Una taza de Chai Masala

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Cuenta la leyenda que el Masala se empezó a preparar hace 5000 años en un antiguo reino hindú. A pedido de un rey, esta infusión se empezó a elaborar con especias y a servir frío o caliente para aliviar malestares.

Pero en ese entonces no contenía té. Recién en 1835 los ingleses de la “East India Company” empezaron a producir los tes negros de Assam e hicieron su camino hacia las recetas locales de masala. Ahí nació el Masala Chai (masala: mezcla; chai: té) tal como lo conocemos hoy en día, con sus especias, azúcar, leche y té negro.

Hoy en la India es la bebida nacional. Los vendedores en las calles o en las estaciones – conocidos como “chai wallahs”- lo sirven a los caminantes y viajeros y en todos los hogares se ofrece a las visitas. Sin esa taza la vida se detendría.

¿Cómo lo preparan? A base de té negro, azúcar, leche, cardamomo, dalchini (casia o canela india), clavo, adrak (jengibre) y pimienta. El ritual de su elaboración es tan importante como tomarlo y su sabor es inolvidable. Según los expertos, el masala de primera calidad se debe tomar solo, sin leche ni azúcar.

¿Te animás a prepararlo?

Té y meditación

La Escuela Argentina de Té realizará en Rosario un curso de meditación inspirado en los textos tradicionales del té de oriente. El objetivo es aprender a diseñar rutinas saludables, hacer ejercicios de aquietamiento interior, narrar relatos con mensajes de sabiduría y meditar. La duración es de 3 días y está orientado a personas que viven lejos de la Escuela.

Modalidad: intensivo presencial (los estudios siguen a distancia por internet desde el Campus Virtual hasta alcanzar la certificación)

Está abierto al público en general y no se requieren conocimientos previos.

+Info: www.escueladete.org

 

Experiencia Library Lounge

Un ambiente de época y, al mismo tiempo, de vanguardia. Muebles imperiales, lámparas antiguas, candelabros e inmensos sillones. Todo recuerda a las tradicionales estancias argentinas. Luz tenue, casi oscuro, y de fondo, jazz.

En el Library Lounge del Faena Hotel+Universe podés disfrutar de un buen té en un contexto, al menos, diferente. El servicio incluye café o té acompañados de una selección de pastelería, finger sándwiches, un vaso de jugo de naranja natural y una copa de champagne. El costo por el servicio es de $220 por persona.

En el Mercado, otro de sus imponentes salones, el Faena también ofrece un servicio de té. Una opción incluye tostadas, medialunas, croissant, muffins, bollitos integrales de queso de cabra y jamón crudo, pancitos de manteca com tomate seco y albahaca, café, té y jugo de naranja o pomelo ($220 pesos por persona) . Opción 2: es similar a la 1 con una tabla de quesos y dos tortas a elección adicionales (costo: $260 por persona).

El servicio de te está disponible todos los días, incluidos sábado, domingo y feriados de 16hs a 19hs. Recomendamos hacer una reserva previa.

Martha Salotti 445, Ciudad de Buenos Aires. Reservas: 011 4010-9200. reservasuniverse@faenaexperience.com www.faenahotelanduniverse.com

Una tarde en Villa Ocampo

Un buen lugar para ir a tomar el té es la histórica casona de Victoria Ocampo en San Isidro. La carta de tes fue diseñada por Inés Berton; la pastelería es casera e incluye dulces como medialunas, scones, muffins, pastafrolas, tartas de ricotta y de manzana, budines, brownies y cheescakes, chipacitos y tostadas con mermeladas caseras.

Recomendamos probar el blend que lleva el nombre de la casa y hacer las visitas guiadas por cada una de las salas de la casona, construida por el ingeniero Manuel Ocampo, padre de Victoria, e inaugurada en 1891.

Esta mansión fue la casa de vacaciones de la familia. Tiempo después pasó a ser el lugar de descanso de fines de semana. Más tarde, hacia la década del 40, se convirtió en la residencia estable de Victoria Ocampo. Y a lo largo de los años supo ser lugar de reunión de los escritores, artistas e intelectuales más destacados del siglo XX. Hoy pertenece a la Unesco.

La cafetería está abierta de 15.30 a 18.30 hs. Para reservas llamar al 011 15 4163 2496.

 

Especias de colección

Si Cristobal Colón hubiese dado cualquier cosa por llegar a El Gato Negro, el imperio de las especias en Buenos Aires. Ubicado en la tradicional Av. Corrientes, este antiguo negocio mantiene un estilo de refinado almacén donde se ofrecen especias de todos los rincones del mundo y múltiples mezclas de tés y cafés, que también se sirven en el lugar.

