Toda relación amorosa es situacional. Hay una dialéctica de interacción que constituye el perfil de relación de ese determinado vínculo. El que se jacta de nunca ser celoso, de pronto un día lo es. La que nunca lloró por nadie, el día menos pensado, advierte rodar por sus mejillas ese líquido salitroso que la avergüenza y a la vez la carga de bronca. El que dijo que cuando corta una relación no te llama nunca más, de repente se convierte en un stolker de tus instantes, fisgoneando cada cumpleaños facebookiano. Continuar leyendo