Son decenas de millones de páginas entregadas voluntariamente por las tabacaleras para evitar el pago de indemnizaciones en los juicios de los años ’90. Contienen desde recibos de compra de papel higiénico para los baños de las fábricas hasta correspondencias entre gerentes que prueban conspiraciones más propias de Hollywood que de una industria legal.
En pocas palabras, los documentos internos revelan que las empresas tenían certeza desde comienzos de los ’60 de que el tabaco es adictivo y que provoca daños en la salud y muerte.