Había una vez, en una pequeña aldea de Japón llamada Ise, una niña que se llamaba Amaterasu en honor a la diosa del sol. Amaterasu era una niña muy bella por ser ella misma. Se sentía arraigada a la tierra que la rodeaba y a todos los seres que habitaban en ella. Usaba un kimono de un árbol con ramas firmes y frondosa vegetación que la representaba a la perfección. Ella siempre estaba en el presente, vivía el momento con una intensidad que la hacia olvidar del pasado y ciertamente no le preocupaba el futuro, no tenia capacidad de pensar mas allá de lo que le sucedía en el mismo momento que acontecía. Amaterasu era feliz, porque elegía cada día hacer lo que le daba felicidad, eso no implicaba que no tuviera responsabilidades pero ella sabía que siempre tenia tiempo para mimarse a ella misma y hacer lo que le gustaba. Bailaba cuando lo sentía, lloraba si era necesario y se reía cuanto mas podía.
Un día Amaterasu se fue a pasear al bosque. Llego cerca de un río y se acerco a mirarse en su reflejo, al hacerlo se resbala y cae en el agua. Intento salir del agua pero cuanto mas intentaba mas se alejaba de la orilla. Quiso nadar pero la corriente le impedía hacer nada. De esta forma la niña decidió dejarse llevar por el agua, no podía imaginarse donde terminaría el recorrido, solo respiro profundo y decidió disfrutar del paseo. Vio unas cuantas mariposas que le revoloteaban alrededor y sonrío Empezó a ver las copas de los árboles como se movían en conjunción con los rayos del sol, olvidándose que el agua estaba fría y le congelaba el cuerpecito, sintió como los peces pasaban a su lado. Finalmente la corriente se calmo y Amaterasu comenzó a nadar hasta llegar a la orilla.
Se encontraba en un lago escondido entre abetos muy altos. Ni bien se levanto vio que no estaba sola. Un ciervo pequeño contemplaba un arbusto sin darse por enterado de la presencia de la niña. Amaterasu se saco el kimono para que se secara con el sol y lo puso sobre el arbusto, cuando el ciervo se le acerco.
“¡Hola bella niña!, te has perdido que te encuentras sola en el bosque. Si quieres puedo ayudarte a encontrar la salida”
“Muchas gracias ciervo, pero no creo tener problema. Siempre juego en el bosque y más tarde o más temprano podré salir de él. En realidad la corriente del río me ha traído ha este lago que no sabia que existía. Es tan bello este lugar”
“Mi nombre es Kimo y tampoco soy de aquí. Hace un año que me fui de mi casa en busca de aventura, bueno en realidad en busca de mi mismo y aquí me encuentras por curiosidad seguí unos conejos que jugaban una carrera y me trajeron a este paraíso. Hace días que me encuentro contemplando el arbusto, tratando de encontrar algunas respuestas”
“Pero que tiene de especial este arbusto. Mirar un arbusto no te va a dar respuestas. Tenes que ver si hay algo que molesta al arbusto o si hay algún animalito que vive en él para ver si tiene alguna reacción. Ah me olvidaba, yo me llamo Amaterasu”
“¿Que nombre mas raro?” replica Kimo.
“ Me llamo como la diosa del sol. ¿Tu conoces la historia?- contesta la niña.
“No tengo ni idea. Yo solo se, que necesitamos del sol para vivir y crecer, sin el nos moriríamos”
“Si queres te la cuento, es una bella historia. Mis padres me la contaron desde que soy un bebe y la llevo siempre en mi corazón como un bello recuerdo de lo que ellos quieren que sea.”
