Ligeramente desenfocado, la historia de un desembarco

#UnaBuenaFoto

El 6 de Junio de 1944 se llevó a cabo el gran desembarco en Normandía, la invasión de Francia por parte del grueso de los ejércitos americano, británico y el resto de aliados, marcando el principio del fin de la segunda Guerra Mundial.

Entre las tropas de desembarco se encontraba un húngaro llamado Ernest Andrei Friedmann, conocido mundialmente como Rober Capa, el fotógrafo que la revista Life de Londres había elegido para cubrir el evento en la primera linea de fuego.

 

 

 

Ernst Andrei Frieman, nació en Budapest en 1913. A ls 17 años, militate asérrimo contra el régimen profascista de Miklós Horthy, se tuvo que enfrentar al exilio. Se instaló en Berlín donde empezó con sus primeros pasos como fotógafo y periodista. Nuevamente tuvo que huir del fascismo rumbo a París, donde conoció a su pareja Gerda Taro, junto quien creó el pseudónimo de “Robert Capa”. Esa sería, desde entonces, la firma para todos sus trabajos.

No es la biografía de este maestro lo que me trae a escribir, sino mas bien una historia puntual, la del desembrco en Normandía en el Día D.

Robert Capa fue el único fotógrafo (y el primero en regresar vivo) que desembarcó, con el agua hasta el cuello y las cámaras en alto, con las tropas aliadas en las costas de Francia.

“Todos sufríamos esa extraña enfermedad conocida como anfibia. Ser tropas anfibias sólo quería decir una cosa para nosotros: podíamos pasarlo mal en el agua o podíamos pasarlo mal en la tierra firme. No había exceciones. El unico personaje anfibio y feliz a la vez es el caimán”, escribió el mismo Friedman

Capa desembarcó en el sector de la Playa de Omaha bautizada como Easy Red con la Compañía E. Tenía otras dos opciones, una era la Compañía B cuyos objetivos parecían más interesantes y la otra era acompañar al coronel Taylor al mando del 16 Regimiento de Infantería de la 1º División, si acompañaba a este regimiento podía estar cerca de la acción y además más a salvo. Sin embargo optó por ir con la Compañía E que ya los conocía. Según dijo, era más riesgo pero iba a obtener las mejores fotos.

El desayno inmediatamente anterior al desembarco se sirvió a las tres de la mañana. Los mozos del U.S.S. Chase, inmaculados, sirvieron tortillas, salchichas, huevos y café, aunque, según cuenta en sus memorias, los estómagos previos a la invasión estaban “bastante preocupados”.

A las cuatro ya estaban formados los dos mil hombres en perfecto silencio a la espera del primer rayo de sol. En cuanto amaneció los soldados empezaron a bajar a las barcazas.

El mar estaba encrespado y todos quedaron empapados desde el minuto cero. El agua dentro de la barcaza se mezclaba con los vómitos mientras que los soldados y Capa debieron bajar las cabezas escapando a los primeros zumbidos.

Cuanto más próximos al suelo francés las balas se sentían más fuertes. Al tocar tierra se bajó inmediatamente el portón de la barcaza y los hombres salieron raudos, el agua llegaba hasta el cuello  y los disparos, obuses y fuego de mortero volaban azarosamente. Allí Capa hizo la primera foto: se paró en la pasarela y disaró.

 

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“¿Cuál es la diferencia entre un corresponsal de guerra y cualquier otra persona de uniforme? tendría que responder que el corresponsal de guerra bebe más, liga más, gana más y tiene más libertad de elegir dónde estar en cada momento y tener la posibilidad de ser considerado un cobarde sin ser ejecutado por ello”

Capa estuvo durante 2 horas en la playa de Omaha hasta que las tropas tomaron el control y durante ese tiempo acabó 3 películas de 35 mm y 6 de 120mm. Se calcula que eran más de 100 fotografías.

Tras llegar los negativos a las oficinas londinenses de la revista Life, debido a las prisas y ansias de ver esas imágenes, se forzó el proceso de secado. El técnico de laboratorio, Dennis Banks, fue quien supuestamente realizó el revelado con los respiraderos del laboratorio cerrados. Este intento por acelerar el proceso produjo que las tiras de película se derritieran. Sólo 11 negativos fueron recuperados, todos ellos de los primeros momentos en que se pusieron los pies sobre la playa.

 

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Cuando Capa supo del desastre, la oficina central de la revista Life en Nueva York ya tenía las fotografías y había enviado un telegrama de felicitación a Capa. Finalmente las fotografías aparecieron en el número del 19 de Junio de 1944 de la revista, con la leyenda: “La inmensa excitación del momento hizo que el fotógrafo Robet Capa moviera su cámara y desenfocara sus fotos”