Imaginate ser pluma

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“No sé si hay un destino o si somos una pluma en el medio de la brisa” Forrest Gump.

Me despierto luego de soñar toda la noche que estaba en un examen de la universidad y podía dilucidar que no entendía porque tenía que volver a estar ahí si ya me había recibido. Me levante pensando en el pasado en esto que es parte de nuestra historia pero ya transcurrió y que no queremos volver, no porque le tememos sino porque simplemente no fue o ya no lo elegimos. Prendo la televisión y me encuentro hablando a nuestra presidente hablando de un pasado que ya fue y de un montón de otras cosas que no me interesa detallar mientras haya buenos y malos, siendo solo argentinos que amamos a nuestra patria por haber nacido aquí. Decidí ir a la playa en un día gris y allí mirando el mar veo volar, sutil y encantada una pluma blanca que aterriza en mis pies y me hace ver en un segundo lo importante de estar liviano. De ser pluma, de que nuestras mochilas del pasado sean despedidas para poder volar a donde nos lleve el viento. Con los ojos cerrados confiando en quienes somos y lo que hacemos o podemos dar a nuestro alrededor. El pasado existe pero no podemos estar apegados a él y sanando eternamente.  Hay que poder decir basta y volver a empezar. Olvidar y aceptar son palabras que permiten continuar. Porque si no podemos disfrutar y jugar y ser felices, la vida pierde su magia. Frena e imagínate que sos pluma por unos instantes a donde irías, a donde viajarías, a quien besarías… sentite liviano, sintiendo solo a tu presente.  Tal vez te des cuenta que estas completo o sino simplemente tendrás que volver a empezar y eso te hace sentir muy bien.

Pluma de Condor – sobre la libertad

cuento 1 parte

Sábado al mediodía, la familia Gómez, se junta a almorzar. Un tema sucede al otro. Hacia un año que Nicolás ya no estaba con ellos y justamente hoy su equipo había ganado el campeonato de rugby. Claudio llego un poco mas tarde con la camiseta tricolor firmada por el equipo en honor a Nicolás. Bocha agarra la camiseta y la apoya sobre la foto de su hijo en el living. Mientras, Bauti y Rami jugaban con dos espadas de juguete a los piratas sin prestar atención a lo que hacían.

Al rato, Bautista, se cae sobre la remera, tirando la foto del tío sin darse cuenta. Pichi agarra la foto y le recalca “No se juega con eso”. Bauti, intentando que la abuela se olvidara de lo sucedido, y al recordar al tío, le pregunta ¿Donde esta Paola? La abuela le contesta que Paola finalmente había decidido viajar a Londres, pero les había dejado una sorpresa.

“Sorpresa” grita Bauti llamando la atención de la familia. La tía Paula, va a buscar la caja colorada al cuarto de sus padres. Al abrir el paquete, un pequeño libro llamado “Pluma de Cóndor” se encontraba. Los chicos no entendían de que se trataba pero la curiosidad los había apoderado. De esta forma, le pidieron a Claudio que les contara el cuento. Toda la familia se dispuso a escucharlo.

“Había una vez una familia que tuvo cuatro hijos, el mas pequeño de todos se llamo Nicolás al que llamaban “El Polaco”. Nació un 19 de mayo de 1975 y desde muy chiquito se mostraba intrépido y audaz. Desde niño se sentía un cóndor que volaba. Tomaba la bicicleta y salía a dar vueltas sin cesar planeando con sus brazos como si estuviera dando grandes vueltas en el aire. Le gustaba sentir que enfrentaba el viento. Saltaba grandes obstáculos que se le ponían en el camino, volviendo loco a más de un vecino por el temor de que se hiciera daño. Pero el Polaco no tenía miedo a nada.

El Polaco tuvo un sueño, un verano en el que se encontraba en Miramar, que le marcaría la vida. Soñó que un gran cóndor lo iba a buscar a su casa y lo llevaba con sus grandes alas por el cielo. El cóndor le mostró su destino y para que lo recordara le regalo una de sus plumas que lo acompañaría el resto de sus días. Cuando se despertó esa mañana, una pluma de cóndor dorada se encontraba sobre su almohada. ¡No se explicaba como había sucedido! Su mama vino a despertarlo y apresuradamente abrió un libro de la biblioteca y guardo el preciado hallazgo. A la tarde, luego de jugar con sus amigos, agarro el libro del Don Quijote de la Mancha, el cual había sido el elegido para guardar la pluma de su sueño extraño. Al abrirlo, en la pagina que la contenía leyó la siguiente frase de Cervantes: “La libertad, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra y el mar encubre; por libertad así como por la honra, se puede aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”. El sería libre y para ello sería marinero. El mar encerraba los misterios que su alma aventurera necesitaba para ser feliz. En el agua el encontraba la paz y la excitación de la vida.

