¿Somos 40 millones de técnicos?

#EscritosDeLaVida

Permitámonos jugar un poco con la intención de disfrutar la escritura y la posibilidad de lectura, como espacio para reflexionar…

No sé qué pensarán ustedes, pero es posible que los argentinos seamos 40 millones de técnicos. Y no sólo 40 millones de técnicos, quizás somos también 40 millones de Presidentes o Presidentas y 40 millones de Ministros de Economía.

Quizás no está mal que ejerzamos los puestos de algún modo. No hacerlo sería como traicionar a la patria y renegar de los genes argentinianos, que nos impulsan a apasionarnos con las más diversas cuestiones de la vida cotidiana y las inquietudes que nos aquejan.

MundialPor eso, si llega el Mundial o termina, no podemos ser tibios, fríos, distantes. De alguna manera algo tenemos que decir para honrar nuestra esencia patria, la que nos lleva a abrir la boca y participar de algún modo, sintiendo que lo que tenemos para decir bien vale ser escuchado. Porque para algo uno trabaja, lee tantas noticias o se informa con Infobae, Twitter, Facebook, los diarios, las radios o lo que fuera.

Y si no es para abrir la boca ante los hechos relevantes que nos afectan a todos, no tendría mayor sentido ser espectador de una realidad que impide que participemos. Así que no está mal decir lo que cada uno quiera compartir.

El problema que tenemos, tal vez, es que a veces no distinguimos sobre las jerarquías. Eso hace que cualquier aficionado por ejemplo hable con convicción, determinación o voz grave, y sea más escuchado que el especialista de turno, que dedicó la vida a su temática y suele argumentar sus perspectivas con mayor propiedad. Porque cuenta con distinciones y destrezas propias de su especialidad, que el voluntarioso desconoce.

Igual eso, por supuesto, no va a detenernos para opinar de las más diversas cuestiones. Porque si los buitres por ejemplo vienen por nosotros como se nos dice, mal haríamos en quedarnos con los brazos cruzados sin alistarnos en la batalla y sin asumir resistencia.

Lo menos que tenemos que hacer, es estar atentos, informarnos y mantener la guardia.

Así que está bien que el taxista diga lo suyo. Que el almacenero diga lo suyo. El kiosquero o quien fuera. Mientras que sea argentino y pueda hacerse cargo de lo que dice está bien que opine sin mayores titubeos.

Porque eso sí que es innegociable, cualquiera puede decir lo que considere pero lo menos que tiene que hacer es esbozar los argumentos que sustentan su opinión. O al menos balbucearlos o insinuarlos. Lo que no debería nunca hacer es cometer la zoncera de encapricharse con determinadas síntesis ajenas que luego no sabe fundamentar razonablemente.

Salvo en esos casos, de afirmación de síntesis que no podemos argumentar y que nos atrapan como caprichos testarudos, difíciles de erradicar, salvo ahí, puntualmente en ese espacio de terquedad, el resto es muy lícito y quizás no esté mal que cada uno diga lo que piensa, sobre las más diversas cuestiones del quehacer nacional y popular.

Nadie debiera enojarse ante la opinión de cualquier compatriota, porque bien puede cada uno decidir escuchar a quien quiera. Prender el programa de radio o tv que le apetece. O leer a quien se le antoje.

En definitiva lo que vale es el discernimiento propio y exponerse a las más variadas de las opiniones no significa ningún riesgo. Salvo que se suspenda el sano juicio y se dote al otro de portador de la verdad universal, capaz de ofrecernos las síntesis impolutas y supremas.

Alternativa que cada vez tiene menos chances en esta sociedad, porque si algo está la gente, es avivada. La realidad misma hace tiempo que nos despertó a todos. O, por lo menos, nos está pellizcando desde hace un buen rato.

Y si tenemos que oficiar de técnicos porque llegó el Mundial y queremos compenetrarnos y vivenciarlo como esa extraordinaria competencia deportiva lo merece, está bien que nos instituyamos como uno de los 40 millones de técnicos que somos los argentinos.

De modo que, si me permiten, quisiera decir algo sin abusar de mi intromisión como opinólogo aficionado del Mundial, pero ejerciendo el título de técnico que de alguna manera cada argentino ostentamos.

A los jugadores les agradezco como argentino por dejar el alma en la cancha. Para mí no perdió ninguno de los que se jugó entero.

Y al señor Sabella, a quien sólo conocía por escuchar su nombre en las noticias, todo mi respeto y admiración. Lo escuché solidarizarse con Neymar y en varios tramos de conferencias de prensa, en el que percibí vislumbrar un hombre bueno, íntegro, de valores destacables.

Si tuviera que decir algo como técnico argentiniano, diría que cualquier técnico de la querida Selección Nacional honra su lugar, no ganando un partido, un torneo, o el más esperado de los campeonatos, sino ejerciendo su rol con la dignidad y la altura que lo ejerció Sabella.

Si algún día este valioso señor deja su puesto, sería loable esperar que el próximo conductor del Seleccionado Nacional, no porte las habilidades de la picardía, que deshonran al equipo y a nuestro país, sino la grandeza de quien practica valores virtuosos del ser humano.

¡Gracias Argentina!

Selección Nacional Mundial 2014