CONSEJOS DE VIAJERO

Perdete, encontrate, permitite ser.

Escucha tu corazón, déjate guiar por tu intuición.

Déjate ser vos mismo, olvídate de tu carga, de la mochila que llevas.

El viaje es solo la excusa para encontrarte con vos mismo.

 

Déjate guiar por los latidos de tu corazón.

A veces andar mas despacio te hace ver con claridad el camino.Escucha a tu alrededor.

Los sueños se cumplen cuando uno ya no los esta buscando,

luego de haber probado todos los medios para conseguirlos.

 

Se fiel a tu instinto, a ese segundo que te dice si o no,

a ese instante en donde tu sabes mas que nadie la respuesta.

Si quieres volar alto tan solo hazlo,

Si quieres ver tan solo se,

Vos tenes ya todas las respuestas dentro de tu ser,

Tan solo tienes que descubrirlas, encontrarlas, sacarlas a la luz

Para que al final del viaje (tan solo) mirando cualquier punto del infinito, sonrías y agradezcas por existir.

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Pide a las estrellas…

pide a las estrellas3Cada vez viajo mas liviana, cada vez confió en el universo. Los baches no llenados me llenan de sorpresas. Cada vez fluyo mas con el viento. No razono permito que las cosas sean como son. Entiendo que no siempre todo es como uno quiere, que hay un plan para cada uno de nosotros si sabemos verlo. Cada vez entiendo menos y comprendo mas. Solo permito que las cosas sucedan y las acepto mientras quiero y cuando no las cambio porque siempre puedo. Yo hago posible mi realidad.

Viajar… Guatemala y México (2 parte)

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A las cinco de la mañana del otro día, me paso a buscar una combi para ir a Flores en Guatemala. Quería hacerlo sin Tour porque realmente el precio para pasar a la frontera era alto comparado a los buses que te llevan a la frontera por 6 dólares. Pero es increíble como esta todo organizado para que no puedas pasar por tus propios medios, o sea si logras hacerlo tenes que pasarte todo el día esperando que se llene una barca o bus, en realidad sin tanto buscar decidí que vería de que frontera estábamos hablando y de ultima volvería por mis medios. La cosa es que agradezco que no me mande solita a probar porque la verdad es la frontera mas tierra de nadie que he visto en mi vida. Solo un río separa a las dos fronteras pero hay dos o tres barquitas solas, sin gente ni barreras, ni nada, o sea que si uno quiere pasa el control de pasaporte que para esto te coimean pero ya llegaremos a ese punto, la cosa es que podes pasar sin problemas.

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Ya me habían contado el tema de que no tenia que pagar nada en Guatemala porque era corrupción pura (un Sudafricano en San Cristóbal de Casas me había contado que él no había pagado). Pero los mexicanos no se podían quedar atrás, y también pedían coima, con la excusa que si no les pagabas tendrías que pagar luego el triple para entrar. Yo la verdad no entendía mucho pero bueno bien a la argentina, me salio de adentro le digo que me explicara entonces el hombre me dice que si no le pagaba me retenía la entrada al país que te dan por el avión y si me la retiraban después tenia que pagar el triple para volver a entrar, yo por las dudas le empecé a decir que no podía ser que yo había averiguado, etc. ¡Y para que! Apareció el del Tour que también esta enganchado en esta gran coima y me empezó a decir que revolucionaba a los demás, porque claro todos como no entienden pagan y yo le decía que me explicara, la cosa es que no pague nada me dieron el boleto y me separaron de la fila para que no contagiara al resto del grupo. Yo no lo podía creer, porque esos  dólares se los quedan ellos porque no te dan ningún recibo y me dieron lo mismo que antes tenia. Me fui realmente con la idea de que tal vez tendría problemas al entrar de nuevo, en realidad no pensé mucho en lo que hacia más cuando en Guatemala vi la película BABEL y me empecé a hacer la cabeza que me tendría que haber callado la boca, pero bueno si vieran la situación me entenderían. Los de la frontera no están ahí o sea los llaman por teléfono los de las combis cuando están en la puerta con “los extranjeros”, o sea que los esperamos media hora, mientras tanto sin mucha explicación y sin darte ningún papel ni hacer nada con tu documento te piden plata y después volves a salir. Bueno llegue a la orilla de la nada, y tomamos el barquito medio hindú que nos llevo por 1 hora a la otra orilla donde nos esperaba otro bus, o sea solo el bus con el conductor, no hay nadie mas que esa persona y dos hombres tratando de cambiarte dinero con el peor cambio pero el guíate dice que es mejor allí. Yo me acordaba de la frontera de Argentina con Bolivia, hormigas de personas cruzando y acá solo 12 personas que veníamos en barquito, sin cola, sin barreras, sin guardia, sin nada. Porque recién a los cinco kilómetros hace un stop el bus para ponerte el sello de entrada a Guatemala, y la verdad esta vez de nuevo me pidieron dinero y yo pensaba en que ya había tenido lío con el guía anterior y la verdad que no sabia si me había equivocado al protestar en esta o en la otra pero bueno pague, pensando en que había hecho buen negocio todavía. (La  historia de la frontera no termina, continua ala salida).