Ni bien cumplió los veinte años, decidió tatuarse la pluma de cóndor, como símbolo. Sabía que cuando el cóndor apareciera, su sueño se cumpliría. Su pluma de cóndor le recordaba la importancia de ser libre, de elegir lo que su instinto, y no su cabeza, le dictaba. Fue pasando el tiempo y el Polaco sumaba experiencias. Como Marinero, aprendió a trabajar en equipo, todos tenían que tirar para el mismo lado para ser una fuerza y oponer resistencia. En consecuencia, entendió la importancia de ser responsable de sus actos. Él daba su palabra y cumplía con ella, lo cual le provoco varios contratiempos pero siempre lo llevaron a buen puerto. Le gustaba resolver los problemas ajenos. Siempre se destacaba interviniendo en alguna pelea de marineros en los bares, aunque él no la hubiera empezado. Su fuerza lo llevaba a poner fin a las contiendas. Piña para un lado, piña para el otro, terminaban todos compañeros del mismo ring, mientras rondas de cervezas fluían sin cesar. La vida era simple para él y la disfrutaba.

El Polaco, era una persona feliz, que tomaba lo que la vida le ofrecía y al mismo tiempo siempre estaba dispuesto a dar una mano al que lo necesitara. Mientras pudiera compartir con otros lo que vivía estaba hecho. De esta forma, la amistad era un pilar fundamental para su vida. Viajo a varios destinos con la tripulación de su barco. No tenía ningún lugar en particular. A él le gustaba viajar para conocer, solo por el placer mismo de descubrir algo más, de perderse en el mar sin saber bien a donde iba a llegar. En realidad descubrir nuevas sensaciones era la clave para entenderlo, no dejaba de experimentar nuevas cosas y nada lo saciaba.

Así fue como sin brújula timoneaba en las distintas aguas ascendentes o descendentes que se le presentaban. Las horas inmersas en ese líquido le daban lecciones sobre la vida. Las mareas crecían y se modificaban por acciones tan externas como el sol, la luna o el giro del globo terráqueo; indicándole que al igual que las mareas la vida a veces se altera por causas tan inexplicables. ¡La vida es para vivirla plenamente! porque uno nunca sabe lo que le puede pasar, decía incansablemente como si de alguna manera supiera su final.

Luego de varios años de navegar por el mar, y de cultivar grandes amistades, se dio cuenta que le faltaba lo que mas quería, pero que no podía encontrar. En realidad, buscaba lo que todo ser necesita para sentirse completo cuando ya es feliz por ser sincero con su alma. ¡Una compañera de viaje! Él que llenaba todos los vacíos de los que lo rodeaban con su cariño y gracia ¡no encontraba a su alma gemela en ningún lado!

¡Ahí va el que exprime la vida!- decían al verlo pasar. Toda la gente que lo rodeaba lo quería porque se mostraba sincero y frontal. Era fuerte y rudo como un tótem de afuera pero por dentro era un niño que nunca había dejado de jugar.

cuento 2 parte

El Polaco solía caminar por el puerto cada vez que estaba en tierra. El día menos pensado vio a una mujer que le llamo la atención. Era determinante en su carácter y pasó con la velocidad de una gacela a su lado. El Polaco decidió seguirla, descubriendo que trabajaba cerca del puerto, en una florería que se llamaba “Lolita, la flor más linda”. Al principio, el Polaco se la cruzaba en el puerto como si el destino siempre lo condujera a salir a la hora que la vería. De esta forma tímidas miradas se intercambiaban una y otra vez. Finalmente, el día que el Polaco se había animado a decirle algo, ella aparece acompañada. Un morocho la escoltaba. El marinero apenado se va a juntarse con sus amigos al bar, a tratar de olvidarse de la muchacha que lo había encantado.

Pero un día a la muchacha, se le cayó la canasta con flores precisamente frente al marinero que la miraba sin cesar. Dándole la posibilidad a este de acercarse y presentarse. A partir de ese día siempre había un motivo para conversar y si no había lo inventaban. De esta manera, pasaron los días que se convirtieron en meses y la amistad entre Lolita y el Polaco se intensificaba. Él siempre que podía, le traía exóticos presentes de sus viajes. Sorprendiendo a Lolita ante elecciones tan acertadas. Mientras Lolita, que era la dueña de la florería, le regalaba plantas para decorar su barco, casa y la de sus familiares. Sus encuentros se limitaban a largos almuerzos en donde las charlas se desplegaban comiendo pizza napolitana con doble ajo. El Polaco veía en Lolita todo lo que pudiera pedir de una mujer. ¡Era tan femenina como la pluma que amaba! Pero ella estaba comprometida con otro hombre y él no podía intervenir en su libre albedrío a pesar de estar enamorado. Ella elegía a otro. Él tan solo se limitaba a decirle, “Si vos dudas, yo voy a estar”. Pero ella no entendía lo que estas palabras significaban. Siempre lo colocaba en una posición de “mírame y no me toques” y el marinero lo aceptaba por respeto a ambos.

