NACER ESTRELLA

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“Almas en vuelo”

Hoy mas que nunca brilla, se desintegra el alrededor. Hacete cargo de tu luz. Somos seres humanos que nacemos queriendo ser estrellas que brillan en el cielo y vivimos convirtiéndonos en flores con perfume, color e individualidad, que duramos el tiempo que sea necesario para dar nuestro aroma, nuestra luz. Brillemos para sentir nuestro ser. Brillemos para encontrarnos con pares. Brillemos porque somos estrellas al conectarnos con nuestra alma. Ese es mi deseo para este 2014 encontra tu brillo, tu luz, y se una estrella. Nace a tu luminosidad. Date tu oportunidad

Estrella

ESTRELLA

Te mire de lejos antes ni siquiera de saber quien eras. Tu osadía de nadar entre las olas, de saltarlas sin miedo, me llamó la atención. Te vi y no necesite ponerte nombre. Eras pura energía desbordante.
Luego eras vos y tus palabras solo hacían confundirme, alejarme, a pesar de que cerraba los ojos y te imaginaba besándome.

Tal vez necesitaba tiempo para aclarar que me pasaba, porque pura inspiración surgió desde el agua. Tenia tanto para decir, hacer, bajar que solo miraba el mar, las estrellas desde el balcón; esperando que te traigan.

El timbre nunca sonó y pensé que ya era tarde. Por eso, no te miraba el domingo, prefería no mirarte. Te había estado esperando pero nunca viniste.

Finalmente llegamos al agua y nuevamente sorteaste las olas y me llevaste. Me deje llevar, me solté, me olvide de todo. Solo te sentí, te percibí, te elegí desde lo que veía no desde lo que decías y la explosión de luz surgió en ti. Te baño como una capa invisible, de destellos amarillos, naranjas y verdes que me hacían continuar con los ojos cerrados admirando tu belleza, tú ser.

Nuestros cuerpos se acercaron tímidamente. Comenzaron a danzar entre las aguas. El tiempo ya no era lo importante. Nuestros cuerpos encajaban, se unían sin presionarlos. Nuestros labios sellaron lo que nuestras manos adelantaron.
Puro encuentro que continúo en la dorada arena entrelazados para llegar al cielo celeste con nubes blancas.

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¿Por qué los recuerdos te invaden sin poder ponerle freno? ¿Cómo es posible que situaciones vuelvan una y otra vez del baúl de los recuerdos? ¿Por qué determinados encuentros quedan impregnados en nuestra piel sin poder desprenderlos? Porque ciertos lugares nos remontan a situaciones vividas? Lucia no dejaba de hacerse estas preguntas mientras miraba como el sol se escondía en el horizonte del mar. El volver a encontrarse en el mismo lugar que un año atrás, lo único que hacia era llevarla a vivenciar una y otra vez la misma situación, desde diferentes ángulos, perspectivas, pero con la misma sensación de placer degustaba ese recuerdo una y otra vez. Sabia que esa persona no se había mantenido en el tiempo, sabia que un año entero había pasado y que ninguna acción los había llevado a encontrarse pero también sabia que durante esos 365 días nadie la había llevado a conectarse con ese lugar sagrado en donde el tiempo desaparece, la pasión se consume y el otro se fusiona con el uno hasta no encontrar diferencias, limites, bordes, para ser uno distinto de ambos.

Miraba el mar y recordaba el oleaje como los había acercado, para no ser succionados entre las olas se agarraron de las manos. Recordaba sus conversaciones como si el viento se convirtiera en susurros y le repetía palabra por palabra, “al cumplir mi sueño me di cuenta que tenia un montón de nuevas cosas por soñar, la vida seguía y yo con ella”.

Tal ver solo era una ilusión, tal vez no tendría ni que recordarlo pero cuando uno se encuentra solo se aferra a sus recuerdos, retrocede a un pasado mejor, a sentirse abrazado, acompañado, unido a un otro aun sabiendo que no es tu presente, y menos tu futuro. Pero el ser se apega a lo bueno, a lo que duro tal vez solo cinco días pero el gusto queda en la boca, en el cuerpo, en las entrañas, queda registrado buscando a otro que reemplace esa sensación maravillosa que no siempre acontece a pesar de permitirse los encuentros.

Lucia no quería engañarse, no quería crear historias en donde no existían, pero ese encuentro la había llevado al cielo y al mismo tiempo la había enraizado en la tierra de una manera imposible de entender con el raciocinio y volver al mismo lugar solo hacia corroborar lo que había sentido. No se pueden controlar los recuerdos, estos irrumpen cuando uno ni los espera, y a veces hasta uno piensa que determinados encuentros se borran en la mente pero vuelven sin entender bien porque y aunque uno quiera pensar en otra cosa surgen sin cesar hasta dejarlos aparecer con fuerza como si fueran un río torrentoso en primavera.