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La cosa es que llegue a Flores, y allí ya me uní con dos canadienses de 19 años que parecían mis hijas, porque perdían todo, tardaron una hora para llegar al Tour, no tenían plata para pagar las fronteras, pero bueno tenían una data que yo no tenia donde parar en Flores. Porque de algo estaba segura cuando empecé el viaje era que nunca terminaría en Guatemala, pero al estar en Chiapas la tentación era muy grande y yo no pude resistirme. Termine con las dos chicas en “Los Amigos” hostal, y fue mas que un acierto, súper chill out, súper cómodo, barato y con toda la onda. La verdad que hay un montón de gente viajando por centro América y Guatemala es paso obligado, así que conociendo mas gente se nos paso  el día sin salir del hostal. A las tres de la mañana nos pasaban a buscar para hacer el Tour en el amanecer en las ruinas de Tikal. Me desperté temprano y las canadienses perdieron el ticket del Tour, con mi labia convencí al guía que lo tenían pero bueno se olvidaban las cosas y pudieron venir. Llegamos a las ruinas sin amanecer todavía, y con llovizna, lo cual el camino de subida para esperar la salida del sol se hizo un poco dificultosos y molestos. Principalmente porque después de subir unas largas escaleras, el sol estaba totalmente escondido entre nieblas y nubes que no dejaban de largar gotas. Así fue como empezó el Tour que continuo hasta las once de la mañana, la verdad lo mágico o lindo de las ruinas de Guatemala en comparación al resto que he conocido, Chichén Itzá, Machu Pichu, etc., es que están vírgenes, intactas, en medio de la selva, y todavía sin tanta estructura, lo cual hace que te sientas explorador descubriéndolas entre los árboles y lianas de la espesa jungla. Eso si las piernas agotadas de subir tantos escalones. Me divertí con unos ingleses de 19 años, que me hicieron reír mucho. Luego todos se volvían pero yo me quede un rato sola en las ruinas, dibujando un poco y dejándome perder un poco más, fui al museo y cosas así, que hicieron que regresara a Flores como a las  2 y media de la tarde, pasando por El remate en el camino, un pueblo en las orillas del lago muy lindo. Porque Flores de Tikal queda mas o menos a dos horas. El día se había convertido en un horno, realmente el calor era terrible, así que llegue me puse la bikini y a encontrarla orilla del lago para bañarse, y sin dudarlo al encontrarlo me zambullí de una. Estuve un rato allí mirando la paz del lago y del pueblo. Luego volví al hostal a charlar un rato con la multiplicidad de personas de distintas nacionalidades que había y luego me puse a pintar un rato hasta que se hizo la hora de la película BABEL, que todavía nunca había visto y les juro que al verla solo pensé en mi determinación para hacerle frente al guardia del pasaporte en México sin ninguna duda de que estaba en lo cierto y de hecho lo estaba.

Al otro día, cinco de la mañana partía nuevamente para México, nuevamente el mismo Tour, ya que no hay forma de llegar de otra forma, (un monopolio), me despedí de las chicas que seguían a Belice rumbo Tulum, pero mis planes necesitaban llegara otro destino. Así fue como de nuevo haciendo las cuatro horas para llegar a la oficina de Guatemala para poder pasar la frontera, y ahí sin dudarlo deje pasar a unos cuantos del grupo antes y veo que un hombre holandés no quiere pagar si no le dan recibo, entonces yo digo, yo te pago pero dame recibo, porque me parecía una ridiculez total pagar por salir, todavía por entrar lo entiendo, así fue que nos dejaron para lo ultimo y sin la menor desfachatez nos mira y nos dice voy a entrar a buscar los recibos y nunca mas sale, lo cual hizo que saliéramos de la oficina sin pagar nada y con los pasaportes sellados, una locura, yo no lo podía creer, solo lo hice porque estaba el holandés súper plantado de que estaba podrido de la corrupción centroamericana. La cosa es que cruzamos el barquito y que sucede, nuevamente nadie en la oficina mexicana, llega una hora mas tarde, el mismo hombre de la otra vez, y sin ningún reparo me sella el pasaporte y me dice buen viaje. Mientras todos los demás tuvieron que pagar los 30 dólares. Nuevamente cuatro horas en el bus, se me hizo ameno charlando con una pintora francesa y dos artesanos venezolanos que me contaron los pormenores de nuestra querida Centroamérica, donde la corrupción es cosa de todos los días, buscándote excusas por cualquier cosa para pagar unos dólares que terminaran quedándose en sus bolsillos porque realmente es tierra de nadie. El río lo podes cruzar nadando y ya estas en la otra frontera, indocumentados por allí es sinónimo de posibilidad. La cosa es que salí ilesa de estas fronteras y feliz que ya estaba de nuevo en camino. Y la verdad creí que en palenque no me quedaría pero se hizo mas tarde de lo pensado y termine tomando el único bus que me llevaría a mi próximo destino, la tierra del cacao, Oaxaca.