Un día que el polaco había salido a navegar con su hermano y un amigo se perdieron en el mar. Vagaron con las corrientes sin saber a donde dirigirse. El radio se había roto hacia unas semanas y habían salido sin arreglarlo. De pronto del cielo surgió una gran ave. Los tres se quedaron en silencio contemplando el vuelo de ese cóndor dorado. Cada uno pensó en algo. El Polaco al verlo, miró la pluma grabada en su brazo y presintió que su ansiado sueño se estaba por cumplir. El pájaro les indico el camino de regreso y así como apareció de repente, desapareció en las alturas.

A las pocas semanas, las mareas llevaron al Polaco a Rió de Janeiro en su preciada lancha. Allí salio de paseo por las playas de Copacabana y a lo lejos diviso una cabellera que le era familiar. ¡Seria posible que ella estuviera en esas mismas tierras! Al mismo tiempo, se fueron acercando hasta que sus ojos se encontraron y ambos escondiendo ese fuego interno que se desbordaba como un volcán a punto de estallar, se saludaron. Lolita había decidido viajar con su tía Clara. La tía, percibió este fuego que manaba de ambos pero que ninguno reconocía. ¡Era tan evidente lo que pasaba! El Polaco se unió al programa de las dos mujeres ya que deambulaba sin planes. Llegó la noche y se fueron a un bar donde se podía bailar. Una brasilera de formas voluptuosa encaro al Polaco, que sin dudarlo salio a bailar. Mientras Lolita no sabía que excusa inventar para interrumpir el baile. Así fue como se acerco a donde estaban bailando y sin entender porque lo saco de los brazos de esta mujer. El Polaco sorprendido ante la acción de Lolita le pregunto: ¿Pero que haces?

“No lo se”- vocifero Lolita, poniéndose roja de vergüenza

Quem são você?, pronuncia la brasilera sin entender lo que pasaba.

Es una amiga muy querida que quiere bailar conmigo sino te molesta- dice el marinero

La brasilera se pierde en la pista de baile, mientras Lolita se queda indefensa frente a la mirada tierna del Polaco que le extiende los brazos y la saca a bailar. Al sentir sus brazos sobre sus hombros, su cuerpo reacciona.

“Lo nuestro es platónico” convencida pronuncia ella, sin poder mirarlo a los ojos

“Yo pienso que siempre me voy a poner celoso por los que se te acercan y viceversa. Pero, ¡no somos platónicos!-le contesta el Polaco con valentía

La frágil mujer lo mira y se deja llevar por primera vez por su impulso y le propicia un beso. Las grandes manos de Nicolás la tocan y Lolita se estremece al contacto, aceptando las caricias que estas le proporcionaban.

“A mi siempre me pareció que yo podía protegerte” le dice el marinero.

No digas nada. Lo que siento trasciende las palabras. Es como si siempre hubiera sido tuya y no hubiera querido mirarte- aclaro ella sin poder desprenderse de sus brazos

A mi me gusto tu manera de ser y a medida que fue pasando el tiempo yo pensaba ¡tiene que ser mi mujer!- confiesa el Polaco.

Desde ese viaje, nunca más pudieron separarse. No entendían como habían tardado tanto en darse cuenta de lo que les pasaba. Lo bueno es que se habían dado cuenta y lo vivían sin cansarse. El amor los había unido, y como la pluma de cóndor, flotaban por el aire cuando se encontraban. Se compensaban y se cuidaban mutuamente. De esta suerte, el Polaco, paulatinamente, cambio su rutina. La necesidad de compartir su tiempo con su compañera de alma ¡lo ameritaba!. Sus amigos marineros no entendían lo que pasaba. Creían que Lolita le había dado alguna pócima para hechizarlo y se lo remarcaban. Estaban celosos, ya que no disponían de su amigo incondicionalmente para sus peleas de bares y sus noches de tragos. Ahora tenían que aprender a compartirlo con alguien que no era de la manada. Para Lolita, él fue también un gran cambio. Empezó a hacer cosas que antes no se animaba a hacer, él le daba la seguridad para que pudiera realizarlo. Aprendió a confiar en ella misma al verlo como él actuaba.

Su amor les daba fuerza y los completaba. El Polaco sentía que ya no le faltaba nada. Lolita ya no quería separarse. Justamente, la primavera se aproximaba, y el Polaco solo pensaba en salir a navegar por las aguas en su lancha, con su compañera de alma. Inesperadamente, surgió un viaje con sus quince camaradas del barco. Hacia un tiempo que no compartían un trayecto y a él le daba mucha ilusión hacer ese viaje. El Polaco sintió que era hora que le dijera unas palabras a Lolita. Esa mañana, antes de partir, llevo a su mujer al puerto, sin una razón aparente. Las gaviotas revoloteaban sobre los mástiles de los barcos, el sol recién se asomaba sobre el mar y la quietud de la mañana se percibía por doquier.

¡Lolita, mira el horizonte en el mar!- dice el Polaco.

“Lo estoy viendo, pero porque me traes hoy acá. Estoy aún dormida” – le contesta Lolita

Míralo, porque al verlo me recordaras. Es un sin fin de puntos azules que se unen y forman una línea constante. Así es nuestro amor, permanecerá firme a pesar de las circunstancias. Nunca lo dudes. Mi corazón siente a tu lado esa interminable línea de puntos que forman este gran sentimiento que nos une.

