Por: Sergio Bergman
Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, qué sentido tiene todo, por qué nacemos, por qué morimos…El proceso para dar respuesta a esas preguntas es cultural. Existen diferentes andariveles para poder transitarlo, todos válidos, lícitos, auténticos, que, sin establecerse en jerarquías, se complementan y pueden obtener sinergias. Existe, por ejemplo, el plano religioso, al que apela muchísima gente cuando aparecen estas angustias. De hecho, hasta la fecha y a diferencia de lo que muchos creen, la cábala formal nunca se desarrolló fuera del marco religioso, en este caso, del judío. No son pocos los que dicen: “A mí me encanta la cábala, pero no me interesan los preceptos”. Es una posición excelente, válida, interesante. Pero que está desnaturalizada respecto del abordaje que la religión judía y que los maestros de la cábala en el marco de esa misma creencia, alimentaron a lo largo del tiempo.
Ponemos el foco fuera de ese plano religioso, lo ubicamos en un plano netamente espiritual. Viene una nueva era, un nuevo tiempo. La cábala es algo para estudiar, respetar, adoptar. Para eso, es necesario sacarla
de ese círculo hermético, llevarla a un ámbito mucho más universal, donde pueda desarrollar todo su potencial.
Partimos de los conocimientos de una práctica mística de la religión judía, es cierto, pero intentamos instalarlos en una práctica universal, para cualquier persona de cualquier tradición, de cualquier religión.
Siempre cuidando no superar límites que nos lleven de nuevo a la trivialización, que muestren la cábala como un producto que puede empaquetarse y venderse en serie. Los buscadores de sentido encontrarán en los conocimientos vertidos en estas páginas elementos, símbolos, coordenadas, herramientas de navegación…
Este enfoque de “cábala abierta” propone lo necesario para orientarse en estos caminos, siguiendo la estrategia de los maestros de cábala de todas las épocas, que nunca trataron de imponer, de formalizar el aprendizaje, sino de liberar al discípulo, para que sea éste capaz de trazar su propio recorrido.
Abrir la cábala sin desvirtuarla. Llevar sus elementos sagrados a un plano más secular sin profanarlos.
Convertirla en algo universal sin lavarle sus particularidades.
Moverla sin que pierda su esencia.