¿Cuál es el libro del año?

#EnClaveLiterari@

Cuando llega diciembre, ya es un clásico que los suplementos y páginas culturales y literarias, en papel y digitales; del interior, nacionales e internacionales, sometan a votación cuál ha sido el libro del año. Algunos preguntan por la novela y otros por el evento literario pero, en el fondo, la cuestión, el objeto, es el mismo. Los electores, sin excepciones, no son lectores de a pie, sino un elenco calificado: críticos, periodistas, poetas, gestores culturales, escritores, editores y gente de otros oficios que guardan  afinidad con el mundo de la lectura y la escritura.

En un país donde, esquivando la discusión sobre qué es y qué no es la literatura, se publican más de 25 mil títulos por año, elegir uno o dos nombres para subirlos al podio debería conllevar un cúmulo de aclaraciones que acabarían por debilitar el valor de la respuesta. Claro que los ambientes literarios funcionan con filtros, barreras, rumores, recomendaciones, pulgares arriba y pulgares abajo, padrinazgos, flirteos y vendettas, más un cúmulo de prejuicios personales y compartidos, que estrechan la cantidad de libros que serán dignos de ser considerados en la preselección. Por eso, en un reflejo de honestidad, quien contesta debería advertir que se han leído 100, digamos, 150 libros publicados durante el año y que muchos de ellos fueron regalos de editoriales líderes. Luego, reconocer que, de la cantidad convenida, la mitad fueron leídos superficialmente o a los saltos porque, salvo algunas excepciones, los que trabajan con la lectura, aplican métodos en los cuales prevalece el fragmento, y alcanza con un comienzo sin lubricante para condenar al veto a una novela o volumen de cuentos. También, y abreviando, esa encuesta o votación veraniega le ofrece al consultado una vidriera visible desde donde lanzar un guiño, dar un espaldarazo a un amigo o, por qué no, ganarse un favor o una relación conveniente. Se objetará que presumo mala fe en los electores. Pido disculpas, solo quisiera que admitamos que mis suposiciones no son descabelladas, incluso que son verosímiles aunque no necesarias o reales.

 

A su vez, entiendo que la pregunta misma requiere ser revisada. ¿Cuál es el libro o la novela del año? Por las razones que se quiera, no siempre las novedades se leen con la tinta fresca. A ver: recibo una novela publicada en octubre de 2012 y la leo en febrero de 2013. ¿Qué? ¿No puedo elegirla? O, si quisiera votar a El desierto y su semilla, de Jorge Barón Biza, ¿podría hacerlo? La reedición es de 2013, pero originalmente se publicó, en una edición de autor, en 1998. ¿Es válido? ¿O estoy votando con un delay de 15 años?

Se me ocurre que, de tan restringido y artificial que se muestra el sondeo, invita a sospechar que las respuestas categóricas sean, en todos los casos, sinceras. Una variante más amplia y plural, que también permitiría el coqueteo en múltiples frecuencias, sería preguntar a las personas que se elijan tomando, por ejemplo, la escala del narrador del cuento Clasificación de Elvio Gandolfo: “Hay libros de nivel 1, otros de nivel 2, hasta llegar al nivel 15. Al principio solo llegaban al 10, pero quedaban totalmente desechados algunos libros que no dejaban de tener su encanto, claramente más abajo que el nivel 10, así que aumenté la cantidad de categorías”. Claro que estar en un nivel no es algo definitivo, que las relecturas pueden alterarlo, o el capricho, subirlo, bajarlo o borrarlo de la lista. Entonces, también en diciembre si se quiere, cada suplemento o página podría reunir a 10 o 12 personalidades y decirles: “Bueno, a ver, dígame este año qué libros de los que leyeron en toda su vida están en el nivel 1” o nivel 2 o 3, o el que se quiera. Me imagino que las posibilidades que se abrirían serían mucho más ricas, por qué no, especulo pensando en hacer un seguimiento y ver cómo va cambiando el gusto o las preferencias de un autor, por ejemplo, o haciendo cruces de listas para que A, diga qué coincidencias tiene con los elegidos de B, por poner un caso. Tal vez a las editoriales les disgustaría que no se hable de las novedades, es posible, pero los lectores podrían llegar a encontrarse con un artículo más general, menos efímero.

Escrito todo lo anterior, y para confirmar las suspicacias, supongo que a cualquier escritor le gustaría que algunos electores lo mencionaran, o bien que eligieran un libro suyo como “el del año”. Incluso a mí, por cierto, la vanidad es uno de mis vicios.

¿Cuáles fueron tus libros Nivel 1 de 2013?