“Por que me dices esto”- susurra Lolita

Porque lo siento así. Quiero vivir este amor hasta el día que me muera y lo mejor de todo esto es saber que lo que vivo con vos es lo mas fuerte que me paso en esta vida. De esta forma, cada vez que me extrañes o me necesites y no pueda estar cerca; me podrás sentir en esa línea invisible que se encuentra en todos lados y que une o divide al cielo de la tierra.- El polaco la abraza fuertemente, y le da un calido beso.

“¿No quieres que te acompañe en este viaje?”- propone Lolita sabiendo la respuesta

Esta vez no. Tu tienes que hacer tus cosas y a mi vuelta festejaremos por todos los horizontes que nos faltan por ver- dice el polaco con tono rotundo

Lolita se despidió de él, convencida que el viento lo traería de regreso antes de que lo viera perderlo en ese misma línea que le había definido. El Polaco se interno con su nave en el mar con sus queridos compañeros. Esa tarde, una gran tormenta se desato y aunque el equipo se mantuvo unido, el Polaco desapareció en el mar sin explicación. La tormenta se lo trago.

Así fue como el Polaco que amaba el mar, fue llevado por este a sus profundidades. Dejando a su mujer endeble en un subibaja de sentimientos indescifrables. Lolita, luego de enterarse de la noticia, se fue a su casa con una tristeza insuperable. Las ventanas estaban abiertas y el viento entro sin su permiso. Los papeles se habían desparramado por toda la casa. Sintió que al igual que el viento desordenaba los papeles, en su vida se llevaban los proyectos que juntos habían delineado, y ella no sabia por donde empezar. Decidió ordenarlos. Así fue como una pluma dorada surgió de los papeles. Al querer agarrarla, esta empezó a volar por el ambiente, saliendo por la ventana. Lolita la miro como desapareció por los aires y recién ahí, al ver la línea del horizonte, entendió que el siempre estaría allí, firme, a su lado.

Pluma dorada, pluma anhelada, pluma que el viento te lleva despreocupada, vuela sin rumbo prefijado, siempre el destino tiene sus cauces y aunque duela siempre hay mensaje”…este cuento se ha acabado… dice Claudio emocionado por el recuerdo de esa alma libre que los había dejado.

 

Al cerrar el libro, un sobre con una pluma color dorada dibujada vuela por los aires. Ramiro se apresura a agarrarlo y se lo da a su tío Juancho que estaba a su lado. En su interior una nota de Paola decía así: El cuento ha terminado y espero que les haya gustado. Lolita aprendió lo importante que es poder vivir un gran amor y también entendió que a pesar de que parezca que el tiempo no les alcanzo, como el horizonte siempre el Polaco estará presente en su corazón. Quiero que ustedes, no se olviden del gran amor que les tenía su tío Nicolás, y por ello este cuento ha sido escrito. El les hubiera dicho que busquen su pluma de cóndor, ya que admiraba que ustedes, sus sobrinos, tuvieran personalidad, que fueran determinantes a la hora de alcanzar sus sueños. Nicolás tuvo un sueño y el día que murió en sus últimos minutos entendió que lo había alcanzado. Espero que ustedes, al igual que él, sean libres de encontrarlo.

cuento 3 parte

Gran pluma roja

plumas

Hacia cuatro meses que estaba viajando por Asia, toda una vida transcurre cuando uno se permite salir de viaje a lo desconocido, abierta a cambiar las opciones dadas las circunstancias. De hecho el viaje era solo por un mes y medio y pensaba regresar a los brazos de lo que creía factible y a seguir cosechando en el trabajo todo lo que había sembrado y no quería cortar la corriente por miedo. Miedo a no sentir la abundancia que sentía, pero por suerte descubrí en este viaje que la abundancia uno la lleva dentro, no necesita tener las cosas para sentirse así, es una cuestión mental de cómo mirar y de aceptar la realidad con lo bueno y lo malo y poder a pesar de que las cosas no salgan como uno se las imagine disfrutar de su existencia.

A veces la vida te muestra otro camino y hay que ser valiente para tomarlo. Lo que uno tiene no lo pierde, si uno sembró bien por mas que no se quede a agarrar todos los frutos de la cosecha, la tierra quedara muy fértil para la próxima siembra, y a veces uno tiene tiempo y tiene que aprovecharlo para vivir. Porque terminamos haciendo muchas cosas para lograr determinados objetivos que a veces nos olvidamos de disfrutar de la oportunidad cuando se nos presenta solo por temor a perder lo conquistado. Cuando uno hace bien el trabajo no pierde nada que valga la pena.

