La palabra será viaje

#TodasMisPalabras

Paris

“En medio de la selva de cemento, se puso a construir, a conservar, su propio mundo; un mundo en el que ella pudiera vivir. Esencialmente fue más un mundo de actitudes que de objetos, de valores personales que de ideologías abstractas, de apreciaciones estéticas que de ambiciones materiales. Casi instintivamente, trató de asirse a la que quizás es la única respuesta realista a todo desplazamiento permanente, sea del tipo que sea: la creación de un mundo íntimo e individual.”
- Gunther Stuhlmann, Introducción al Diario III de Anaïs Nin

En París el cielo había formado un nido de nubes y el tráfico había sido invertido a lo alto y a lo largo del cielo como el preámbulo de una tarde de cine. La lluvia y el viento se presentaban ante nosotras como la antesala del último recorrido por la ciudad en la que todo había comenzado; la ciudad en la que La Hija del Cambio había sido concebida.

Como quien dice “entre la tierra y el cielo”, nosotras pronunciamos “entre el sol y la tormenta” una tarde de otoño a cientos de kilómetros de nuestro hogar en Buenos Aires.

Entonces, vino a mi memoria una de las frases literarias que más me ha marcado: “Tras las nubes, el sol“; que bien podría ser sinónimo de una frase de película: “Las ruinas son el camino a la transformación“.

Un libro se ha levantado entre las ruinas, y también un hogar de palabras al viento, y dos niñas que se convirtieron en mujeres. Hemos atravesado un océano y el duelo en repetición tres veces: mamá, papá y abuela; todo en menos de 2 años. Hemos forjado nuestro propio destino. Para mí, la palabra ha dejado de ser un objeto y se ha vuelto parte de mi piel acompañándome a dónde sea; mis lágrimas atravesando los Campos de Marte han trazado la posibilidad de un nuevo “Transatlanticismo de papel“. Para ella, mi hermana, Europa ha virado el mapa a su favor y la ha convertido en mujer de mundo (interior).

París se presentó ante nosotras como el punto medio de un viaje distinto: un viaje de transformación y re-afirmación de nuestras nuevas latitudes. París a mitad de camino, como nosotras, entre el caos de la tormenta de la pérdida y el sol intermitente de una ciudad que abraza y sacude en forma simultánea. Y entre la tierra y el cielo, la Torre; la Torre como faro.

Caminar hacia la Torre fue como caminar hacia el altar, sólo que al final del pasillo hay un espejo: en realidad caminamos hacia la mejor versión de nosotras mismas, la que reúne coraje para animarse a descubrir que la vida es una sola. Creamos las nuevas reglas de un mundo dulce, en el que la magnitud de las nubes de París se convirtió en equivalente a la cantidad de canciones y los pasos que dimos por minuto.

Hermana:
Hemos desglosado las ciudades como algunos hacen vino.
La lluvia ha tendido su esplendor para nosotras y no tuvimos miedo.
Aprendimos a mirar a la muerte en la cara y hemos dicho hacia adentro: “soy una con la respiración de la vida“.
Hemos gestado nuestro propio diccionario.
La palabra será VIAJE.

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