Riquelme y su serrucho dialéctico

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La novela Boca-Riquelme-Falcioni tuvo final. La pregunta es si se trata de un final feliz. Lo cierto es que Román logró su cometido: se llevó puesto al entrenador. Tras la cena conciliadora que parecía encaminar la continuidad de JC en el banco “xeneize”, JR sacó toda su artillería (dentro de ella sus periodistas supuestamente amigos) para “cargarse” al técnico. La misión fue clara: “Si yo no voy a estar, vos tampoco”. Y lo logró.

Ese entretiempo infernal y a puro insulto que vivió La Bombonera en el partido ante Godoy Cruz fue el que decidió a Falcioni. El ciclo estaba cumplido, no se podía seguir de esa manera. Incluso, al final, cuando un periodista lo consultó en caliente sobre su futuro estuvo a punto de decir que se iba.

Me parece perfecto que Daniel Angelici diga las cosas como son. “Riquelme direccionó deliberadamente al público de Boca en contra de Falcioni”. ¿A alguien le queda alguna duda? ¿Alguien imagina que esta actuación del mediocampista (o ex mediocampista) no fue malintencionada? El cinismo, la frialdad de Riquelme para manejar el tema es tan admirable como siniestra. Es tan hábil declarante como buen futbolista. Pero no se puede permitir que la habilidad de alguien para hacer algo le de impunidad para cargar tan livianamente contra los demás.

Ojalá Riquelme tenga la misma frialdad para salir a reconocerlo. Ojalá Angelici y la dirigencia de Boca se animen a sostener una postura que correcta o incorrecta al menos es lógica. Y sobre todo, ojalá Falcioni (que no es un técnico que me apasione) algún día cuente todo lo que tiene para decir.

Vuelvo a la primera frase de esta columna y me veo obligado a replantear la pregunta. ¿La novela Boca-Riquelme-Falcioni tuvo un final? Estoy seguro que no. Al contrario, esto recién comienza…