Los viajes me han enseñado que cumpliendo solo dos variables de estas tres ya es una oportunidad genial para realizar: edad – juventud o energía (porque hay gente joven que no tiene energía y viceversa), dinero y tiempo. Cuando uno es joven tiene el ímpetu, la energía y el tiempo pero te falta dinero, entonces hay que ingeniársela para poder lograr llevar a cabo los viajes. Después uno tiene la juventud y el dinero pero falta el tiempo, porque no puede dejar a los hijos, al trabajo, o al proyecto que tiene en mente y las mil y una excusas que se pone para posponer algo que en el presente seria el mejor regalo a su vida, porque nunca pierde el valor. Después uno tiene el dinero y el tiempo pero le falta la juventud y no puede llevar a cabo todo lo que quisiera de la forma que soñó o pospuso porque no lo vivió en el momento que tenia que hacerlo, así que muchas veces se conforma en mirar y en castigarse por no haberlo hecho antes. Lo bueno de esto que cualquiera sea la manera viajar es una bendición para el alma de cualquiera que lo haga, porque le da tiempo para jugar, para salir de su realidad y al mismo tiempo para mirarse.

Después de 7 días en las playas paradisíacas de Perthenians en las cuales había descansado y había hecho el balance de todo el viaje, y en donde había compartido con una holandesa y un gales la soledad de estar juntos en el mismo barco, del fluir sin rumbo, y donde las charlas sucedían sin forzarlas. No hacer nada era la constante, nos levantábamos a leer, comer y disfrutar del mar y de la existencia. El mensaje de despedida de los dos fue: “Sos tan natural que permitís que los otros se abran, creas espacios para que la gente se encuentre”, habíamos compartido no solo días sino vida y de alguna forma peculiar los había juntado. Llegue a Kuala Lumpur cargada y cansada. La gente en malasia es muy amable y honesta, y todavía no estaba acostumbrada a estar en un lugar donde uno puede confiar lo que le dicen, te acompañan a sacar el pasaje para que no te pierdas, te cuidan, un placer. Mi mejor decisión fue terminar en Malasia  mi viaje, ya que me sentí muy segura a pesar del cansancio, todo fluía naturalmente, los papelitos no se equivocaron una vez mas, pregunte varias veces a la suerte y me decían que no volviera a Singapur. El Gales, en una de nuestras largas charlas de hombre y mujer, me dijo: “escúchate, estas todo el día diciendo que hay que hacer lo que uno siente, así que no perdes nada en invitarlo a que vaya a Melaka, ya es el fin del viaje, jugate. Son solo cuatro horas de donde vive y si quiere hace el esfuerzo”. Un día antes de irme de la isla le había mandado un mail a una persona importante de mi viaje para ver si quería unirse en mis dos últimos días sin tener respuesta aun. Me había escrito que estaba complicado porque se mudaba de país y estaba con decisiones importantes, era una locura pero por lo menos no me iba a quedar con las ganas y si hay algo bueno en la vida es que hay determinadas personas que se vuelven inolvidables. Los encuentros no siempre tienen correlación con la duración sino con la intensidad y en el caso de este hombre parecía que nos hubiéramos conocido desde siempre.

Ni bien llegue a Melaka sentí que tal vez me encontraría con la sorpresa de que mi compañero hubiera llegado. Me subí a un bus que me llevaría al centro de la ciudad y decidí el hotel por papelitos, puse tres nombres posibles y a pesar de que la holandesa me había recomendado el suyo decidí confiar en la suerte nuevamente, y termine en otro hotel de mejor ubicación, en pleno centro histórico. Llegue y me tome un cuarto doble, necesitaba mi espacio y también tenia la esperanza de que tal vez llegara esa persona que esperaba – siempre pienso en positivo-, cheque los mails pero el silencio sopesaba en mi casilla. El cuarto era divino, en una casona antigua reciclada, llena de luz, plantas y un gato que jugaba en la escalera, realmente hermoso el lugar, así que estaba feliz con mi decisión. Baje para mirar un estanque lleno de pececitos naranjas con un buda que reinaba en lo alto, y un ingles se me puso a conversar.

pluma 3“Los ingleses son todos piratas que andan conquistando el mundo. No paro de encontrarme desde hace meses y se creen los reyes de Asia”. Fue la primera frase q intercambiamos cuando se presento mientras miraba el buda en el estanque. Ni bien llegue al hotel vino a hablarme y yo no le di bola era como q todavía esperaba que mi hombre viniera, mi energía estaba cerrada a conocer a nadie. Ya estaba en despedida. Me invito a desayunar con él, pero yo quería salir a recorrer la ciudad, todo rápido, comprar los regalos que me faltaban, empacar y ya llegar a Argentina. Ni le preste atención. Le pregunte si me convenía caminar o salir en bicicleta ya que el hotel te las prestaba y me miro esperando que le contestara la pregunta de ir a desayunar con él pero se dio cuenta que no era correspondido y me dijo: “caminando vas a ver mejor la ciudad”; y le hice caso.  Su cuarto estaba justo frente al mío y pensé que estaba en pareja dado que también estaba en un cuarto doble, pero en realidad mi mente estaba completamente en otro lado. Salí a conocer la ciudad y me encontré con China, luego con India y con una mezcla de todos los lugares que había visitado en un solo lugar mezclado con reminiscencias de colonia holandesa. Camine por las pintorescas callejuelas, era como un puerto, había productos de toda Asia. En un momento me arrepentí de no haber sociabilizado con el ingles, parecía simpático y tal vez hubiéramos podido compartir el día.