“Me encantan las historias, cuéntamela”
Parece que el papa de Amaterasu repartió su reino entre sus tres hijos. Amaterasu, tenía dos hermanos, el dios de la noche llamado Tsukiyomi y el dios del mar llamado Susanowo que no la quería porque le tenía muchos celos por haber heredado el reino de los cielos y el sol. Después de una competencia entre ambos, en la cual Susanowo mostró su brutalidad, ella decepcionada se ocultó en la cueva del cielo y cerró la entrada con una piedra enorme. Esto hizo que el mundo se hundiera en una oscuridad inmensa y en un caos absoluto porque los espíritus diabólicos salieron de los lugares en los que se escondían. Llevados por la desesperación, se llevó a cabo una reunión de los dioses donde se decidió engañar a Amaterasu, haciendo una fiesta, para que saliera de la cueva. Pusieron un espejo grande delante la cueva y las más hermosas joyas en un árbol. Uzume, la diosa de la risa, comenzó una danza acompañada por una ruidosa música. Oyendo la música y la risa, Amaterasu cegada por su curiosidad, echó una mirada fuera de la cueva para comprobar que es lo que pasaba. Ella se quedó tan fascinada por su propio reflejo brillante en el espejo que salió de la cueva. Finalmente, la luz cubrió de nuevo el mundo y podemos disfrutar de su reflejo cotidiano, ya que Amaterasu entendió que había nacido para brillar y mostrar su potencial a los demás”.
¡Que triste historia!- Exclama Kimo
¿Por qué triste si tiene final feliz?- Contesta sorprendida Amaterasu
Si, el final puede ser, pero no me gustan que los hermanos se peleen por celos en vez de ayudarse mutuamente. Yo tengo dos hermanos y nos queremos muchísimo, siempre me alegro de los logros de ellos, me hacen feliz al verlos satisfechos- dice Kimo.
Puede ser, yo nunca lo había visto de esta forma, para mi la historia tiene que ver con encontrarse a si mismo, al ver su reflejo pudo ver que su misión era brillar. Donde están tus hermanos? Dice Amaraterasu
Con mis papas en Nara donde vivimos. Nara fue una ciudad imperial y por eso siempre hay muchas personas de visita. Vivimos como reyes allí, nunca nos falta nada. Nos movemos libremente por toda la ciudad y siempre hay personas que nos dan alimento y muchos lugares para descansar. Hay muchos parques y templos muy hermosos. Siempre hay movimiento allí, porque hay un templo que tiene una estatua gigante del Buda, y dicen que es un “Buda que brilla a lo largo del mundo como el sol”. Lo recordé por tu historia. Le cuenta Kimo
“Parece un lugar fascinante”, dice la niña
“Lo es, pero yo estaba cansado de vivir siempre lo mismo, y aquí me encuentras en busca de lo desconocido”, dice el ciervo.
Bueno aquí te encuentro frente a un arbusto, jajaja. ¿Cual es tu próximo destino? Pregunta Amaterasu
No se, nunca lo se, me dejo llevar por las circunstancias, plantea Kimo.
“De veras, pero entonces no elegís tu destino”, dice ella
¡Claro que si!
¡Claro que no!, contesta la niña. Si no tomas decisiones, nunca podes saber si elegiste el camino adecuado, tal vez estés muy alejado de tu camino por dejarte llevar por conejitos jugando carreras. Para mi lo mas importante es decidir hacer algo, si me equivoco al menos se que fue un error, sino nunca sabes el resultado de nada. No tiene sentido la vida para mí sino elijo que quiero hacer, exclama con determinación la niña.
Bueno pero míralo de esta forma, sino hubiera esta mirando este arbusto hace días, nunca te hubiera encontrado y no estaríamos teniendo esta charla. Cada cosa que necesito aparece en el momento indicado. Aunque es verdad que a veces pierdo el tiempo en lugares innecesarios o con animales que no me enseñan nada. Tal vez tenga que aprender esa lección, lo que pasa es que a veces me da miedo quedarme solito- dice Kimo.
Pero si estas con las personas o en los lugares equivocados siempre te vas a sentir mas solito, porque estas lejos de vos mismo y no haciendo lo que tenes ganas de hacer, le dice Amaterasu.
De pronto, empieza a llover y la intensa conversación que estaban teniendo se termina en busca de un refugio. Amaterasu toma el kimono que se encontraba colgado en el arbusto y sale corriendo con su nuevo amigo hacia una cueva. De pronto se miran y se empiezan a reír estaban completamente empapados. Se estaba haciendo de noche y Amaterasu tenia que volver a su casa. “Si quieres puedes venir conmigo” le dice a su nuevo amigo.
