“Bolaño nos salvó del tedio de la literatura del boom”

 

Roberto Bolaño (1953-2003) nos salvó de la literatura que perdió vitalidad, dice la periodista y escritora Mónica Maristain desde una incómoda silla de una cafrelibrería usada por las editoriales como sala de entrevistas. “Vino a salvarnos justo en el momento que estábamos boqueando en los últimos estertores; cuando nos hallábamos entregados a la muerte, a releer a los clásicos porque sabíamos todos los pocos secretos del boom y cuando ya habíamos perdido la fe.  Con Los detectives salvajes nos levantó; nos hizo volver a caminar y buscar nuestro destino. Él hizo más que décadas de escritores latinoamericanos inventando brujas que hacían brebajes extraños o fantasmas caminando por el desierto”.

 

Ella fue la última que entrevistó al también autor de Nocturno de Chile y Putas asesinas, quien junto con Mario Santiago Papasquiaro y Bruno Montané fundó el movimiento Infrarrealista en la ciudad de México. Ahora vive a cuatro calles de donde vivió Bolaño: “todos los días paso por allí con mis perros”. Vive en la Peralvillo,  calles de riesgo, donde algunos presumen sus logros delincuenciales, donde hay que repetir las mismas respuestas a las mismas preguntas que le hacen todo el tiempo”. Pero esa residencia es más una ética que una estética, una forma de vivir en la ciudad.

 

¿Cómo me encontré con Bolaño? La primera vez fue cuando una amiga me dio Los detectives salvajes en un momento en que me había divorciado; me hizo reír tanto que me dije “tengo que leer más de él”. Años después lo entrevistó a través de correos y llamadas telefónicas.  De esa comunicación surgió, precisamente, La última entrevista a Roberto Bolaño. La figura del novelista, poeta y cuentista es ahora una especie de nuevo dios de las letras en español a casi 10 años de su muerte. Maristain ahora presenta su libro El Hijo de Míster Playa. Una semblanza de Roberto Bolaño  (Almadía), un texto sobre el autor de Los detectives salvajes a partir de las personas que fueron importantes en su vida. “La primera vez que escribí sobre él dije que la calle Bucareli, en la ciudad de México, algún día debería de llevar su nombre” y es que el mito del escritor chileno se expande cada vez más gracias a sus seguidores, un efecto al que por cierto compara con los de Borges o Cortázar, a quien sus lectores honraban al sentarse en los parques de París a esperar a que pasara en cualquier momento La Maga. “Ése es el mito del lector. Eso es el posible, lo demás no me interesa a mí”.

 

El autor de 2666 era “un hombre que vivía de forma intensa la vida. El murió muy joven, falleció muy pronto, cuando no tenía que morirse”. Maristain  parafrasea la cita de una canción de Luis Alberto Spinetta: “aunque me esfuerce, yo nunca voy a decir que el tiempo pasado fue mejor. Mañana es mejor”, para enfatizar que  “el Bolaño de mañana me interesa más.  El pasado es una ausencia; el presente es un nido de buitres peleándose cada pedazo de su herencia, que los Infrarrealistas, que la mujer, que la novia. El futuro es el joven que lo descubre sin ningún filtro”.

 

¿Qué me deja Bolaño? Pregunta y se responde a si misma: “La vida posible que plantea es la de vivir en rebeldía, con intensidad. Esa es la imagen que más me queda, la de Rodrigo Quijadas diciendo: cada vez que alguien se nos hacía insoportable en una discusión uno pensaba aquí debería estar bolaño, pero no está. Esa certeza de la ausencia”. ¿Qué nos deja a los demás, a los que no lo conocimos pero que sus textos nos arrojan a un mundo inconmesurable, vasto, trepidante, extralingüístico? Eso cada uno lo tiene que responder, ya que su mito no se crea ni se destruye, sólo se expande.

Papasquiaro: un indomable de las letras chilangas

De lo profundo del drenaje profundo de la literatura chilanga ha regresado Mario Santiago Papasquiaro; el río de aguas negras de la letras lo han devuelto a la superficie, lanzado hacia afuera de la piel de la ballena. Las constelaciones desde aquí no parecían sino microbios voladores, dice en uno de los poemas reunidos en Arte & Basura, compilación a cargo de Luis Felipe Fabre (Almadía, 2012).