Volví al hotel y agarre una bicicleta para seguir recorriendo la ciudad, probé las cosas típicas, me perdí de nuevo en mercados, compre lo que me faltaba, estaba agotada de mirar, de viajar, pero al mismo tiempo me sentía esplendida, llena de vivencias. Cuatro meses habían pasado desde que había salido de casa, y tantas cosas habían sucedido, tantas pruebas había superado. Esta vez, yo había sido la actriz de mi propia existencia y no deje que nada ni nadie me sacara el mando de mi propia embarcación emocional. De alguna forma había entendido que todo es como uno quiere verlo y que a pesar de que las cosas no salgan como uno piensa, siempre tiene la capacidad de seguir sonriendo y que la actitud es la que genera que sigan abriéndose los caminos y que uno continúe a pesar de todo. Retorne al hotel, arme la valija y decidí salir en mi ultima noche del viaje, di vueltas sin cesar por el mercado de noche, muy pintoresco. Estaba lleno de turistas asiáticos que hacían cola por todo y valía la pena ver todo iluminado. Me quede sin plata comprando los últimos regalos y volví al hotel para pintar. Tengo que reconocer que espere ver al ingles o que tocara mi puerta pero nada paso. Escuche ruidos pero no le di importancia y pinte sin cesar hasta las 5 de la mañana, casi en trance, inspirada y sobretodo relajada. Me dormí profundamente. Me levante e iba a bañarme pero decidí ir a cambiar los últimos dólares que tenia. Fui al bar del hotel para preguntar donde cambiaba los dólares y chequear mails, había decidido ir directo a la estación ya que no tenia más nada que hacer.

Ni bien entro al bar, el que estaba sentado tomando el desayuno era el ingles: Grant se llamaba, era muy atractivo, rubio de ojos azules, con rasgos masculinos, bien formado,  ayer con el apuro no lo había visto bien. Me senté a charlar con él, en realidad porque había gente en las computadoras y me sentía culpable por no haberle contestado lo del desayuno el día anterior. Me mira y me pregunta si me iba hoy y le digo que si. Le pregunto que hacia en Melaka, porque no era un turista normal, se lo notaba relajado, sin apuro, contemplativo, y me empieza a contar, que era director de cine en Londres y estaba escribiendo el guión de su próxima película, que trataba sobre los sueños y que hacia ya un mes que se encontraba en la ciudad, aprovechando a visitar un amigo que vivía aquí que era pintor y al cual tendría que conocer. Cada vez que abría la boca me parecía mas interesante, había sido una estupida en no darle ni cabida ayer siendo mi vecino, pero bueno ya era tarde, mientras hablaba me pasaban miles de cosas por la cabeza que no podía cambiar. Lo miro y le digo tengo que ir a cambiar plata, te quedas acá que ya vuelvo, y me contesta con la cabeza afirmativamente. Salgo caminando y a los minutos escucho que alguien viene corriendo por detrás. Me doy vuelta y era Grant. Me mira y me dice por si te perdes te acompaño. El lugar de cambio quedaba solo a una cuadra del hotel, pero me gusto el gesto. “Te quiero mostrar un lugar”, me dijo él. Era un pequeño local de un relojero, que ni había percibido a pesar de pasar varias veces por esa cuadra. Entro y me encuentro con un viejito que seguía arreglando los relojes, relojes que ya ni se usan, relojes que ya no tienen dueño pero que mecánicamente como si fuera parte del engranaje él sana, cuida, sigue siendo guardián de estos. El lugar estaba atestado de relojes viejos, como si en ese lugar se pudiera contener el tiempo, estaba frenado, para su arreglo. Grant me dice, “me encantan las cosas viejas, te hacen viajar por el tiempo”. Cambie la plata y me invita a salir a dar vueltas con él por la ciudad, mis planes repentinamente cambiaban.

