Una noche veo en un boliche una chica que era igual a la pibita de Harry Potter. Obviamente estaba buenísima, por lo cual metí un par de meneos demoledores y me acerqué a ella. “Sos igual a Hermione”, le dije. “Y vos sos… pelado”, me contestó. Bien, pensé yo, ubicada en tiempo y espacio. La cosa es que después de un par de chamuyos baratos me pasó su face y al poco tiempo (esa misma madrugada después de un paty bajón) le mandé la solicitud de amistad. Yo no lo sabía todavía, pero pronto me iba a dar cuenta que pertenecíamos a dos momentos históricos diferentes. Continuar leyendo