Apuesto a que nadie da un mango por esta serie. Sin embargo, tiene una gran cualidad: respeta el género policial.
Se llama The Mentalist pero Patrick Jane, el protagonista, nos aclara cada vez que puede que no hace magia, sino que conecta hechos y sigue pistas. Jane tiene un pasado oscuro, ya que trabajó de chanta por muchos años, le hacía creer a la gente que podía comunicarlos con sus parientes muertos o los hipnotizaba para curarlos, todos quedaban maravillados por su encanto y su poder convincente. Hasta que un día la desgracia llega a su vida: su esposa y su hija son asesinadas por un temido asesino serial.
Me gusta The Mentalist porque me recuerda a una querida amiga: Agatha Christie. Porque en esta serie no existen los ADN, ni los asesinos perversos ni las imágenes desagradables. Cada capítulo es un caso a resolver por el California Bureau Investigation. Los detectives del CBI, con la ayuda de Patrick Jane, un consultor bastante particular, siguen las pistas de los asesinatos y llegan al culpable gracias a la astucia de Jane. No con la ciencia, sino con la perspicacia humana. Al igual que lo hacía Hércules Poirot. Como buen policial, el final es siempre una sorpresa.
Por supuesto que la serie es medio tontona pero es muy rescatable que el relato de las historias respete el género policial sin la fascinación por la prueba científica o por los asesinatos oscuros y perversos. Y de más está decir que su protagonista es bastante buen mozo.