Volvimos al bar para que pudiera desayunar. Ni bien nos sentamos me comenta lo ruidosa que estuve por la noche, acostumbrada a las asiáticas que han parado en el hotel, yo era un tornado. Me río y le contesto perdóname, es que tenia que organizar las cosas en mi valija y también me inspire, pinte nueve cuadros sin parar. Me mira y me pregunta: “¿Que soñas? ¿Cuáles son tus sueños?”. Sin ni siquiera pensarlo, le dije que vivía cumpliendo mis sueños, y lo que me gustaba de ello, es que se convierte en un ejercicio, porque al cumplirlos tenes que pensar en nuevos, y que al mismo tiempo cada uno se convierte en una moneda de oro en el corazón que nadie puede sacar y que nunca pierde el valor. Soy muy afortunada, puedo contarte muchos sueños cumplidos. “A mi también me gusta cumplir sueños. El guión que estoy escribiendo trata de la relación sobre los sueños y la muerte, porque en realidad cuando uno muere se da cuenta si realmente vivió o no según los sueños que ha cumplido. Es una pena, que recién cuando te enfermas o te pasa algo te das cuenta de lo hermosa que es la vida cuando tendrías que disfrutarla en el entonces.”Era tan profundo y al mismo tiempo tenia los pies en la tierra que me cautivaba y me sorprendía, sacaba un tema tras otro. “¿Viste la película del japonés Akira Kurosawa y los sueños?”, le digo que No, y me dice “te voy a escribir unas películas que tenes que ver”. Saca una lapicera de tinta, de estas que hacia años que no veía, que te dan placer de mirar escribir a alguien y que te hacen pensar que están en peligro de extinción. Le digo que me encanta su lapicera,  si puedo dibujarle algo y me da su cuaderno con anotaciones y empiezo a dibujar una mujer. Me dice que le resultaba muy personal el dibujo que le estaba haciendo a el, que era un desconocido, y que me iba a tener presente.  Lo miro con cierta inocencia, solo es un dibujo. Me pasa un barquito de papel con los nombres de tres películas escritas en él, lo guardo, no lo abro en su presencia y me imagino que diga algo como me gustas y que lo viera en el avión  y me arrepienta de no haberlo conocido antes. Mi cabeza no paraba de pensar porque me resultaba atractivo, encantador y profundo. Le digo: “Me hubiera gustado tener más tiempo para conocerte”. A lo que me contesta sonriendo: “Vos sos como el viento, cambias todo el tiempo, en todas las direcciones”. Me gusto su percepción tan acertada y le tuve que dar la razón. “Pensé que ayer te vería a la noche” le dije.  “Se te notaba ocupada, en tus cosas, te deje después de tu no contestación a la mañana para que iba a molestarte, además cerrabas la puerta con llave como si alguien te persiguiera” me respondió. Me reí, le tuve que contar del robo y de las vicisitudes del viaje, y en realidad la satisfacción que tenia que a pesar de todo lo que me paso seguí igual, feliz y disfrutando de mi existencia. Estaba terminando de desayunar y me acerca un papel en blanco y me dice, “escribí tu sueño, lo que deseas en este papel”. Yo pongo, yo quiero y me acuerdo que es yo deseo, para que se te den las cosas. Porque querer implica posesión. Sin dudarlo, le digo me das otro papel, porque me equivoque yo quiero por deseo, a lo que me contesta “es un solo deseo. Ya empezamos mal, si necesitas cambiar la frase, desear o querer es lo mismo, es lo que buscas lo que importa”. Me encanto su respuesta, era mucho mas interesante de lo que pensaba, no podía dejar de pensar que desde ayer podría haber estado con él pero no quise de alguna manera tomar lo que la vida me presentaba por esperar a un hombre que ni contestar pudo. Luego de terminar de escribir en el papel mi deseo, me dice dobla el papel en cuatro, ahora volve a plegar un costado, el otro costado. Yo seguía sus instrucciones al pie de la letra, mientras el también lo hacia sin saber a donde me llevaría. Termine haciendo un barquito de papel hermoso. Los dos teníamos nuestro barquito de papel con nuestro deseo.

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Salimos del bar y a pesar de conocer las calles me hizo seguirlo por otras que desconocía hasta llevarme a un pasillo, donde desembocamos en un canal. El sol me daba en la cara y al mismo tiempo jugaba el reflejo en el agua. El estaba vestido con unos pantalones verdes y una camisa blanca y yo con un vestido rojo, rodeados de agua y de verde vegetación mezclada con las casas con reminiscencias holandesas.  Me cuenta que en el canal vivían una especie de caimanes, que tuviera cuidado cuando pusiera el barquito de papel en el agua. Sin escucharlo, dado que estaba fascinada con la situación, todo era maravilloso, me sentía en una película, ni aunque lo hubiera imaginado o escrito podía ser tan mágico. Faltaba tres horas para tomarme un avión y el destino me estaba regalando un deseo compartido con un desconocido que ya me resultaba conocido.  Es maravilloso como a pesar de no tomar el tren la primera vez, puede suceder una segunda oportunidad, finalmente terminamos desayunando juntos,  y como cuando te tenes que conocer con alguien pese a todo te encontras. Sentí la necesidad de sincerarme, “Perdóname por ayer, estuve muy maleducada con vos desde un principio, estaba cerrada, no quería conocer a nadie, solo quería empacar, conocer rápido la ciudad y listo”. “Si, estabas cerrada por eso no insistí, hoy sos otra persona completamente distinta. Fresca, libre como una mariposa” y lo miro “Soy así, ayer había cerrado mi viaje, no me permitía nada, y hoy es otro día”. “Te das cuenta, como el viento sos” y nos largamos a reír.  Perdimos nuestras miradas en el agua, hasta que fue la hora de entregar nuestros deseos a ella (largar los barquitos). Tanta dulzura había en su ser, que me costaba asimilarla. Estaba sorprendida. Me dice “con paciencia nuestros deseos serán llevados por la corriente hacia el mar”. “¿Que buena idea!” le exclamo. Cuando me acerco a poner el barquito sale del agua un caimán, me asuste y el se empezó a reír, no pasa nada, te había avisado, pero yo pensé que me estabas cargando. “Asia es maravillosa, la realidad es casi irreal, por eso vine a inspirarme. A veces el viaje es la excusa para conectarse, en realidad fuera de lo cotidiano uno empieza a ver los detalles”, concluye. Nuestros barquitos se quedaron navegando por el canal. Yo quería besarlo, pero no lo hice, esperaba que el lo hiciera. Todo era perfecto para que sucediera, pero no acontecía. Cuando salimos del pasillo me dice: “yo deseo que todo el mundo hiciera las cosas con amor, así todos seriamos felices”.

