La fotito que todos queremos ver

#EscritosDeLaVida

No debería contarle esto a mi novia, pero es difícil que pueda evitarlo. Cada vez que caigo en la zoncera una extraña fuerza íntima y sincerisida me hace abrir la boca.

Entonces tomo aire y me debato en la disyuntiva. Callar o contarlo todo.

Pero la fuerza íntima prevalece y me expongo como un tonto para dejar que se despliegue y me delate.

Culpable.

Todo porque al abrir el mail una señorita desde Estados Unidos me anuncia por el chat de gmail que está aburrida.

Pienso en no contestarle. Pero doy el primer paso en falso.

Contesto osco, breve. Ausente.

Me distraigo en otras páginas de Internet. Veo las noticias, entro a Facebook, Twitter…

pc

Pasan unos minutos.

Recuerdo que había contestado al llamado tal vez malicioso pero inquietante.

Arriba, en la pantalla, aparece el nuevo mensaje que hace tiempo dejó la señorita. Como un tonto estuve distraído, perdiéndome la prometedora fiesta.

Leo.

Dice que se quiere divertir.

Viejo truco, pienso. Se quiere divertir con un tontuelo que caiga en su trampa, me digo.

Vuelvo a las pantallas y me olvido del tema. Nunca caí en la tentación de esas patrañas. Y no estoy dispuesto a hacer la excepción. Pienso.

Me distraigo en las webs varios minutos y recuerdo que quedó la conversación pendiente. Miro arriba. Otra vez un mensaje nuevo.

Te envío una foto, dice.

Jaa, pienso. Tengo todos los números para caer como un chorlito. Mejor hago lo de siempre. Otra vez vuelvo a casa, apago la computadora y dejo que la vida se desplace en su rumbo natural. El de la tranquilidad y las certezas.

No voy a ser el tonto de la noche que abre una fotito inquietante a las dos de la mañana.

No.

Jamás lo haría.

Tonto, no. Eso sí que no.

Qué me puede pasar, pienso. Otra vez no puedo caer en la cobardía. De los cobardes no hay historia. No puedo ser tan maricón y despreciar un enlace prometedor.

Miro el link y no parece extraño.

Ma sí, que sea lo que sea.

Aprieto.

Aparece una foto inquietante. De esas que pueden estimular la fantasía.

¿Otra?, pregunta la chica.

Me dispongo a contestar sin la más mínima duda, pero la computadora se bloquea. El chat desaparece y las pantallas relampaguean.

Me siento burlado por hackers que quieren hurgar mis contenidos. Raro, porque qué van a encontrar en esta notebook. Y a mí, ¿por qué a mí?

Se equivocaron.

Desconfío, abro la configuración del navegador y lo borro todo. Contraseñas, historial…

Todo.

Entro a spyware con la intención de que se encargue de estos sujetos. Actualizo el software y limpio la notebook para que no quede el más mínimo de los rastros.

Me pregunto si esa chica tendría otras fotos para mí. O si caí como un tontuelo.

Antes de irme a dormir.

 

.
Escritos de la Vida - Juan Valentinitapa2 para face