La crisis como nudo
Y de pronto el silencio. El goteo de la canilla de la cocina se vuelve a escuchar incesante. La tele del vecino repiquetea los oídos del consorcio elevando la voz de ese conductor maníaco que se hace el tarado pero no es ningún boludo. Atrás quedaron las horas inciertas, que me voy yo, que te vas vos, que pensémoslo mejor y que “no sea tan cruel, no busques más pretextos”. Acaba de desarmarse el ring, ese escenario gris que fue testigo del derrumbe, fotografías en primer plano de sobredosis de crueldades y demasías de energía, puestas al servicio de destruir al otro para salvarse uno. ¿Por qué se seguirá recurriendo a ese artilugio desesperado de hundir al otro para salvarse semánticamente de nada? Hacerse el Pablo Escobar con los corazones de la gente, lejos de hacerte un triunfador, te convierte en un papa frita. Continuar leyendo