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Me fui a Oaxaca y a Puebla, dos ciudades coloniales y tradicionales de México. Oaxaca me gusto, pero no me enamoro, tierras de pasado y de movimientos varios. Me perdí, subí alas ruinas, comí lo típico de la ciudad, me encontré en un mercado de insectos, artesanías y de bolsas de Frida coloridas y fui a varias iglesias. Dormí una noche y luego de estar otro día dando vueltas termine en Puebla, lugar que ame. Puebla es una ciudad que uno no se puede perder, porque tiene todo lo que uno espera de México encontrar, de sus raíces,  además comí el MOLE PUEBLANO, un pollo con una salsa de chocolate, bueno de cacao con especies, que no se puede creer lo rico, el sabor exquisito que tiene, así que altamente recomendable, siguiendo los pasos de la Lonely planet, primera vez que me acompaña en un viaje y  altamente recomendable. Tome un Tour que me llevo a ver todos los imperdibles de la ciudad. Los mosaicos me encantaron y el colorido. De ahí tenia dos opciones quedarme en Puebla esa noche o partir para México City donde pararía en la casa de un amigo de mis amigos ya que se habían ido de viaje porque yo me había retrasado y tenía cosas que había dejado en su casa. La cosa es que llamaba al amigo y no me contestaba y decidí utilizar un antiguo método que utilizaba, que hacia tiempo que no hacia, que era tirar papelitos. Los que me conocen saben, es poner dos papeles con el nombre de cada ciudad y preguntar al universo donde me convenía ir, y me salio 3 veces que fuera a México city y bueno me fui. Era media locura, porque llegue a las 12 de la noche a México city y sin poder comunicarme con Carlo. Estaba en la terminal, de noche y sola, sin saber quehacer. De pronto me acuerdo que visitando el zócalo había visto un hostal que tenia toda la onda y de casualidad, si las hay, había guardado el papel. Así que me fui en metro, súper seguro a la Catedral (los taxis me habían perdido varias veces y siendo de noche me parecía mas peligroso que estar en el metro con gente) y de ahí camine solo una cuadra al hostal, que me encanto, porque de noche las ciudades tienen otro color, olor y sonido. Llegue al hostal y trate nuevamente de comunicarme con Carlo pero nada, y tome un cuarto, el cual me avisan que no había agua por un imperfecto que se arreglaría en unos minutos, yo venia muerta y solo quería bañarme y dormir, pero el destino me deparaba otra cosa. Escuche música y seguí el ruido al ultimo piso, una terraza donde estaba lleno de gente del mundo hablando mirando la catedral de noche, que es un espectáculo.

Ni bien entre al lugar vi a un chico que me encanto, y a los pocos minutos se acerco a hablarme. Era australiano, se llamaba Chad, estaba viajando por el mundo, y recién empezaba su viaje solo, ya que había estado viajando por Estados Unidos con su hermano mayor. Justamente en Los Ángeles y San Francisco donde pensaba ir, así que me prometió pasarme información de allí. Cuando me cuenta que tenia 21 (y yo 29) años, me aleje, era muy chico para mi, pero tenia un encanto especial. El bar cerró y terminamos en su habitación con el hermano y otra gente de fiesta. En un momento estaba mirando la ventana y me agarro de la mano, me miro a los ojos y me da un beso en la boca sin importar que estuviera todo el mundo alrededor nuestro. Todo era muy divertido. Era chico pero tenia agallas y eso me gustaba. Desde que había empezado el viaje había estado en contacto con el americano porque sentía que valía la pena volver y continuar con él, pero ya había decidido cambiar de pasaje y extender mi viaje, y al mismo tiempo fluyo el encuentro, nunca me lo hubiera imaginado por su edad sola me autocensuraba. Era una energía desbordante lo que me provocaba Chad que no puse freno. Su hermano se iba en pocas horas y desde la mañana podíamos hacer programas juntos. Lo mismo me levante a las 8 am con intención de ir a la casa de Carlo a buscar mis cosas y dejar el hostel, cheque internet y tenia un montón de mails de Carlo contándome que se le había roto el celular, que llamara a su casa (esas cosas del destino). No podía estar con alguien tan chico me repetía. Pero cuando había decidido irme del hostal termine tocando el ascensor en el piso de Chad y tocando la puerta para que me atendiera y me dijera que bajaba a mi cuarto en unos minutos para salir de paseo por el DF. No pude resistirme a su frescura y terminamos todos el día juntos. Fuimos a todos los museos que no había podido ver porque siempre se me ocurría ir los lunes que estaba cerrado, y justo los domingos son todos gratis, así que  lo pasamos increíble, porque me destacaba de toda la historia del arte que tenia en mi sangre de tanto haber leído de los muralistas, de Diego Rivera y Frida y Chad disfrutaba de conocer sin imaginarlo. A veces lo que parece un desastre termina siendo lo que tenia que suceder.

El lunes tenia que ser el día serio ya que tenía que arreglar mis tickets de vuelos. Llegue a la mañana a la agencia de viajes para irme a Los Ángeles y de ahí a san francisco y luego a Puerto Vallarta, era un plan loco pero empecé limitándolo a LA, MEXICO, LA,  y bueno empezamos con 600 dólares, que era imposible de pagar y termine pagando con mi idea original de vuelos, o sea una maravilla la única suma de $320 dólares, no me pregunten como porque ni yo lo se, besaba al mexicano que me consiguió la ganga, de la felicidad, les juro aplaudía. La mente es increíble porque yo iba súper positiva a conseguir mi pasaje para el otro día, imagínense que tendría que ser súper caro pero bueno la buena onda, hace maravillas, y no solo eso tenia que cambiar mi pasaje a argentina y le pregunto sabes donde queda LanChile y me dice justo a la vuelta de la esquina, era una coincidencia maravillosa, porque realmente México city te pierde entre sus diagonales y la gente que no te indica bien. Estaba feliz, y me perdí en la city porque me había olvidado un papel y tuve que volver al hostel y volver a lan chile y me perdí y la ciudad te agota, así que cuando estoy volviendo súper cansada entro a bodyshop a probarme una crema y la chica me dice te ganaste una mascara de limpieza, un maquillaje, sentate y disfruta, yo feliz, no podía creer el mimo. Llegue al hostal feliz de la vida, y me fui a buscar mis cosas a lo de Carlo que me estaba esperando hacia dos días, pero bueno la vida me deparaba encontrarme con el amor. No necesitaba hablar con Chad, que me sorprendía, me llevo a comer al Café Tacuba (lugar al que se debe el nombre de la famosa banda) donde mosaicos y mariachis nos recibieron y disfrutamos de los típicos platos mexicanos (el primer día en el DF vi ese lugar y quise ir a comer ahí pero no lo hice), después me invito a desayunar a un lugar divino que también había pensado en hacerlo cuando me encontraba sola. Nos completábamos y a pesar de sus escasos años tenia muchas ganas de aprender y compartir. A veces los prejuicios nos hacen perdernos encuentros maravillosos que están en tu destino. Nos despedimos hasta un hasta pronto y con mucha suerte para ambos para seguir nuestros viajes.