La tienda, creada en 1928 en Corrientes casi esquina Rodríguez Peña, atesora aromas y sabores y es un clásico y tradicional bar y restaurante de Buenos Aires, declarado Café Notable y Patrimonio Histórico.

La casa mantiene intacto el estilo de un almacén elegante: mostradores y vitrinas de roble y fresno Italiano, arañas holandesas de bronce, sillas Thonet, entendidos y amables vendedores.

En el interior de la tienda, invadida por un cautivante aroma, se exhiben para la venta semillas y hierbas aromáticas, condimentos, especias en frascos y especieros de porcelana, y una selección de chocolates, salsas, frutas glaceadas y pescados envasados.

En cuanto a la variedad de tés del lugar, recomendamos probar el blend Especiado que contiene canela, cardamomo, clavo de olor y otras especias perfumadas, para acompañar la torta de frutas secas.

También se destacan los cafés exóticos que son tostados artesanalmente en el local con la misma tostadora de la época de origen del almacén y pueden ser tomados en cualquiera de sus pequeña mesas de madera acompañados por la pastelería del lugar.

Todo tiene su historia, te contamos a continuación la de este lugar.

El Gato Negro es obra de apasionados que durante más de 80 años perfeccionaron su especialidad y buscaron la excelencia.

En 1927, el aventurero español Victoriano López Robredo, que había contraído matrimonio con una argentina, abrió un negocio de especias al que llamó La Martinica en la entonces angosta calle Corrientes al 1600.

Al año siguiente decidió trasladarse a un local más amplio al que llamó El Gato Negro en el nº 1669 de la misma calle, entre las calles Montevideo y Rodríguez Peña, que es donde se encuentra actualmente.

Victoriano había vivido a lo largo de cuarenta años en Ceylán, en Singapur y las Filipinas, como empleado de una empresa británica que viajaba por malasia y Manchuria, realizando aquella travesía de once días en el Transiberiano Orient Express.

En uno esos viajes se le ocurrió utilizar el símbolo del gato sentado con su moño rojo que estaba impreso en el menú del coche comedor.

En 1969, el hijo de Victoriano, Benigno Andrés López Robredo, abandonó su carrera de ingeniero industrial y dedicó gran parte de su tiempo al estudio de las especias y al desarrollo de las diferentes combinaciones y mezclas cuyas fórmulas mantienen en secreto.

Actualmente, su dueño es Jorge Crespo, nieto del mencionado fundador López Robredo, quien en 1997 decidió poner mesas para los curiosos que iban a ver cómo se molía el café.

Fue declarado patrimonio histórico por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y pertenece al selecto grupo de “Bares Notables” de Buenos Aires, por ser uno de los más representativos de la misma. Por esta razón es apoyado por programas oficiales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Dónde queda: Av. Corrientes 1669
Tel: 4374-1730 / 4371-6942

Twinings, un viaje al pasado

La historia de una de las más conocidas marcas de té de Londres empezó en 1706, más de 300 años atrás, cuando Thomas Twining inauguró en 216 Strand el primer “salón de té”, que sigue abierto hasta hoy.

En aquel entonces, las bebidas más populares en Inglaterra eran el café, la ginebra y la cerveza. Sin embargo, el té, que había empezado a ser importado desde China a través de la Compañía Británica de las Indias Orientales, creada por la Reina Isabel, fue haciéndose un lugar entre las familias acomodadas.

Hacia 1750, tras una drástica baja en los impuestos al té, llegó a ser la bebida más popular también entre las clases trabajadoras.

En 1787, Twinings creó su logo, uno de los más antiguos del mundo en uso continuo, y desde 1964 la empresa es propiedad de Associated British Foods y tiene sede en Andover, Hampshire, Inglaterra. Es Titular de la Real Cédula, impartida por la Reina.

Según se acepta popularmente, fue la primera compañía que elaboró el blend Earl Grey en Gran Bretaña durante el mandato de Charles Grey, II Conde de Grey, a principios del S XIX, aunque este hito fue disputado históricamente por la marca rival Jacksons of Piccadilly, ahora también propiedad de Twinings.

Otra marca de té llamada Nanbarrie también fue adquirida por Twinings, pero no tuvo la misma suerte.