Moriré sorbiendo pulque de ajo
haciendo piruetas de Cirquera. 

Luces de neón. Cigarrillos. Alcohol. Letras desveladas. Caminatas por la calle Bucareli y viejas casonas aledañas a un Monumento de la Revolución que aún no significan nada para los habitantes de esta desahuciada ciudad. Arte y basura. Recuerdos escritos sobre papel de estraza de los tacos para romper la monotonía de la muerte con unas líneas así:

There is a revolution going on in our skins: todavía puedo leer a Darío leyendo Auden, Lewis Carroll, Marqués de Sade, paseándose como la Divina de Genet por las azoteas, los subterráneos de la preparatoria 1.

Para José Alfredo Zendejas, su nombre de pila, las únicas dos familias galácticas son los Flores Magón y los Revueltas, de ahí viene el Santiago Papasquiaro, lugar donde nacieron José y Silvestre. El chileno Roberto Bolaño, su amigo, lo volvió uno de los personajes de su novela Los detectives salvajes con el nombre de Ulises Lima. “Escribió en un momento en que las cosas aparentemente estaban más claras; en tiempos en los que había una institución literaria y los marginales. Una de las cosas que se le achacan a la poesía mexicana es que le falte calle. En los años 90 los autores sudamericanos criticaban a los poetas mexicanos jóvenes de que en sus textos les faltaba calle, que parecía que todo sucedía en el Edén, Olimpo, Topus Uranus, pero no conocían a Mario Santiago, con quien te das cuenta que a las letras locales no les falta calle. Mezcla el lenguaje popular con el de las vanguardias”, dice Luis Felipe Fabre.

Papasquiaro se asumió marginal (cuando la palabra aún significaba algo) de tiempo completo; adoptó una postura contestaría que llevó hasta las últimas consecuencias. Este halo de lumpen ha sido también una capa de sus seguidores, donde es un poeta de culto, quienes impiden que sus letras lleguen a ámbitos que no sea la tradición del Infrarrealismo.

¿Pero qué es el Real Visceralismo? Nació en la casa del chileno Bruno Montané en 1976 en la ciudad de México. Bolaño lo define así: “lo que molestaba mucho al estatus de la literatura mexicana de la época era que no estábamos con una mafia, ningún grupo de poder. En la literatura mexicana siempre ha habido parcelas con señores de guerra y sus samuráis. Nosotros no estábamos con ninguno. No estábamos con la izquierda, una izquierda stalinista, dogmática, dirigista, bueno, una izquierda espantosa, vaya. Ni con derecha exquisita que de exquisitez no tenía nada, era una exquisitez llena de polvo. No estábamos con los vanguardistas, a quienes lo único que les interesaba era ganar dinero y además hacían vanguardia piramidal hacia mucho tiempo atrás”. La cita es del libro El hijo de míster playa. Una semblanza de Roberto Bolaño, de Mónica Maristáin (Almadía).

Aun antes de nacer
huelo el milagro de ser 1 hijo real de esta caída
Los oráculos La Prensa, Alarma, Historia Semanal
Son las únicas tres patas de mi epiléptico pesebre
Que nada como gargajo de los dipos
Entre las sombras-matadero del Canal
Chilango de verdad
:zopilotito: dentro de nuestra santísima chiripa.

 

Arte & Basura más que una nueva reunión de poemas es una puesta en escena de los textos descartados por la antología realizada por la viuda de Papasquiaro, Rebeca López García y el escritor Mario Raúl Guzmán en Jeta de Santo (FCE, 2008). Es más, es todo aquello que fue descartado, pero que tiene gran importancia porque el tono de su escritura es más vitalista que estética al tratarse de un outsider que escribía sobre lo que tenía en la mano y a la mano. “La fuerza está en esa fuerza continúa que se niega a domesticarse en una obra maestra. Es una obra en continúa formación”, puntualiza Fabre desde la una silla incómoda de la cafelibrería de una zona no-lumpen de la metrópoli, alejada de las colonias donde el poeta maldito caminó: Tlatelolco, Peralvillo, Tepito. La Periferia. Como su vida.