Roma es amor al revés

#TodasMisPalabras

Roma Amor

“Ya se unió la Historia al paso triunfal de los guerreros
y yo invento palabras con que cantar,
nuevas formas de amar,
vuelvo a ser,
soy otra vez,
por fin otra vez,
soy.”
- Gioconda Belli

El cruce del océano; el reencuentro con la chica de hace 2 años atrás; los recuerdos a flor de piel.

Eso es Roma: flor de piel. Roma es colores y aromas; frescura de río. Roma es atardeceres de domingo en una fuente de Trastevere escuchando bandas folk que desnudan sus pies para sentir la tierra. Y guitarras; y puentes; y un gelato a las 8 de la noche porque sí.

Hace dos años estuve en Roma. Hace casi una semana, volví a Roma. Y sin embargo, la ciudad que (re)encontré fue muy distinta. Sus fragancias importadas, sus vestidos de alta costura que más que vestidos, concierto de colores; sus sabores; su esencia… mi esencia.

Desenvolví la ciudad como a mí misma. Dejé que me sorprendiera. Despejé los prejuicios y las exigencias de antemano. Dejé que me quebrara al medio y luego me hiciera trizas para reescribirse en mi cuaderno, para reinventarse. Me animé a explorar los detalles que componen su belleza cotidiana, sus sonidos, su intensidad; y fue así como descubrí que Roma y yo no somos tan distintas.

A Roma le gusta atardecer y empaparse el rostro de Piazza Navona con acentos en tejido de punto: italiano, inglés, francés, español, y después, todo de nuevo. Roma es albahaca y maxi pizzas del grosor de una hoja de papel. Roma es frutas de puesto; limonadas por Viale Trastevere y gajos de coco para refrescar la mirada.

Roma es magnitud, sentirse pequeño al llegar al Coliseo; sentirse aún más pequeño al entrar. Derretirse con la luz cálida del Foro anochecido. Roma es calles laterales tomadas de la mano; amor de puntos cardinales.

Hoy les escribo desde Florencia. A dos días de distancia de Roma; a horas de París. Florencia, la cuna del arte. Florencia y David, Florencia y el Duomo, Florencia y Miguel Ángel; historias de amor.

Italia me recibió con cielos despejados; me invitó a hundirme en la Toscana con un norte gris cemento. Después Florencia y la lluvia (otra historia). “Due caffe latte, per favore.” Poesía improvisada. La lluvia que sigue y replica las lágrimas de pérdida corriendo por mi cara. “Grazie.” Gracias Italia.

Hasta hoy era agua y aunque ya no llovía, era parte del río. ¿Y mañana? Mañana, sólo sé que sigue Francia. Y con Francia el reencuentro con uno de los momentos más intensos de mi vida.

Mañana: Nunca tuve el corazón tan rojo, Capítulo II.

… Y mi música de fondo para Italia: