Cuando uno viaja en colectivo, en taxi o cualquier medio de transporte que vaya sobre la calle puede distraerse mirando por la ventana. Buenos Aires tiene un paisaje de lo más novedoso, lleno de detalles. Pero a la hora de tomar el subte las ventanas sólo dan a las paredes de un túnel oscuro. La mejor forma de distracción –si es que no llevamos auriculares o algún libro- es leer cuanta palabra nos encontremos en el camino. Y así surge la pregunta: ¿cuántas palabras leemos en un viaje?