Todo ha sido fríamente calculado. Los cigarrillos son una verdadera obra de ingeniería moderna. Buena parte del secreto está en los aditivos: son no menos de 599 productos que las empresas añaden para potenciar el poder adictivo de la nicotina y disimular los síntomas del tabaquismo. El resto del trabajo lo completa el marketing.
“Un 90% de cada cigarrillo es tabaco, ya de por sí adictivo y cancerígeno, pero un 10% son aditivos, compuestos químicos de los que sabemos muy poco. Las tabacaleras están realizando un experimento a gran escala con millones de personas“, explicó en una entrevista con El País el profesor Michael Rabinoff, a poco de publicar un pormenorizado estudio sobre los efectos de los aditivos. Entre sus conclusiones, advirtió que “más de 100 tienen actividad farmacológica”.
Los más comunes son los azúcares, que superan el 4% del peso de un cigarrillo. Al combustionar producen acetaldehído, una sustancia tóxica que potencia el efecto adictivo de la nicotina. “En un experimento con ratas adictas a la nicotina, éstas siempre elegían la mezcla con acetaldehído antes que la nicotina sola”, explicó Rabinoff. Continuar leyendo