“Cuando señalas con tu dedo a una persona juzgándola,
recuerda que hay tres dedos te señalan a ti”
Cuando percibimos algo que nos genera alguna emoción, el cerebro, movido por esa emoción, produce sustancias químicas que hacen que actuemos en consecuencia. Para todas las emociones hay sustancias particulares. El miedo, por ejemplo, genera que el cerebro disponga al cuerpo a huir; el enojo, a luchar y así, cada emoción nos provoca una disposición a diferentes acciones.