¿Cómo construimos la realidad?

#EscritosDeLaVida

Es posible que muchos andemos inquietos preguntándonos por este tipo de peculiaridades. Cuestiones que parecen en esencia relevantes y significativas, y que nos llevan a inmiscuirnos en un proceso de búsqueda sistemática, intencional, y muchas veces fallida.

Situación que por suerte no suele desalentarnos para continuar con el propósito y presumir que tarde o temprano llegaremos a buen puerto. Descubriremos por fin cómo son las cosas y cómo funciona la vida.

Si así no fuera, el ímpetu por la verdad, difícilmente se mengüe y procurará mantenerse firme hasta encontrar resultados que considere satisfactorios.

Sirva el preámbulo para permitirnos indagar un poco y arriesgarnos en explicaciones que tal vez puedan resultarnos efectivas o bien nos sirvan para aportar mayor claridad a temas que siempre tendrán aspectos difusos y requerirán cierta complejidad para ser resueltos.

alegriaPrimero, creo, está el pensamiento.

El pensamiento es el que delimita nuestra realidad posible. Nadie, por más valiente u osado que fuera, genera una realidad que supera a su pensamiento.

El límite de su pensamiento es el límite de su realidad.

Por eso, cuanto mayor es la precarización de nuestro pensamiento, cuanto mayor es su titubeo, menor es la instancia a la que podamos arribar como personas.

El pájaro que quiere volar más alto, es siempre el que llega más lejos.

Y aunque en cuestiones de filosofía de vida y manuales para la supervivencia y el éxito, es cuestionable. Sirva la visión de pensamiento poderoso y pretencioso para impulsarnos al escalón más alto que podemos aspirar.

Sería un despropósito quedarse rezagado en la vida, en instancias menores a las posibilidades. Realidad que no sólo ocasionaría un perjuicio a la persona que demora su crecimiento, sino a toda la sociedad. Porque cuando alguien es menos de lo que puede ser, no sólo se perjudica a sí mismo, sino que erosiona la calidad de aporte que su evolución implica para los demás.

Primero, entonces, pensamiento.

Después, creo, palabra.

La palabra es habilitadora del nuevo mundo. Es por eso que de acuerdo a la calidad de nuestras conversaciones facilitamos el mundo que podemos construir.

Desde la filosofía del lenguaje, tal vez una de las grandes máximas, es la concepción del lenguaje como dimensión generativa. No descriptiva. Si no constructiva de la realidad.

Decir entonces las palabras necesarias, que sean consecuentes con el mundo que queremos construir. Y producir las conversaciones que se alineen con esas intenciones.

Sigamos con la receta.

Decisión y compromiso.

Si no ponemos esas pizcas esenciales, nada se transforma y queda todo en conversaciones de espíritu voluntarioso. Palabras y más palabras que clarifican un futuro que siempre se nos escapa.

Decidir y luego comprometernos, porque si no somos consecuentes con el trabajo que supone llevar adelante nuestras intenciones, no podemos aspirar a producir nada.

Es cierto que alguien puede levantar la mano y empezar a gritar, ¿y la visión?

¿Y la visión?

Metamos la visión en el pensamiento. Punto número uno.

Pero la visualización mágica y perfecta, sólo es una técnica infalible dentro de algunos libros.

La vida es más compleja.

Gracias a eso no existen manuales definitivos ni recetas. Sólo podemos aspirar a compartir ciertas ideas o perspectivas, que nos invitan a pensar, aportan claridad y nos ayudan a lograr resultados.

Volvamos a la vida y hagamos lo que podamos.

Mientras nos liberemos de las excusas y accionemos, siempre vamos a tener buenas chances.

 

*Hasta la próxima!

tapa2 para faceEscritos de la Vida - Juan Valentini