Con sede en Belfast, Irlanda del Norte, estuvo en activo durante 140 años, hasta que en abril de 2008 Twinings anunció su decisión de cerrar esta planta argumentando que necesitaba consolidar sus operaciones de fabricación en el Reino Unido para afrontar el incremento de la competencia global, trasladando la producción a China y Polonia a finales de 2011.

Actualmente, Twinings comercializa sobre todo tes de gama media como el Lapsang Souchong, Lady Grey y Darjeeling. En 2005, presentó su primer té genérico bajo la marca Everyday Tea. En 2006 empezó a producir una bebida enlatada de chocolate, y en 2007 también lanzó al mercado un selección de cafés enlatados.

A lo largo de su historia, Twinings se vio envuelta en varios escándalos. A pesar de que la empresa fue miembro fundador del Ethical Tea Partnership, un grupo de marcas de té que fomenta una política de comercio justo y vela por las condiciones éticas de las plantaciones de té, estuvo relacionada a lo largo de los años con varios problemas éticos y medioambientales, incluyendo la peor clasificación ECRA por cobertura medioambiental, el uso del aceite de palma, las presiones en pro de la injusta legislación sobre el azúcar de la UE y la propiedad de subsidiarias en paraísos fiscales.

En la revista Ethical Consumer recibió una puntuación de 2 sobre 20, siendo 0–4 el rango considerado como “muy malo”.

La empresa también se vio sobrepasada por cuestiones comerciales que no supo resolver, como cuando decidió lanzar al mercado la nueva versión de su preciado blend Earl Gray y a los consumidores no les gustó. Se suponía que iba a hacer un blend “más refrescante”, pero la decisión de la empresa de alterar su mezcla enfureció a los consumidores, quienes aseguraron que las nuevas características de “un toque de limón y un toque más de bergamota” sabía “a agua sucia”.

La empresa salió a defender su nueva receta presentada como “El Earl Grey” y afirmó en su página web oficial que “incluso el propio Conde no podría imaginar lo maravilloso de probar su té favorito”.

Por desgracia para Twinings, la respuesta de lo consumidores fue un rotundo “no”. Decenas de clientes insatisfechos dejaron comentarios en las redes sociales llamando a la nueva mezcla “horrible” y “desagradable positivamente”. Algunos llegaron a compararlo con los productos de limpieza con aroma a limón y pidieron que “traigan de vuelta el original de Twinings Earl Grey”.

Entonces Claire Forster, director de marketing de Twinings, salió a defender ante la prensa la decisión de la compañía. Aseguró que las ventas habían sido “las mejores de la historia”. Pero eso no fue todo. “Todos los productos tienen que evolucionar para mantenerse al día con los paladares de las personas en desarrollo”, sostuvo y afirmó: “Lo hemos mantenido fiel al original Earl Grey, pero un poquito más refrescante. Cada vez que cambie algo no se puede complacer a todos“. El famoso lema “el cliente siempre tiene la razón” en este caso fue, al me nos, ignorado.

La reina del crimen a la hora del té

En varias de las obras de Agatha Christie los personajes están tomando el té en las primeras páginas.

En el primer párrafo de Nemesis, por ejemplo, Miss Jane Marple está bebiendo té y leyendo el diario. También en En el hotel Bertram, donde todo el mundo viene para el té de la tarde al viejo hotel y hablan del mejor Ceylán, el mejor Darjeeling o el mejor Lapsang . Y así en varias obras más.  La escritora inglesa sin dudas amaba el té.

Dame Agatha Christie (1890–1976) es el seudónimo de Agatha Mary Clarissa Miller, una de las más grandes escritoras de crimen y misterio de la literatura universal.

Si bien escribió también cuentos y obras de teatro, sus 79 novelas y decenas de historias breves fueron traducidas a casi todos los idiomas y varias de ellas adaptadas para cine y teatro.

Sus clásicos personajes Hércules Poirot y Jane Marple fueron muy populares y, según el Libro Guinness de los récords, sus cuatro millones de novelas vendidas conforman una cifra solamente equiparable con la de William Shakespeare. Entre sus obras más destacadas se encuentran Cianuro espumoso y Asesinato en el Orient Express.

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En el nombre del té

[Por Doménico Masci] #ComunidadDelTé

“El nombre es arquetipo de la cosa”
El Golem, Jorge Luis Borges

Antes que nada confieso que mi relación con el té no es la mejor, yo soy del café, es mi debilidad, pero admito que el té me merece admiración y respeto.

Tomo un té de vez en cuando, mal preparado y de mala calidad seguramente; lo hago si no hay café, si estoy enfermo o si me invitan, y reconozco que esto no habla mal del té, habla mal de mi.