Viajar… por Perú y Bolivia

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MUCHOS LUGARES, MUCHO PARA PENSAR

Viaje durante tres días seguidos, tres días de carreteras y paisajes distintos, tres días con un solo objetivo reencontrarme con mi compañero de este momento de mi vida. Cuando me propuso acompañarlo, no lo dude por un minuto, en una semana organice mi partida. El viaje era uno de mis sueños de siempre, pero nunca había encontrado la persona para realizarlo.
Los vuelos que quedaban para la fecha que yo quería eran de tarifas elevadas, así fue como termine viajando por tierra. Con mochila a cuestas y bolso de mano pesado subí al colectivo que me llevaría a La Quiaca. El viaje es largo, por lo cual me dispuse a disfrutar del paisaje; la maravilla es ver la Quebrada de Humahuaca en toda su extensión. Recién al otro día cruce la frontera. Antes de presentar los papeles en la cola de inmigraciones, una señora llamada Dora con su hijo Jaime me comentan que ellos también viajaban para La Paz. Nos separamos. Me dispuse a pasar la frontera, sorprendida ante tan poco control. Seis cuadras separaban la estación, negocios se desparramaban desordenados por esa avenida. Cargada y cansada solo pensaba en que nuevamente estaba sola en travesía. Muchas imágenes transcurrían en el viaje, muchos otros viajes aparecían sin buscarlos, tantas anécdotas para contar, tantas vidas a relatar.
Así llegue a la estación, atestada de gente y de paquetes. Cuando llego, Jaime me sorprende, me dice que la mama ya estaba sacando el pasaje, y que me apurara dado que no había directo a La Paz (ya que el otro cruce de frontera estaba roto el puente en este momento). Sin dudarlo me junte con ellos, era el último pasaje de esa compañía, y no pensé en buscar por mi propia voluntad si la suerte me deparaba otra cosa. Muy interiormente quería hacer este viaje así, precariamente, en esos colectivos llenos, interminables caminos, rutas malas, peligros inminentes. No lo hacia para sufrir ni mucho menos, algo de adentro me brotaba, que me decía de vivirlo de esa manera.
Acompañe a Doña Dora y su hijo a comer dentro de una galería muy precaria con restaurantes a lo largo de un pasillo. Justo se larga a llover así que la desición había sido más que acertada. No comí, el lugar no me inspiraba confianza, tenia muchas horas por delante y no quería enfermarme. Entre a Internet por unos minutos y luego nos dispusimos a esperar en una estación llena de gente, bultos y sin casi luz. Tomamos un te de coca y una cruceña me empezó a conversar y contar de su coche cama, y escuchaba a los bolivianos que revendían pasajes directos a La Paz, y empecé a dudar ¿Habría hecho bien? La realidad es que confié en la mujer y no busque nada. Ni mejores condiciones, solo me deje llevar por el viento. Apareció y lo tome. Me empecé a sentir un poco mareada. La estación estaba llena de gente, buses dobles muy lindos y otros horrendos. ¿Cual me tocaría? ¿Viviría para contarla? Pensaba en todas las recomendaciones de mi mama y mi abuelito, y mi seguridad de prima de hacerlo a mi manera. Siempre había querido hacerlo así. Siempre, como miles de personas lo hacen a diario por no tener otros recursos, otra opción.
Tome una pastilla para la altura y a pesar de dudar varias veces de sacar otro pasaje ya que no perdía mucha plata mantuve mi posición a lo que impulsivamente había decidido. El bus llego a las 19 hs. Mientras esperaba a dejar mi mochila, escucho al que ponía los equipajes que decía que no había que llenarlo mucho para que no se volviera a pinchar la goma. No tenia lujo alguno, lleno de cholas con olores variados. Dora y Jaime tenían asientos adelante y yo atrás. No había extranjeros como en los otros buses, de alguna forma buscaba mis pares. Decidí tener fe, como me dijo Dora al ver mi cara de preocupación antes de llevar mi equipaje. Sabía que el camino era malo y el bus no era bueno que digamos. Lo mismo permanecí en mi asiento. Salio el bus y a las pocas cuadras se detiene y se suben cinco mochileros argentinos que se sentaron en el piso al lado mió. Le habían hecho dedo y por la mitad del pasaje los habían levantado. Fue la señal del cielo de que había hecho lo correcto, ya me sentía acompañada. Dos chicos y tres chicas que venían haciendo dedo desde La Plata. Era el primer bus que tomaban desde hacia un mes, realmente los escuchaba y me encantaba su valentía de salir a la ruta sin dinero pero con muchas ganas. Charlamos un montón y así ya no me retuve en que el bus no tenía luz ni en los olores, sino en la compañía que me había llegado. Ya estaba contenta. Me había largado a la aventura y el viaje realmente ya lo era.
Luego intentamos dormir pero la ruta era imposible. En un momento hasta pareció que se había pinchado una goma pero era que se había atascado el colectivo. Al estar oscuro no se veía la carretera, ni los precipicios, era todo una salvación. Llegamos a Potosí y me despedí de los cinco mochileros con los que me había entretenido todo el viaje. En mi interior estaba agradecida, me habían dado la tranquilidad que me faltaba. Con Dora corrimos a comprar los pasajes para Oruro mientras Jaime cuidaba el equipaje. Así fue como compramos un “Api”, especie de te caliente, a una de las cholitas que vendían en la estación para esperar el bus. Salimos a las siete, yo leía el libro “Ensayo de la ceguera” y contemplaba la vista. No podía creer que mis ojos tenían posibilidad de contemplar nuevos paisajes. Algunos se repetían con otros tan distantes. Me asombre al ver las llamas perdidas en la nada con dos o tres hombres cuidándolas mientras pastaban. Paramos en un pueblito perdido, de caminos de tierra y casas tan precarias, y me preguntaba ¿Quien decide donde nacer uno? ¿Como puede ser que haya tantas desigualdades? ¿Seria posibles que haya una razón universal por la cual yo puedo contemplar y otros tienen que sobrevivir esa precariedad? Los libros no tienen respuestas a las desigualdades, a la realidad. Y ahí estaba yo de nuevo, viajando. Leyendo el libro de la ceguera que había afectado a todo un país, y rodeada de olores tan asfixiantes. Una chola con su oveja en brazos al lado mió había subido sin tener plata para pagar el pasaje y ya no la podían echar.
Llegamos a Oruro, precario, caminos de tierra por doquier. Salía un bus en 10 minutos, convencí a Dora para tomarlo; a pesar de que ella quería descansar. Así llegábamos temprano. Tan honesta era Dora, tan pura, que me sentía mal por haber dudado de viajar con ellos. Pero estamos en esta selva que nos hace desconfiar de antemano aunque uno sienta lo contrario.
Casas de barro, perdidas en la nada, sierras desoladas, seguía contemplando paisajes. Una realidad tan distinta pero ¿era tan distante? La Quiaca me hizo reflexionar sobre las diferencias de nuestro país que se define tan europeizado.
Vidas tan distintas que se cruzan continuamente. Dora y Jaime seguirían su camino, hacia diez años que Jaime no volvía a La Paz, su madre se lo llevo a la Argentina luego de separarse de su padre y nunca mas volvió. Yo estaba presenciando un viaje de alguien que se encontraba de nuevo con sus raíces. Había cambiado, ya tenia 25 años, pero algo en su interior le brillaba, su madre lo acompañaba. Volvían a casa, y yo recién empezaba mi viaje. La vida es tan bella, y a veces esa simplicidad se encuentra en lo simple, tal vez en una mirada.

