Cábala, la expansión de la conciencia

#Cabala

La cábala se alimenta de la mística, uno de los fragmentos de la espiritualidad. Podemos definir “mística” como la conexión directa, no mediatizada, de una persona con la dimensión trascendente. Estas definiciones acarrean siempre nuevas dudas. ¿La religión desarrolla la mística? Sí, pero sólo dentro de sus formas, de sus reglas, de sus preceptos.

Cábala, entonces, es la expansión de la conciencia para no estar alienado, para evitar el automatismo, para evitar apoyarse sobre derechos adquiridos o quedarse haciendo la plancha. No todo está dado. No todo “es”. Hay que estar permanentemente en un estado de apertura, de sensibilidad. Abrir los poros y estar conectados con el aquí y el ahora, una terminología que se puso muy de moda en los últimos años. Pero que en este caso cobra particular relevancia: solo cuando uno está aquí y ahora, sucede la recepción. Es un instante, un “resplandor” (Zohar), un insight, un “lo vi”, “lo sentí”, “lo entendí”. Si uno está en cualquier otro lado, no está entonces ahí donde hay cábala.

También es una importante técnica anti-estrés. La conciencia, como mente o como pantalla, se baja de la situación de estrés permanente, a la que está sometida por la sociedad, por el consumo, por correr a ningún lugar. ¿Cómo funciona el estrés a nivel mental? Lleva la cabeza al pasado o al futuro, pero nunca está en el presente. Uno está rumiando por lo que acaba de suceder o planificando cómo resolver lo que está por suceder. Y no hay cábala, ni recepción, ni revelación, si el individuo no está en el presente. El maestro inicia al discípulo en la cábala a partir del atributo de fijar la mente en la dimensión de tiempo y espacio para que pueda estar cien por ciento “ahí”. Solamente de esa manera, las cosas suceden. Si no, no hay recepción.