Ayer escuché un ruido en la chimenea. Pensé que se trataría de un pájaro atrapado.
En invierno o en los días de lluvia, los pájaros buscan cobijo en el calor de las chimeneas, y alguno de tantos se queda dormido, abrigado por en el refugio hasta que caen por el agujero. Algunos consiguen salir pronto otros aletean y solo logran trabarse en la mitad del tubo y allí morir, pocos llegan al hogar y consiguen salir del tiro sanos y salvos sin encontrar brasas ardiendo o algún propietario aprehensivo o asustadizo que les aseste un escobazo.
Desde el momento en que escuché el ruido del ave atrapada sentí que debía liberarla, me iba algo en ello, además de la vida del animal en sí, estaban en juego otros factores. Abrí la tapa del tiro y desplacé la plancha de hierro que bloquea el techo, quité una tapa metálica del fondo, coloqué agua y un trozo de pan en el suelo del hogar y cerré la puerta de vidrio frontal. Regresé en varias ocasiones a vigilar lo que sucedía, pasé un cable hacia arriba para ayudar a destrabar al animal. Dejé todo listo y me fui a descansar. Durante toda la noche estuvo yendo y viniendo la imagen de Patty a mi cabeza, que me sugería: -no lo abandones. Continuar leyendo