María y sus historias de amor… 2 parte

#ColoresDeMilagros

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“YO TE VI EN INGLES, CAMINABAS NOMAS VI TU MIRADA Y YA ME ENAMORE”

Tenia diez años cuando le escribí esta canción y parece que a los once le reforme el final (de la original no quedan rastros): “Yo te vi en ingles, caminabas nomás, vi tu mirada y me enloquecí. / Te busque, te encontré, en un aula de mas, te dije Hola y ya me enamore. / Y así como me enamore de ti… después te desprecie.”

No podía encontrar mejor titulo para contar esta historia, el enamoramiento provoco que mi alma se convirtiera no solo en poeta sino en cantante aunque mi voz nunca pudiera encontrar un tono que lo representara. Seguramente la impotencia que me generaba no poder acompañar con mi voz a la guitarra que aprendía a tocar todos los jueves hizo que volcara mi creatividad a componer canciones. Recree la canción de moda contando mi amor hacia Fito, con solo ocho años mi artista ya se dejaba ver. Pero este enamoramiento había sido complicado desde el principio, por mas que había sido un secreto de estado durante muchos meses que solo conocía mi diario intimo, terminamos descubriendo con mis dos mejores amigas que nos gustaba el mismo chico. Lo cual a diferencia de lo que uno pensara decidimos compartirlo. Esto provocaba que nuestros diarios se llenaran con el mismo nombre  masculino multiplicado por tres femeninos y las tres nos sintiéramos agraciados que correspondiera a la mejor de las tres. Compartir y competir eran dos términos que desde muy temprana edad se confundían, solo podía elegir a una de nosotras pero hasta que no lo hiciera podíamos compartirlo.

Yo me había enamorada perdidamente cuando entre a la clase de ingles de mi segundo año y lo vi, como la canción que le había escrito. Mientras mis amigas habían sentido el flechazo porque iba al mismo club que frecuentábamos. Tenía el pelo castaños con toques colorados y unas pequitas muy simpáticas. En realidad no tuve la oportunidad de conocerlo mejor hasta que las casualidades de la vida hicieron que compartiéramos las clases particulares de ingles. Era tan mala con el idioma que además de ir al instituto de ingles tenía que ir a particular para poder aprobar. Lo cual provoco que las tres veces del instituto se convirtieran en ingles con doble escolaridad con la sumatoria de las dos de particular que asistía religiosamente desde que mi compañero de particular era el que me había robado el corazón. Durante dos horas tenia la posibilidad de sentarme al lado y practicar los ejercicios de ingles con el, era maravilloso.

Puedo cerrar los ojos y recordar mi cara cuando mi maestra particular me dijo que iban a empezar a venir dos nuevos compañeritos Pancho y Fito. Se abrió la puerta y pequitas simpáticas dejo ver su sonrisa, no lo podía creer. Las clases particulares fueron aun mas interesantes y entretenidas de lo que pudiera imaginarme, creo que no aprobaba el instituto para no dejar de asistir al apoyo. Pero sin lugar a dudas, el día cúspide de mi enamoramiento fue un jueves frío de invierno al cual Pancho no asistió por estar enfermo y mi mama en vez de pasarme a buscar por la puerta me pidió que fuera a esperarla a la casa de mis abuelos a cinco cuadras de la profesora particular. Pero la situación se convirtió en inolvidable al comprobar que justamente la casa de mi abuela quedaba en la misma dirección que la casa de Fito y él sin ni siquiera imaginar lo que eso significaba para mi me dijo de ir caminando juntos. Creo que mi corazón nunca latió tan fuerte, mi timidez extrema se desdibujaba en la escarcha de la tarde de ese día, en el cual me permití prestarle un guante para que no tuviera frío. Un guante sin dedos tejidos a mano de color azul, que acepto y se puso durante cinco cuadras para mantener sus dos manos calidas en el interior del mismo; y al cual le dejo su aroma impregnado por siete días. Conserve al guante como mi trofeo personal por haber podido conversar durante cinco interminables cuadras sin inmutarme y no tener que compartir con nadie ese momento.

Había representado un desafío para mí que recién ahora puedo admitir. Por primera vez la fantasía se convertía en realidad. En mi imaginario poder compartir esa caminata había sido como el mas maravilloso beso que me hubieran podido dar y se convirtió en un recuerdo para atesorar.