A pesar de eso percibo cierta magia alrededor del té, algo misterioso, que con sólo escucharlo nombrar se me representan imágenes y estados de ánimo placenteros. Su nombre me remite al sosiego de rituales milenarios llevados a cabo con calma, ceremoniosamente, en ambientes adecuados, con la vajilla apropiada, con el tiempo que haga falta.

Lo escucho e imagino una familia china sentada sobre esteras en una habitación en penumbras, rodeando finas teteras de porcelana, sorbiendo lenta y ruidosamente de finos tazones sin asas.

Imagino en Japón invitados ingresando a la estancia del té, al maestro del ritual colocando en un cuenco dos cucharadas de té verde por cada invitado, al invitado principal bebiendo tres sorbos y pasándole el recipiente a los demás, una segunda ronda, siempre en silencio

Imagino marroquíes en un palacio o en una carpa en el desierto, agasajando a un recién llegado con té, preparado con hojas de menta y azúcar, en teteras de metal decoradas con arabescos y servido en vasos de cristal y oro, acompañado de dulces, miel, dátiles y almendras.

Rusos de Moscú o de Siberia, con su samovar, en cualquier lugar y tiempo, en la calle, en un tren, en un hogar, antes y ahora, compartiendo el té caliente que además de estimulante les resulta un amigo incondicional para paliar el frío.

E imagino ingleses distinguidos, vestidos para la ocasión, tomando el té de las cinco en un jardín inglés, soleado, bucólico, prolijo, charlando de cosas sin importancia, despreocupadamente; lo sirven sobre una mesa tan elegante como ellos, donde no faltan una jarrita con leche y rodajas de limón y lo acompañan con torta de ciruelas, scones y muffins.

Y a veces al sentir nombrar el té ya no imagino, recuerdo, por haberlo vivido, un grupo de amigos argentinos reunidos en noches de invierno que, mientras juegan a las cartas, cuentan historias, cantan y se divierten, sin el ritual de los japoneses ni la elegancia británica, comparten un “chupe y pase”, un té común preparado en una jarra cualquiera con una bombilla de la que todos beben gratificantes sorbos.

En Japón, el Tíbet o Inglaterra, de maneras refinadas o simples, en todos los casos el nombre del té me remite al culto de lo compartido, y esa es su magia.

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Si la taza de té hablara…

[Por Lis Barreto] Sommelier de Té #ComunidaddelTe

Tantas cosas en la historia pasaron taza de té de por medio que si la taza de té hablara nos contaría, por ejemplo, lo que la Reina Elizabeth II realmente pensaba de Lady Di; o lo que Lady Di realmente pensaba de la Reina Elizabeth II. Aunque prefiero no ahondar en ese tipo de detalles…

Quizás nos contaría qué fue lo que llevó a Gran Bretaña a consumir más té negro que verde. Cuenta la historia que para el año 1777 era muy común la adulteración del té, que incluía ingredientes de lo mas bizarros.

Entre ellos se utilizaban productos químicos para teñir el té de color verde, como el carbonato de cobre y el cromato de plomo. En comparación con esos ingredientes tóxicos, la frecuente inclusión de estiércol de ovejas en los tés adulterados parecía relativamente inofensiva.

Entonces fue en parte para evitar la posibilidad de tomar estos tintes tóxicos que el té negro se hizo más popular que el verde a finales del siglo XVIII.

¿Y qué tal sobre cómo fue que se inventó el saquito de té? En 1903, Tomas Sullivan, un importador de Nueva York tenía que enviar muestras de té a sus clientes y como las latitas de metal eran más costosas, se las ingenió para crear unas bolsitas de gasa para dividir las hebras.

Originalmente, la intención era que las hebras fueran retiradas de sus envoltorios, pero como los clientes se sentían confundidos al ver los paquetitos, los introducían en las tazas dando nacimiento a los mundialmente famosos saquitos de té.

Ni hablar de las ironías que nos contaría sobre, por ejemplo, el Boston Tea Party, el muy conocido acto de protesta de los colonos americanos contra los impuestos que Gran Bretaña gravaba a las importaciones de té, que es considerado un precedente de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Resulta que, irónicamente, dicho acto fue en gran parte responsable por la explosión del consumo de café en Estados Unidos, volviéndola una nación consumidora de café por encima de té.

En fin, la taza de té nos podría contar tantas, pero tantas cosas… Si pudieses, ¿qué le preguntarías?