan identificar el mensaje que se desea transmitir y a partir de esto generar un debate en torno al mismo.
  • Pánico escénico: cuando se tiene que exponer ante los demás. No es lo mismo entregar un trabajo dirigido a un docente que estar sujeto a que los compañeros puedan visualizar lo que se hace e interpelarlo.

Paulo Cepeda, docente presencial y virtual acude a la autocrítica de los profesores, pero también menciona el aspecto de la calificación: “Desde la subjetividad, podría ser por el mal diseño de un curso con foros que no tengan un propósito claro de aprendizaje y la participación no se evalúe”.

Entre tanto, la doctora Eugenia Ramírez, reconocida investigadora en el campo de la educación virtual indica que los sujetos se estandarizan de acuerdo con la cultura a la que pertenecen.

“En nuestra cultura el estudiante es un receptor pasivo que participa de un proceso transmisivo. La autogestión y autonomía en los métodos son competencias que se deben desarrollar para que los aprendices maduren este modelo y lo asuman”.

Sin embargo, encuentro una gran diferencia entre los foros virtuales creados en Colombia y en los que he participado en España. Esto lo comenté a Luis Ángel en su reciente visita a Medellín. Nos cuesta escribir, nos cuesta leer. Si el mensaje “excede” los parámetros planteados de al menos dos párrafos, los demás participantes se sienten agobiados. No es así en los foros que particié en enmedi@, una red de gestión de conocimiento creada en En.red.ando. La mayoría de los participantes eran españoles y algunos argentinos. Allí sucedía lo contrario, los mensajes que carecían de interés eran precisamente los cortos ¿Se tratará de un asunto cultural?

Sin duda, hay mucho camino por recorrer. Hemos sido testigos de una revolución que ha modificado la producción de la información, el consumo de la misma y la generación de otras formas de relacionarse, aprender y comprender. Es un privilegio, sí, pero los retos son enormes. Como dice la presidente de la Academia Internacional de Teletrabajo, Sonia Boiarov, tenemos que compaginar la sociedad 3.0 con la educación 1.0 que tenemos actualmente. Ya llegará el momento en que las TIC trasciendan la esfera social y estén completamente incorporadas a la laboral y académica de manera natural y por ende, productiva.

Por Herlaynne Segura
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