La Jabulani en el mundial de Sudáfrica fue guiada a distancia

#TeoriasIncomprobables

Sería justo que luego de finalizado un partido importante de un mundial de fútbol se reunieran en el centro de la cancha todas las pelotas que se utilizaron durante el encuentro; luego, ante la atenta mirada de los capitanes y técnicos de cada seleccionado, cada una de ellas fuera guardada en una bolsa precintada para ser enviada a un laboratorio. ¿En qué vitrina está la Jabulani con la que Alemania le hizo el primer gol de Inglaterra? ¿Quién se quedó con la pelota que Müller cabeceó al arco contra Argentina? Por algún extraño motivo a nadie parece preocuparle la posibilidad de que la herramienta más importante dentro del campo de juego pueda ser objeto de algún tipo de manipulación para favorecer a un equipo. Si los científicos han conseguido sintetizar un nuevo elemento de la naturaleza en un laboratorio, ¿cómo no van a poder crear algún dispositivo para alterar el recorrido de una pelota de fútbol en el aire?

Esta es la teoría incomprobable de hoy: durante el mundial de fútbol de Sudáfrica la pelota Jabulani tenía algún dispositivo que permitía desestabilizarla o dirigirla a distancia. Sería difícil precisar qué tipo de dispositivo era. Como se mencionó más arriba, todos están muy atentos a las sustancias que consumen los jugadores pero nadie se preocupa por desarmar y revisar minuciosamente las pelotas que se utilizan en los partidos. Bastaría un pequeño chip dentro del esférico que respondiera a impulsos electromagnéticos proyectados desde afuera de la cancha para alterar el recorrido. O bien, algún complejo sistema de fluidos entre las costuras, manipulado electrónicamente, que generara un desequilibrio en el peso capaz de modificar la rotación de la pelota cuando está en el aire.

¿Quiénes y por qué harían algo así? No lo sabemos. Sólo sabemos que hay muchísimo dinero detrás de la Copa del Mundo. Que la FIFA es la multinacional más grande e influyente del planeta y que la Historia ha demostrado que las naciones centrales jamás han sido indiferentes a los logros deportivos de sus representantes.

Lo cierto aquí es que antes del Mundial de Sudáfrica 2010, tanto la FIFA como la empresa que diseñó la pelota, hicieron una profusa campaña para alertarnos sobre la “imprevisibilidad” de la Jabulani.  El tema llegó a eclipsar a las vuvuzelas y a Maradona. El arquero del seleccionado brasileño, Julio Cesar, dijo: “Es terrible, horrorosa, parece aquellas pelotas que compras en el supermercado”. En un documental emitido unos meses antes del inicio del mundial, los diseñadores explicaban que habían seguido instrucciones de la FIFA para hacer una pelota que hiciera que los partidos fueran más emocionantes. Incluso Eric Berton, director adjunto del Instituto de Ciencias del Movimiento, una unidad de investigación mixta del CNRS en Marsella, especializado en ciencias del deporte, alertó sobre las características del balón:  ”A causa de la forma de la Jabulani, el tiempo de contacto con el pie es menor. En consecuencia, prácticamente no gira más. El balón irá un poco más cerca, tendrá una trayectoria más flotante e imprevisible, ya sea para el pateador como para el arquero”. Con paciencia los organizadores y diseñadores de la Jabulani nos prepararon para ver los caprichosos movimientos de la Jabulani.

Miremos detenidamente el primer gol de Alemania contra Inglaterra en los octavos de final del mundial de Sudáfrica 2010. No hace falta aclarar la importancia que tiene un primer gol para abrir un partido difícil contra uno de los candidatos a ganar la copa. El arquero alemán Neuer sacó desde el arco y, con una precisión asombrosa, le puso la pelota a Klose a un par de metros de distancia. Semejante precisión es sospechosa. No se trató de un saque a lo Abbondanzieri, al contraataque, en un partido donde el rival dejaba espacios: Inglaterra tenía a cuatro defensores en el fondo, bien plantados. Si la precisión de Neuer resulta sospechosa, más sospechoso aún es el segundo pique  que da la pelota luego, para quedar exactamente a mitad de camino entre el arquero James y el último defensor inglés que intentaba cerrar. A simple vista, el mérito parece ser todo de Klose. Sin embargo, esos piques son extraños, la potencia de la pelota parece haber sido neutralizada por una fuerza misteriosa (¡recordemos que venía con fuerza desde el arco alemán!).

Llama la atención también la discutidísima jugada del gol de Inglaterra. Lampard pateó al arco, la pelota dio en el travesaño, picó adentro y luego, como empujada por un fantasma, salió otra vez para caer mansa y tranquila sobre la línea y quedar en manos del arquero alemán. Si el gol se convalidaba, si la pelota hubiera quedado en el fondo del arco en lugar de inquietar a todo el mundo con su caprichoso pique hacia afuera, Inglaterra habría llegado a la igualdad. Nadie le quitará méritos al poderoso equipo Alemán. Pero habrá que reconocer que en las jugadas importantes del partido hubo un comportamiento extraño de la Jabulani.

Llegó el partido contra Argentina. Otra vez, un rival difícil para Alemania. Argentina era clara favorita, no sólo a ganar el partido, sino a quedarse con la Copa del Mundo. Un año atrás le había ganado con facilidad a Alemania en Múnich. No había que dejar que Argentina jugara: tenía un equipo temible, goleadores afilados en sus respectivos torneos europeos y al mejor jugador del mundo. Otra vez el seleccionado alemán tuvo una solución temprana para sus problemas: abrió el partido con un lanzamiento aéreo (¿podía ser de otra manera?) de Bastian Schweinsteiger y un cabezazo de  Müller. Iban menos de tres minutos de partido. Gol impecable, nada para discutir. Al banquillo de los acusados Otamendi y el arquero Romero.  Müller se robó los flashes. Otros le dieron más importancia a la exquisita pegada de Schweinsteiger. Aunque duela, es necesario ver varias veces el video. La precisión es asombrosa. La Jabulani hace lo suyo, va como un globo, sin efecto, directamente a la zona más difícil para el arquero y los defensores. Ni muy arriba, ni muy abajo: lo justo como para que Müller la meta. Por supuesto, Alemania después del gol hizo valer su fútbol. Pero al igual que contra el seleccionado inglés, tuvo un mazazo inicial que le dio confianza y espacios para su contraataque.

Y entonces, si el seleccionado alemán contó con la ayuda de una pelota guiada a distancia, ¿por qué no ganó el mundial? La respuesta es simple: España no lo dejó jugar. Con un juego corto, de mucho toque, y control total del balón por parte de los españoles, las posibilidades de manipular la Jabulani desaparecieron. Alemania no tuvo la pelota, así de simple. No pudo generar jugadas que permitieran desestabilizar a arqueros y defensores.

Más allá de esta teoría incomprobable, deberíamos aceptar que no sólo el doping podría darle una ventaja antideportiva a un equipo. Tendremos que ver con más atención quién es el dueño de la pelota.