La idea de viajar sin límites de espacio ni tiempo acaso esconda el deseo de experimentar un estado de libertad plena. Cómo, dónde, cuándo, con quién: el viajero toma todas esas decisiones, construye su camino y acepta con incertidumbre la idea de que puede trazar su propio destino. Pero en este tipo de aventuras también existen sombras, grises, traspiés. El Lado B del viajero. Camas incómodas, pérdida de documentos, malos cálculos de dinero y diarreas de intensidades inefables atacan a los valientes que salen a darse una vuelta por ahí. A todos les pasa. Sólo algunos las relatan.