Kimo se tomo unos minutos y le dice: “Lo tengo que pensar”. Amaterasu sintió que no tenia que pensar nada pero no le pronuncio palabra, tenia que tomar el mismo la decisión sino nunca iba a aprender. La niña salio sola de la cueva bajo la lluvia y regreso a su casa corriendo pensando en que tal vez nunca más vería a su nuevo amigo. Kimo se quedo contemplando la lluvia en la cueva hasta que se durmió. Pasaron dos días hasta que se dio cuenta que no pasaba nada interesante en el bosque y que se aburría. Se dio cuenta de su error, porque no la había acompañado a Amaterasu se preguntaba. Así fue como decidió ir a buscarla.
La aldea era pequeña, así que no fue difícil dar con su paradero. Amaterasu estaba tomando te verde cuando vio aparecer a su amigo, y de los nervios lo derramo sobre su kimono. Kimo empezó a reírse de la torpeza de su amiga, y se dio cuenta que había tomado la decisión correcta. “¡Cada vez que nos encontramos estoy mojada!” le dice riéndose Amaterasu.
Pasaron los días y los dos amigos se volvían cada vez más inseparables. Jugaban en el bosque, contemplaban el atardecer, miraban las mariposas volar, se reían en la cotidianeidad, se habían acostumbrado a tenerse y cuando estaban juntos se olvidaban del mundo que los rodeaba.
Un día, Amaterasu se despierta al amanecer y ve que su amigo no estaba acostado a su lado. Sale de su casa y ve que Kimo se encontraba en el jardín, mirando el sol salir. ¿Que estas haciendo tan temprano? Le pregunta.
Con lagrimas en los ojos Kimo la mira y le dice: “Es hora de partir, tengo que volver a casa, extraño a mi familia y a mi lugar. He aprendido a quererte y me es difícil irme. Me fui de casa en busca de mi mismo y siento que es momento de regresar a poner en práctica lo aprendido. Tengo que empezar a decidir mis acciones, y siento que es el momento de regresar. Tengo planes para llevar a cabo y debo hacerlo solo. Tú me das comodidad y protección, me siento contenido, pero no es lo que necesito en este momento. Te agradezco cada segundo de tu tiempo, cada momento compartido. Solo quiero que seas feliz. Es lo que mas deseo en este mundo, que logres la felicidad.
Amaterasu, se queda unos minutos en silencio, le acaricia el pelaje y le contesta: Muchas gracias Kimo. Te entiendo, sabia que este momento iba a llegar algún día. No perteneces aquí, y creo que es tiempo para que vuelvas a tu casa, pero me cuesta dejarte ir. Mi mente entiende, mi corazón te pide que te quedes, no quiere entender las razones. Me he acostumbrado a tu compañía, a compartir de cada momento y me vas a hacer mucha falta. Pero todo lo que te di te lo di con ganas y lo llevare dentro de mi corazón para siempre. Es hora, corre regresa a Nara a tus raíces de donde perteneces. Tú sabes que las puertas de mi casa estarán siempre abiertas a recibirte.
Kimo, la mira por ultima vez a Amaterasu a los ojos y se va corriendo hasta desaparecer en el horizonte. Amaterasu mira al sol que ya brillaba con toda su intensidad y se agacha para ver el charquito formado por sus lágrimas que no dejaban de correr por sus mejillas. Al ver su reflejo sonríe. A pesar de que su amigo se había ido, se sentía satisfecha, su corazón estaba completo por todo lo que habían vivido. Una casualidad la había llevado a encontrarlo, como el río que la había conducido a Kimo, tenia que dejarlo ir, contemplando lo que la rodeaba.
Amar también significa dejar partir. Si alguna vez Kimo regresara seria porque lo había decidido mientras tanto tenia que disfrutar de cada día como lo había hecho toda su vida, brillando intensamente.
FIN