Mari y Cosi Valle
Al llegar a la estación, mi novio me estaba esperando. Hacia un mes que nos habíamos separado. Nos reencontrábamos, en este agujero de la tierra tan lindo y diverso como es la Paz, donde las estrellas están mas cerca de uno y la diversidad se encuentra por doquier. Luego de disfrutar tres días de la ciudad, entre caminatas en el Valle de la Luna, la increíble feria de las Alacitas que de desparrama en toda una colina de esta hermosa ciudad donde se venden todas las cosas en miniaturas como para un juego de casita de nenas. En realidad son los elementos para cargar al famoso ekeko, ese hombrecito cargado de alimentos, abrigo, dinero, o lo que se quiere cargar para que el año te lo de y al que se lo hace fumar cada 24 de enero. Tercer día de paseo por la ciudad recorriendo el Prado, la plaza Murillo, la Iglesia San Francisco y hasta al mercado negro llegamos. Un laberinto de puestos callejeros donde se puede encontrar todo lo que quieras imaginar. Al cuarto día cuando nos disponíamos a seguir viaje, Maria, la que escribe, se levanto descompuesta. Pero no una simple descompostura, vómitos y diarrea al unísono me castigaron durante varias horas. De esta forma, casi deshidratada me llevaron al hospital. Descubrieron un cóctel de parásitos en mi estomago producido por algo que había tomado o comido en la calle. Luego de mucho pensar lo único que podía ser, era el api, creyendo que al ser hervido no habría problemas me lo tome tranquila. Lo que no tenia en cuenta es que los pocillos donde te los sirven son poco higiénicos. Con el suero puesto desde la mañana y toda una noche para pensar, solo pensaba en porque no había aceptado el pasaje de avión que mi mama me había regalado y de esta forma no tendría que estar pasando por esta experiencia, pero yo lo había querido hacer a mi manera. Dos días tuve que estar de reposo extremo, dos días que podrían haber sido muchos más.
A veces la maña es vencida, y a pesar de los intentos me toco descansar, aunque como las ganas ganan a las enfermedades, al tercer día estaba en camino sin poder deleitarme con los placeres culinarios de los lugares que iba a visitar pero feliz de poder seguir mirando tantos paisajes diferentes. Desde la Paz pasamos por Copacabana y luego cruzamos la frontera hasta llegar a Puno donde las flores comenzaron a irrumpir en el paisaje de una manera maravillosa. Flores amarillas, rojas y violetas se desparramaban entre casas con techos de paja y de chapa. Siempre el lago titicaca de fondo. Se dice que la ciudad Atlántida se encuentra en su fondo, ¡Que lindo tan solo pensarlo! Pensar que una ciudad se esconda detrás de esas aguas verdosas que se mueven con el viento y que se encuentran custodiadas por tantas islas. Llegamos a Puno, tan solo dejamos los bolsos en un hotel cercano a la Plaza de Armas, y nos subimos a unos carritos llevados por bicicletas que te hacen pensar que estas en Hong Kong o en China, en cambio uno se encuentra en Perú. Tan solo quería ver el puerto pero al caminar por el mismo, unos chicos empezaron a decirnos que un barquito salía para Uros en ese mismo instante y que por la mitad de precio nos llevaban. Yo sin dudarlo y tampoco sin consultarlo a mi compañero de viaje dije que si, y ahí estábamos arriba del barquito que retrocedió para tomarnos como pasajeros. Muchos dirán que estas islas flotantes son para el turismo, pero yo digo que lindas que son. Tan solo pensar que en algún momento fue así: chozas de paja en medio del lago sobrepilotes del mismo material y rodeado de juncos verdes, tan verdes que contagian al agua y los cholitos vendiendo sus artesanías, y hasta uno se puede quedar a dormir allí a pesar del frió. Nos sacamos fotos en canoas de paja que parecían a las embarcaciones de los vikingos. A la vuelta de nuevo los carritos llevados por las bicicletas, esta vez, no por curiosidad sino por cansancio. Luego a comer, si a pesar de todo un plato de arroz y una sopa puede ser mas que confortante y rico cuando uno quiere seguir disfrutando de paisajes y de la belleza de la naturaleza.
A la mañana siguiente, nos tomamos un bus con el ansiado destino: Cuzco. La ciudad de Cuzco es mas de lo que uno se puede imaginar cuando viene transitando ciudades de Bolivia y Perú. Cuzco es una ciudad para enamorarse, de subidas y bajadas, de callejuelas y adoquines, de iglesias asentadas sobre templos quechuas. Cuzco es colonial. Es una ráfaga de sobriedad y color al mismo tiempo. Además de sorprenderte porque por más que te digan que es linda es imposible de imaginar.
Ni bien llegamos a Cuzco, después de unas cuantas horas en bus donde la gente se subía y bajaba en cualquier lugar de la ruta y los pasajes se revendían sin control, tomamos un taxi para la plaza de armas. La verdad la ciudad me sorprendió, hermosa por donde se la mire. Almorzamos algo y fuimos a la información del turismo para conocer las opciones de la ciudad y sus alrededores. Hay varias opciones de todo, lo que te hace más difícil la elección. Nos decidimos por un hostal en el barrio de San Blas. Desde la Plaza de Armas, se llega subiendo una callejuela muy finita, pasando la iglesia de San Blas y casi en la colina se encuentra uno con una vista maravillosa de la ciudad. Nos quedamos dos noches, mientras arreglábamos todo el tema de Machu Pichu, ya que no era tan sencillo dado que el camino del inca en febrero esta cerrado. Así que no nos quedaba otra opción que tomar el tren
