La infancia de Rivaldo en el estado de Pernambuco no fue de las más felices. Criado entre escombros y calles de tierra, él y su familia eran víctimas de la pobreza que atravesaba un gran sector de Brasil. Las pésimas condiciones a las que estaba sometido se reflejaban en la precaria sanidad y la modesta educación, teniendo como única escapatoria el potrero.
A días de debutar ante Japón, por el Grupo H del Mundial ‘98, en la concentración argentina surgió una versión que paralizó al país sudamericano. Fiel a su estricto estilo, Daniel Passarella le había solicitado al cuerpo médico “albiceleste” que realice un control a sus jugadores para evitar un escándalo, como el que había ocurrido cuatro años antes, en el que Diego Maradona había sido excluido del torneo de Estados Unidos por el consumo de efedrina. Los resultados no fueron los esperados y, según un programa televisivo, a Juan Sebastián Verón le habían detectado cocaína.
Tuvieron que pasar 20 años para que un país anfitrión se vuelva a quedar con la Copa del Mundo. A diferencia de los anteriores, el conjunto dirigido por Aimé Jacquet fue el campeón más honesto de todos los organizadores de la historia. En sus siete presentaciones, los europeos anotaron 13 goles y recibieron sólo 2. Además, los fallos arbitrales no generaron ninguna polémica, dado que fue el equipo consagrado con más expulsiones de todos los tiempos: Marcel Desailly, Zinedine Zidane y Laurent Blanc debieron abandonar el campo de juego por observar la cartulina colorada. La época de los favores se había terminado y el título“galo” fue reconocido por todos los amantes del fútbol.