Fuimos al hotel, pase mis valijas a su cuarto, me bañe, y al final me dice que mejor dejáramos las valijas en la conserjería por si se quedara en la casa del amigo pintor que íbamos a conocer. Así que dejamos las valijas en el bar y salimos a caminar de nuevo por la ciudad, charlando de la vida. Entramos a varios negocios, a seguir encontrando detalles,  y en un momento le tomo naturalmente el brazo porque estaba en la calle y un auto se abalanza hacia mí, y en ese momento me da un beso en la mejilla, para seguir a mi boca, y la magia sucedió. Mis ojos se cerraron por el impulso que acompaño a un abrazo para seguir besándonos apasionadamente a una velocidad donde el tiempo dejaba de existir y todo se difuminaba alrededor. Sin darnos cuenta que estábamos en el medio de la calle, con autos tocando bocina. No podía creer lo que estaba pasando porque cuando dejamos las valijas en la recepción, pensé que no iba a acercarse más. Me dice: “Soy tú despedida de Asia, un marinero ingles que te hace tirar barquitos al mar con tu deseo”. De pronto un auto nos despierta del sueño, nos gritan en ingles que nos corramos de la calle. Éramos llamativos besándonos en una cultura musulmana y china donde las exposiciones de cariño no abundan.  Me agarra de la mano y entramos a un local a comprar agua y les dice “nos acabamos de comprometer, nos casamos en un mes”, las chicas aplaudían y yo me reía porque todo parecía un sueño. La alegría nos rodeaba.

Con una pasión que trascendía la racionalidad, hicimos el amor. Busque el amor durante 33 años y al final me encontré a mi misma, y me dice: “Al final de eso se trata el amor de enamorarse de uno mismo para compartir”. Su intensidad era notoria, le conté de mi búsqueda en el amor. Éramos dos libros abiertos que compartíamos capítulos que se entrelazaban. Me contó que estuvo seis meses en la selva en Latinoamérica y una noche casi lo matan. Le robaron todo en una playa en Perú después de estar tomando ayahuasca durante siete días, le pusieron un arma en la frente  y le hicieron contar hasta diez, que pensara en su vida que se acababa y en esos segundos la vida le paso como una película y se planteo todos los sueños que le faltaban cumplir, y con el arma le pegaron en la cara pero no lo mataron. Lo dejaron en la playa sin nada, sintió que tenía una nueva oportunidad para vivir desde un nuevo lugar. Me volvió poderoso. Lo trágico a veces resulta oportuno. Así fue como termino viviendo en un pueblo de las FARC en Colombia sin dinero hasta poder llegar a Panamá para volver nuevamente a Londres, para seguir escribiendo capítulos de su vida. Charlamos un montón y volvimos a estar juntos, sin poder despegarnos. Tenía una pasión animal, era como un león y yo una pantera, dos fieras que se encontraban. Fue grandioso el encuentro, como su nombre. “Cuando estoy con vos me siento en una novela, estas llena de vida. Te tenes que quedar quieta, el amor te va a llegar a vos, ya no lo tenes que salir a buscar. Estas lista para el amor”, me dijo. Fue como un mensajero, alguien que me hizo recordar mi magia y también el entender que cuando algo no se da otra cosa aparecerá y que la puedo perder sino estoy abierta a verlo. El despertador empezó a sonar (lo había puesto por las dudas, porque el tiempo uno a veces se lo olvida), tenia que tomar un taxi para llegar al aeropuerto para volver a argentina. Cuando me estaba cambiando, aparece con una pluma roja que ata en mi pelo. Casi pierdo el encuentro de Grant por alguien que no vino.  Era el fin del viaje y estaba cerrada al encuentro y la vida me estaba esperando con alguien maravilloso al frente de mi puerta. No me quedo ni mail ni numero de contacto. Tal vez solo fue fruto de mi imaginación de haberme quedado dormida después de haber pintado toda la noche. Pero el mensaje del sueño o de la realidad es que tuviera esperanza.  El tiempo que llevara en que el barquito de papel llegara al mar desde este canal seria como el tiempo que llevara en concretar mí sueño.

FIN

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