Al visitar Cuzco uno se encuentra con un montón de ruinas muy interesantes, que se desparraman por todos los alrededores de la ciudad; se hace imprescindible tener un guía para entender y realmente ver lo que hay entre tantas piedras que parecen iguales pero encierran secretos ancestrales. Luego de dos días de intenso recorrido por la ciudad, nos fuimos para las ruinas de Pisac y Ollantaytambo y de ahí nos quedamos para tomar el tren a Aguas Calientes. Nos unimos con un grupo de 8 chilenos muy divertidos con los que compartimos unas cuantas horas y luego gran parte del recorrido de Machu Pichu.
Llegamos a Aguas calientes tipo 22 hs. y a buscar hotel. Al abrirse las puertas del tren, parece que se abrieran la puertas de un corral y las vacas salieran a buscar el mejor lugar para pastar, así es la sensación. Personas que te ofrecen sin parar diferentes opciones. Encontrar la mejor opción es difícil, ya que los precios son muy variados. Al otro día nos levantamos a las cuatro de la mañana para subir la montaña, recién a las cinco abren para vender el ticket así que a esa hora salimos caminando, en plena oscuridad con una linterna de mano. A los pocos metros de subida yo empecé a protestar porque no quería subir a pie. Temía que terminaría agotada para el resto del recorrido. Machu Pichu siempre había sido mi sueño y quería disfrutarlo. Hay colectivos que te llevan hasta la entrada pero mi compañero de viaje se negaba a tomar hasta que lo convencí de que estaba exhausta. Esperamos al colectivo y este al vernos no paro. Así fue como no nos quedo otra opción que subir marchando todo el camino. Tenía bronca al principio pero después comprendí que no ganaba nada con ese sentimiento, tenia que continuar.
Al final la sensación de subir la montaña era buena. Es cansador, pero la felicidad de haberlo logrado no se compara. Los gritos de unos argentinos que estaban delante me señalaron la llegada. Allí nos encontramos con los chilenos, para tomar el tour, ya que no vale de nada ver sin entender un poco. La neblina a esas altas horas de la mañana cubría la vista. Recién a la hora se despejo y el sol brillo con todas sus fuerzas iluminando cada recoveco de piedras. Ver esas construcciones de piedras talladas tan perfectas te eriza la piel, todo tiene una explicación, todo tiene un porque. Hay llamas que pastan en los alrededores. El tumulto de gente recién comienza a aparecer al mediodía. Solo mirando las ruinas uno puede llegar a entender a esa otra civilización que nos antecedió, donde la racionalidad no era tal vez su fuerte, pero su sensibilidad hacia la naturaleza se refleja en todo lo que hicieron.
Luego del tour, decidimos parar para almorzar mirando las Machu Pichu. Después nos dirigimos a la puerta del sol, otra larga caminata en búsqueda de la forma de puma y cóndor de las montañas. La lluvia quería emerger pero el sol por suerte le hizo frente hasta que estuvimos en las termas de agua caliente. Luego de dar vueltas bajamos de nuevo la montaña, esta vez con mas conocimiento de la distancia real, aunque mucho mas cansados. Luego a comer y de ahí a las piletas de aguas termales. Que placer, el cuerpo totalmente agotado dentro de estas tinajas calientes con la lluvia fría que te acariciaba el rostro en medio de dos montañas verdes, frondosa vegetación por todo el alrededor y el sonido intenso de un rió bravo que corre alrededor de Aguas Calientes. Luego a dormir intensamente ya que el tren a las cinco y cuarenta y cinco partía y otra vez había que levantarse temprano.
Llegamos a Cuzco y nos fuimos a tomar un bus que supuestamente salía a las cuatro pero recién salio a las seis, sucesos comunes de nuestros países latinoamericanos. Nunca se puede predecir que es lo que va a pasar ni que es lo que va a aparecer, y ahí esta el secreto de la vida, las sorpresas. En vez de ir para Lima, decidimos irnos a Pizco, una ciudad en la costa que da al Pacifico. El bus se atraso, tuvo problemas en las carreteras debido a una avalancha. Los caminos pasaron de verdes praderas a nieve y luego a un árido desierto que no se puede creer que exista en nuestras tierras. Como a las seis de la tarde llegamos a nuestro destino, Pizco, solo duramos unas horas ya que las ganas de tirarnos al mar nos gano. Tomamos un taxi para Paracas, un pueblito de pescadores muy pintoresco con palmeras y barquitos de colores. Conseguir un hotel lindo y barato fue muy fácil ya que no había casi turistas. Chochos nos fuimos a la playa y al entrar al mar un agua densa con olor nos sorprendió. Sin dudarlo salimos de allí, luego nos contaron que las fábricas exportadoras de harina de pescado contaminan estas playas. Una lastima ya que son hermosas. En realidad lo que observo a todo mí alrededor es la falta de educación que hay para convivir, ya que todo esta sucio pero se nota que es por falta de educación ecologica. Cuesta tan poco cuidar el planeta, solo es necesaria la conciencia pero mientras el hambre exista no hay tiempo de pensar en ello.
