¿Cómo se puede modificar el chip de una sociedad para enseñarle a revertir el daño que hasta ahora se le ha causado al ecosistema de la ciudad de México? ¿Aún hay tiempo?, pero ¿hay a quién le interesa? Hay un grupo de organizaciones que trabajan en colaboración para proponer, desde campos como la academia y la iniciativa privada, acciones en favor de los bosques, en revivir los ríos, en la concientización del ahorro del agua, en la importancia de los huertos urbanos y otras iniciativas llevadas ante las autoridades del gobierno del Distrito Federal.
¿Cómo empezar? Para Delfín Montañana, considerado el único biólogo urbano, un primer paso es la educación, modificar la visión que hasta ahora se tiene de los ecosistemas porque hasta el momento la gente de las ciudades cree que puede vivir sin necesidad de la naturaleza, sólo entre asfalto, cemento, varillas, cables, vehículos, edificios y millones de vehículos. Da clases en la Ibero y en la Universidad del Medio Ambiente en Valle de Bravo.
¿A quién y por qué se le ocurrió entubar y ensuciar los ríos? ¿Por qué nadie dice nada? Esta demostrado que el viejo sistema de convertir en flujos de aguas negras los caudales pone en jaque la misma supervivencia de la urbe. El modelo de ciudad no los contempla como sistemas vivos. ¿Es necesario revertir el daño causado hasta ahora por el hombre a los ríos de la ciudad de México? Sí, porque de ello depende el futuro mismo de la metrópoli. Se calcula que en 2040 la ciudad de México extenderá sus brazos de asfalto a Toluca, Puebla, Hidalgo y Cuernavaca para convertirse en una de las hipermegalópolis más grandes del mundo.
Pero, ¿para qué nos puede servir la biología urbana? Porque, explica Montañana, se trata del estudio de la vida que podemos generar en el espacio citadino. Porque es desde esta perspectiva podemos vincular espacios artificiales y vivos.