Casi siempre, cuando me propongo conquistar una chica, termino empleando la táctica de seducción equivocada. A veces pienso que debería evaluar mis propias fortalezas personales, tener en claro cuáles son mis oportunidades de conquista, aceptar mis debilidades amatorias y estar atento a las amenazas que presenta mi próxima víctima (los buitres de mis amigos) para elaborar una estrategia de conquista… y hacer absolutamente todo lo contrario a lo que creo que debo hacer. Por eso, termino empleando uno de los recursos más confusos y desgastantes en el que un hombre puede caer a la hora de levantarse una mina que no conoce: pedir consejos a los demás.