Al otro día nos fuimos en una lancha a las Islas Ballestas para ver lobos marinos, pingüinos y un montón de aves diferentes. Luego en un bus nos fuimos a un paraíso, la reserva natural de Paracas, un desierto de un lado y del otro lado el mar más azul que se puedan imaginar. Increíble a los ojos. Allí si pudimos bañarnos en una bahía muy linda y cristalina con el desierto atrás nuestro. Luego fuimos a recorrer un poco Pizco y arreglamos nuestro siguiente destino: hacer sandboard.
A la mañana siguiente muy temprano salimos para Ica donde allí nos indicaron ir a Huacachina. Por un momento pensé que estaba en un espejismo, ya que el lugar se parece a Egipto más que a Perú. Un oasis en medio del desierto, una laguna verde con palmeras y algunos restaurantes y hoteles que la rodean y todo alrededor arena. Dunas inmensas, doradas, maravillosas. Muy canchera rente la tabla y me dije a mi misma que tan difícil puede ser la cosa, lo que no tenia en cuenta era que ya eran las diez de la mañana. El calor era intenso y había que subir dunas gigantes de arena – con lo que cuesta. Así que después de practicar dos veces, ya estaba sedienta y agotada y faltaba como una hora de caminata para subir a la duna mas alta donde la vista era paradisíaca y donde me tiraría con mis pocos conocimientos de skate, snowboard o lo que se parezca. La verdad que desistí mas de una vez en subir, con la tabla, el calor de frente, pero ahí estaba “Fuerza Maria, persevera y triunfaras” me decía a mi misma. Pensaba en que el desierto seguramente seria peor y al final el premio, la recompensa era tirarse a la laguna verde que brillaba a lo lejos. Llegue a la punta y me tire bastante bien tengo que reconocer para mi poca experiencia, eso si la tabla iba para el otro lado y a mitad de camino me doy cuenta que me faltaba la cámara, la había perdido en algún lugar de la montaña. No veía nada, el sol brillaba. Intente subir pero la verdad me faltaban fuerzas. Por suerte un hombre puede socorrer a una, el mio la encontró. Fue un poco difícil ya que la arena se mueve continuamente. La fuerza no me sobraba, casi estaba deshidratada sin agua, así que termine bajando la gran duna al estilo Heidi en la montaña. La tabla se convirtió en un trineo maravilloso que me dejo en destino. Luego de un litro de coca cola bien fría estaba dentro de la laguna verde helada. Decidimos cambiar itinerario y quedarnos casi toda la tarde disfrutando de ese paraíso, un oasis de película, ni hollywood podría haberlo hecho mejor.
Luego de disfrutar del paraíso nos fuimos a Nazca. La ciudad realmente es horrible nada pintoresca. Los que piensan que andando en la ruta se puede ver algo de la dimensión de las líneas, tengo que contarles que nada se puede vislumbrar de lo que realmente es. Así que a tomar coraje y subirse al avioncito, por suerte es temporada baja en toda esta zona y todo esta mas barato de lo que suele costar, así que además del vuelo conseguí que tuviéramos pileta en un hotel muy bueno todo el resto del día. El calor es sofocante, pleno desierto. Así fue como a la mañana siguiente volé en un aeroplano muy chiquito de solo cinco personas en el que fui el copiloto. Volar sobre estas líneas maravillosas que se hicieron 400 años antes de cristo y que te muestran un gran mapa que no se sabe que esconde pero que algo seguramente significa porque tiene direcciones, figuras, señales es algo maravilloso. La verdad que andar solo en el aeroplano ya vale la pena, increíble, daba vueltas casi de 180 grados, obviamente que un señor francés que estaba detrás mió no dirá lo mismo ya que vomito todo el viaje; pero bueno esa fue una de las razones por las que tome coraje para volar porque sino lo haces a cierta edad después los miedos aparecen con mas fuerzas. El vuelo vale la pena. Además mi filosofía de viaje siempre es que nunca se sabe si uno va a volver al mismo lugar así que mejor disfrutarlo, ver todo lo que se pueda ver y luego quedarse satisfecho de que una banderita ya ha sido puesta en ese lugar.
El tiempo pasa y la verdad de lo que no puedo negar es que viajando por Perú o Bolivia uno lo pasa mucho tiempo en buses que se combinan otros que no tanto, pero que de alguna forma te llevan de un lugar a otro. Después de volar sobre las líneas de Nazca nos fuimos para Arequipa; descubriendo al día siguiente que me habían robado. En realidad fue un robo a la confianza ya que mientras volábamos en el aeroplano dejamos las mochilas en el hotel donde nos hospedamos y nos robaron mientras tanto. Al ser solo cosas materiales no le dimos tanta importancia. Llegamos a Arequipa y nos dedicamos a recorrer la ciudad. Monasterios e iglesias se desplazan por la ciudad, construidas con la roca volcánica muy bien tallada.
