En septiembre del año pasado escribí “Dólar a 20”. Al poco tiempo insistí con “Más que nunca: dólar a 20”. Mi pronóstico indicaba que para marzo de este año el dólar debía estar en torno a los 20 pesos. La realidad fue otra e inapelable: me equivoqué con los tiempos y el dólar nunca volvió a trepar. ¿Qué pasó?
No busco justificarme ni excusar mi mala lectura acerca de lo que iba a suceder, sino hacer una muy breve descripción de los hechos. Muy sintéticamente, el gobierno consiguió intervenir el mercado blue facilitando el acceso al dólar ahorro, intervino prácticamente todos los bancos y sociedades de bolsa para que nadie operara el contado con liquidación y consiguió aumentar las reservas del Banco Central a través de diferentes trucos contables. Punto para los K, verdaderos maestros del engaño. ¿Qué creo que pasará ahora?
El déficit fiscal en febrero fue más del doble que un año atrás. Al no haber financiación externa y siendo este un año electoral, el gasto público va a seguir creciendo. ¿Cómo se va a cubrir? Con emisión monetaria.
Podríamos hacer diferentes proyecciones de base monetaria, reservas y Lebacs (Letras del Banco Central). Casi cualquier combinación que proyectemos, termina dando un dólar cómodamente por encima de $20. Pero más allá de estas proyecciones que al mercado parecen no interesarle, hay un hecho clave: ¿qué pasará con los pesos colocados en plazo fijo en el sistema financiero? ¿Cuál es el monto total? ¿Cuándo vencen? Esto va a mover al dólar hacia arriba y de manera importante en breve.
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