Al otro día muy temprano nos fuimos para el Cañón de Colca, decidimos hacer el camino mas largo de tres días. De esta forma comenzó una larga caminata, en donde la montaña muy traicionera no te deja ver cuanto te falta. Nos hospedamos en unas chozas de barro y paja muy lindas con la luz de las estrellas como iluminación. En realidad en esta parte de Perú se vive en otro momento de la economía, los burros sirven para llevar las cosas de un lugar perdido en la montaña a la ciudad más cercana. No hay luz, ni teléfono, menos Internet o celulares. La única diversión es una radio que acompaña a todos los paisanos en sus caminatas diarias de 7 horas ida y vuelta al pueblo cercano. Los chicos se divierten comiendo las frutas que el lugar les da, sacándolas de los cactus o comiendo unas vainas que esconden un dulce dentro con semillas negras gigantes. En realidad es como si los dulces estuvieran colgados en la vegetación solamente hay que saber descubrirlos. A la mañana siguiente muy temprano empezamos otra caminata con destino el Oasis. Pasamos por dos pueblitos casi desiertos; uno los podría describir así. Pero en realidad viven desde otra óptica, con otros horarios ya que estarían pastando las llamas y vacas, o acompañando los cargamentos que suben y bajan en burros.
Al llegar al Oasis fue un verdadero placer, después de la caminata en el cañón valen las piletas de aguas termales que te esperan allí. Mañana siguiente a las tres de la mañana comenzamos el regreso, cuatro horas de subida que no terminan. Las piernas temblequeaban del cansancio, pero al fin lo logramos. Mi único pensamiento era en las personas que tenían que hacer esa ardua caminata todos los días por necesidad. No existen ni elevadores, ni maquinas electrónicas, ni robots, solo el esfuerzo físico y de los fieles burros que hacen parte del trabajo. Todavía en este mundo que se cree tan globalizado existen partes que no han sido tocadas por la varita mágica y siguen en un retraso que no asegura ni la felicidad ya que al desconocer otra cosa no existe el deseo pero donde todo es muy básico, muy simple, donde la gente se saluda todo el tiempo aunque no se conozcan y donde los animales conviven con los humanos de igual a igual (gallinas y vacas son compañeras en cada una de estas casas, de donde consiguen los elementos para las comidas diarias). La gente duerme la siesta tirada bajo un árbol y no sabe lo que es el trafico, ni la contaminación, menos que es el stress ya que solo tiene las horas del día para trabajar la tierra o para tan solo platicar entre los vecinos.
Hay lugares que te hacen más que pensar en lo que uno vive, en lo que uno es y en lo que otros tienen que vivir o ser. Después de un desayuno bien merecido en el pueblo cercano, Cabanaconde, pasamos por el mirador de los cóndores -donde no había ni uno – y de ahí a la ciudad de Chivay un pueblito muy pintoresco donde hay unas termas muy famosas llamadas la Calera. Después de la caminata, las piernas no daban mas y que mas que un merecido baño en una terma. Volvimos a la ciudad y la odisea de buses comenzó hasta llegar a Bolivia de nuevo
Ultimo destino Coroico, las famosas yungas, la puerta de la amazona boliviano, un espectáculo. El camino te saca más de un suspiro y alguna que otra oración a todos los santos. Todo el mundo habla de que es la ruta más peligrosa del mundo y yo no le daba tanto crédito, pero realmente lo es. A pesar del peligro es maravillosa, ver ese camino tallado en las montañas llenas de degrade de verdes y mariposas, hasta dos águilas nos dieron la bienvenida, así que mas que vale la pena. La tranquilidad del pueblo y de los alrededores te dan el marco perfecto para descansar. Luego a la Paz donde tomamos un avión de regreso a Buenos Aires dado que mi novio no llegaría a su próximo destino. Así fue que con confort y rapidez llegamos a nuestro destino final recordando el trajín de buses y caminos que por un mes soportamos.
El viaje ya se ha terminado. Los viajes siempre tienen un fin último: algunas veces es tan solo conocer, otras reencontrarse, otras cambiar algo o tan solo encontrarse con uno mismo. En este caso, este viaje fue de despedida. Ni bien llegamos a Buenos Aires, mi novio partía de regreso a su país natal Francia. Pero bueno la vida a veces es tan corta y lo bueno es poder aprender a disfrutar de lo más que se pueda lo que se te presenta. La vida tiene muchas vueltas y uno nunca sabe donde va a terminar. Lo que es seguro que uno tiene que elegir y optar y de alguna forma tomar lo que viene como viene si uno cree que vale la pena, y eso es lo que hice. Estos días han sido maravillosos por muchas razones y es bueno que una despedida sea con tan buen recuerdo.

cosi

Viajar es soltar y saltar a lo desconocido, abrir puertas y encontrarse con sorpresas todo el tiempo!http://www.youtube.com/watch?v=jPXF9HEXLaQ